Reflexiones sobre género y sociedad

En medio de los interrogantes de una sociedad que no se define
Que el vagón de Transmilenio para mujeres, que los caballeros les cedan el puesto a las damas, que Emma Watson, que Malala, que las mujeres participen más en política, que la mujer independiente, que el cuerpo perfecto, que el «acéptate cómo eres». Que nos perdimos en el laberinto.
Contrario al adagio popular: “las mujeres no deben dar de que hablar”, últimamente estamos haciéndolo y ¡de qué manera!
Desde las mujeres que salieron en forma de protesta en minifalda, hasta las que defienden la idea de que los hombres les deberían dar el puesto en Transmilenio. Se observan nociones distintas de cómo deberían ser las cosas, como en toda democracia.
Así, se evidencia la lucha por los derechos de las mujeres en un mundo machista, por un lado; y por otro, la reivindicación de la costumbre y tradición en un mundo donde “ya no hay caballeros”. Un comercial de televisión haciendo alusión al cuerpo estereotipado de mujer, seguido de una campaña de auto aceptación.
Las críticas surgen por allí y por allá. Si alguien tiene las ´medidas perfectas´ se le tilda de hueca o al de gay-metrosexual. Y si no las tenemos se critica la falta de amor propio y demás.
Entonces, ¿cuál es el ideal? ¿qué camino tomamos? ¿dónde queda lo normativo? ¿Dónde queda el deber ser? Si poseen un deber ser la ley, la democracia, la paz, y la justicia ¿Por qué no puede tenerlo un hombre y una mujer?
Efectivamente, y aunque suene redundante, debemos poseer un deber ser, es decir, todos tenemos sueños, cada quien sabe que quiere reflejar, cada quien sabe para dónde va. Pero, este deber ser no debe ir encaminado con lo que los demás quieren para nosotros, con la imagen que reproducen diariamente medios de comunicación, lo que dictamina el Manual de Carreño y las pasarelas del mundo.
Con esto no quiero decir que todos nos volvamos las escorias de la sociedad, que no tengamos sueños, que nos descuidemos, y ser el reflejo de lo que nadie quiere para sí mismo. Sino que seamos el reflejo de nuestros sueños, de nuestros anhelos. Es decir, a una super modelo, le pagan por tener el cuerpo que tiene, yo quiero ser investigadora social me pagarán por mis conocimientos, o eso espero.
Así pues, podría levantarme día de por medio a plancharme el cabello, pero la verdad es que me da pereza, a veces ni alcanzo a hacer completas las lecturas para la U y ni duermo, entonces podría considerar esto una pérdida de tiempo en mi vida. Y soy crespa, qué le vamos a hacer, comprar más acondicionador porque qué. Al fin y al cabo, me gusta serlo, me gusta cuando alguien dice que me prefiere con el cabello crespo que liso, porque me quiere más a mí por como soy, y no por el reflejo de estereotipos femeninos de mujer blanca y lisa, que se intenta imponer en una sociedad de mujeres morenas, piel canela y cabello rizado.
Con el maquillaje no hay problema, uno se maquilla rápido.
El problema es que entre base, corrector de ojeras, sombras, rubor, pestañina, delineador, entre otros, se me va mucho dinero, que yo prefiero ahorrar para viajar y otros sueños que tengo. Maquillarme no es uno de ellos.
Además, me tocaría estar pendiente de siempre tener suficientes libras de maquillaje, porque ¡ay dios! que se tenga el mundo con las críticas a quien todos los días se maquilla y no lo hace un día, porque mejor dicho” ¿quién es esa?”, “parece un zombie”. Esa, es ella. En últimas, no sé de qué se aterran si le exigen a una niña tanto maquillaje y después se asustan cuando amanecen con ella sin químicos en su rostro.
Pero cada quien tiene sus preferencias, el maquillaje por algo se hizo, y nos vemos más lindas maquilladas, a quien engañar. Nos vemos algo así como alguien mejor, alguien diferente.
No obstante, si las mujeres podemos utilizarlo para vernos más lindas ¿por qué a los hombres se lo negamos? Porque ¡ay del escándalo si un hombre se maquilla! ¿Por qué negarles a ellos la oportunidad que yo desaprovecho? Ellos también tienen autoestima y ¿qué si se quieren ver mejor? , ¿Y qué si un día se planchan el cabello y se aplican un poco de corrector de ojeras?
En últimas el maquillaje y la plancha, como dije anteriormente, por algo se hicieron. Error es creer que por dejar de usarlos soy menos mujer o por un tipo utilizarlos es menos hombre. Porque yo tengo sueños diferentes a tratar de impresionar pareciendole linda a gente a quien no le importo y a duras penas se sabe mi nombre. Suena un poco egoísta, pero mis sueños son complacerme a mí y a mis seres queridos.
En realidad, no le veo problema a que alguien dedique su vida a salvar ballenas sin protector solar.
O a que alguien le dedique su vida al cuidado de su cuerpo como los fisiculturistas, modelos o Amparo Grisales. No sé de qué la critican, ya quisieran llegar a su edad y conservarse como ella. Ellos tienen su ideal de felicidad. Yo tengo el mío. Usted tendrá el suyo. Y eso es respetable.
El problema está en dejarnos influir por todas las tradiciones bajo las cuales se concibe lo que debería ser una dama o un caballero, y basarnos en estos para criticar nuestra sociedad y flagelarnos a nosotros mismos. El problema son los niños y niñas anoréxicos, la sociedad que le echa la culpa a las mujeres de ser violadas, el temor a la diferencia, la falta de tolerancia, entre otros, por que la lista es larga.
El problema son los trastornos que estos estereotipos producen en la sociedad, que al final sólo demuestran cuan influido se está por mensajes externos, que se pierde la noción de nuestra verdadera voluntad y nuestros propósitos como individuo.
En suma, sólo veo una sociedad confundida que no saber para dónde coger. Porque por muy defensora de la igualdad de género que usted se declare, seguramente no se ve pidiéndole matrimonio a su novio.
Y los hombres por más que quieran contribuir a la causa del género, ya los adivino mirando y admirando los atributos del sexo opuesto. Y ya me veré yo planchándome y maquillándome para una entrevista de trabajo. Porque a fin de cuentas la cultura pesa. Y ¿qué hacer para remediar esto? En últimas, como diría un profesor de Democracia: yo no sé la respuesta.
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