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YAGÉ:¿EL LLAMADO DE DIOS O DEL DIABLO?

“Soy hermano de las nubes, solo sé compartir, sé que todo es de todos y que todo está vivo en mí. Mi corazón es una estrella y soy hijo de la tierra, viajo a borde de mi espíritu y camino a la eternidad.”

consumidores-ayahuascaAl ritmo de esta canción, el golpeteo de los tambores y el calor de una fogata en medio de la noche, se encuentra un grupo de personas reunidas para tomar el remedio del alma; ese que revela el inconsciente. Su nombre, Ayahuasca, más conocido como: Yagé.

La ceremonia comienza a las 9:00p.m. Los hombres y las mujeres son separados en pequeños grupos y en cada choza se encuentran indígenas que presidirán el acto solemne. Empieza con un ofrecimiento del brebaje a todos los participantes y continúa con los cantos, música y danzas de está tradición. Además, incluye sanaciones para quienes lo necesiten.

Graciela Rojas, una de las consumidoras de Yagé, toma la primera totumada de la noche. Cierra los ojos con temor, porque sabe que cada vez que lo hace puede descubrir algo aterrador. Se acuesta al borde de la fogata y comienza la mente a hacer de las suyas.

Como si se tratara de un dibujo hecho por niños, las imágenes que revela su mente no tienen forma, pero sí mucho brillo y color. Las voces en su interior gritan incesantes y la lucha por acabar con sus miedos apenas comienza…

Una lagartija gigante coge forma en su mente y el miedo a que la ataque la hace llorar. Las lágrimas ya casi forman un mar, pero su espíritu se hace cada vez más fuerte.

“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…” está es la oración que hace Graciela para combatir al gigantesco animal, y al parecer el poder divino permite que la lagartija desvanezca.

consumidores-ayahuasca-1La noche es cada vez más fría, pero el calor del fuego no deja que nadie se pueda congelar. El llanto de muchas personas, los gritos de otras y las risas de unos cuantos, son los acompañantes de las gaitas y los tambores.

“…Quiero correr por una nueva vida como me enseñó remedio de Yagé.” Es la canción a la que le dan vida los Taitas en medio de la segunda fase; que consiste en dar un segundo brebaje a quienes quieran consumirlo para continuar con su experiencia hasta el amanecer.

Graciela, al llevar consumiendo yagé 3 años, se siente preparada para tomar el remedio del alma en más de una oportunidad. La segunda totumada, la introduce en su sueño más profundo que la anterior.

Las imágenes de color ya no están presentes, ahora solo puede ver en blanco y negro. El terror invade su alma, el miedo no la deja en paz. Ve el entierro de su hijo. Lo lleva en el ataúd, ve a los amigos y los familiares llorar y se ve detrás del féretro.

Las revelaciones que tuvo esa noche fueron horribles, pero no en todas las ocasiones es igual. A veces los colores del arcoíris, las canciones de cuna y la felicidad, son las que invaden la mente de los consumidores de Yagé. Las experiencias son siempre diferentes, pero lo que queda claro es que las personas salen renovadas.

Según Andrea Díaz, química farmacéutica de la Universidad Nacional de Colombia, estas alucinaciones son producto de los estados modificados de conciencia que provoca el yagé, en los que se revelan los sueños en estados de alerta.

Además asegura que a pesar de que las composiciones químicas no son capaces de provocar dependencia en un consumidor, sí son capaces de alterar la parte psicológica de la persona y aumentar su nivel de dependencia.

Graciela no siente que su remedio del alma sea una droga, aunque para los ojos del mundo está sea la verdad. Ella no es ciega, simplemente tiene certeza de que está experiencia es una forma sana de conocer lo que su interior colecciona.

En su vida diaria ella es una mujer normal. A sus 42 años trabaja como secretaria en una empresa, es madre de dos hijos y se encuentra feliz mente casada. Tal vez la única diferencia que tenga está mujer a las demás, es su extrema tranquilidad y la obsesión por acabar con las vanidades, que según ella acabarán con nosotros.

Su lucha por liberar el alma está siempre presente. Los Taitas le enseñaron que la mejor forma de cuidar su vida y su cuerpo, además del Yagé, es por medio de la buena alimentación. Por eso, Graciela no come cualquier cosa en la calle, ella prefiere la comida hecha en casa.

En cuanto a su salud, desde que asiste a las ceremonias indígenas, prefiere ir a médicos alternativos, porque asegura que sus remedios son puros y no le van a hacer daño.

Sin embargo, Graciela no es la única que cambió su estilo de vida después de asistir a las ceremonias del Yagé. La mayoría de consumidores adquiere nuevos hábitos en sus vidas. Crean su propio mundo de costumbres y actividades diferentes, en las que un no consumidor jamás se sentiría feliz.

Paulo César Guzmán, abogado y consumidor de Yagé hace cuatro años, también cambió su rutina de salud y ahora asiste a un médico ayurvedico (Hindú) en el cual los tratamientos se hacen por medio de yerbas y masajes que permiten la relajación del cuerpo y logran acabar con la enfermedad que presente el paciente.
Para Ana Jaramillo, Psicóloga de la Universidad de la Sábana, el hecho de que los consumidores de yagé decidan cambiar su rutina de vida influenciados por la bebida, es un acto de falta de carácter.

Con respecto a la religión, aunque muchos piensen que revelar el alma a través de brebajes especializados es acudir al diablo, para estás personas es la forma de tomar la mano de Dios y comenzar un camino de sanidad y pureza.

Paulo César Guzmán se consideraba ateo hace cinco años, pero logró descubrir a Dios por medio de las revelaciones del remedio del alma. En muchas ocasiones sintió miedo de estar en estas ceremonias, porque sentía que su interior lo atacaba y él no podía hacer nada.

Con el tiempo y de la mano de los taitas Paulo César comprendió que la única forma de acabar los malos pensamientos y sentimientos en medio de los actos solemnes era de la mano de Dios. Su lucha sigue en pie y aunque con miedo jamás se ha dejado vencer por las fuertes imágenes que revela su mente, todo lo contrario, él siempre se apoya en la oración para poder continuar.

La vida de los consumidores de Yagé es todo un acertijo. Nadie sabe si una de las revelaciones puede darles el pasaporte al paraíso o sí, por el contrario, les puede dejar una vida llena de desgracias.

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