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MAQUILLANDO A LA MUERTE

El arreglo y maquillaje de un cuerpo, puede tardar en promedio entre una hora y media y dos, dependiendo del estado del cadáver, es decir, en los casos en los que hay que realizar una reconstrucción o restauración es posible que se supere este tiempo.

Por: Fabio Andrés torres
Por: Fabio Andrés Torres

“Pórtate bien, quedaste muy lindo” con esta frase Carolina Pinilla de tan solo 25 años siempre termina su labor de embellecimiento al cadáver de turno. Es tanatopráctica de la Funeraria Los Olivos, es sábado en la mañana y el trabajo no da espera en el laboratorio de tanotopraxia, las riñas callejeras en la capital, son una constante, especialmente los viernes y como resultado final, el trabajo aumenta para esta joven profesional.

Pinilla recuerda que su inicio en la tanatopraxia fue difícil, ser la menor del grupo laboral con 19 años, mientras que sus compañeros en su gran mayoría, hombres superaban los 40 años de edad.
Alzar cadáveres, cubrir turnos nocturnos en los que llegaban más de 10 cuerpos, marcaba el día a día de esta tanatopráctica, que ya tiene en su haber, más de 4.500 cadáveres tratados, es decir, un promedio de 1.200 al año, 100 mensuales y cuatro diarios.

maquillando-cadaveres-2Carolina comentó que el primero de esos pacientes fue un hombre de 50 años, al cual comparó como si fuese la muerte de un familiar, como su padre, un tío o un abuelo y recuerda que esa primera vez fue muy difícil de afrontar.

Tras 20 días de labores como tanatopráctica, Pinilla cubría el turno nocturno y con este llegaba un cadáver especial, al cual la Fiscalía le realizó un levantamiento por tratarse de una muerte violenta, el cuerpo estaba totalmente destrozado e irreconocible, al leer la etiqueta de los datos personales, con sorpresa se entera que la mujer que estaba tendida en la camilla, era una prima suya. Carolina Pinilla fue incapaz de atender alguien de su propia sangre, pero sobre todo, por el estado en el que llegó el cuerpo por lo que recurrió a un compañero para que realizara el proceso de tanatoestética.

La tanotopraxia es la combinación entre arte y ciencia al servicio de la muerte en la que está involucrada la restauración, reconstrucción y embalsamamiento del cuerpo para proporcionar una adecuada apariencia estética de un ser humano fallecido. Este proceso se inicia con la limpieza y desinfección del cuerpo utilizando agua jabón y shampoo, seguidamente se inyecta en la vena carótida un alcohol a base formol, mientras se extrae la sangre por la yugular

El arreglo y maquillaje de un cuerpo, puede tardar en promedio entre una hora y media y dos, dependiendo del estado del cadáver, es decir, en los casos en los que hay que realizar una reconstrucción o restauración es posible que se supere este tiempo.

En alguna ocasión, cuenta Pinilla, llegó a su laboratorio el cuerpo de una mujer que pesaba 350 kilogramos, el cual fue de difícil manipulación, dificultando así la preparación para el embalsamamiento y para la consecución de un ataúd, el cual debió mandarse a diseñar específicamente para la difunta que tenía una medida de 1.10 centímetros de ancho, superando los 80 centímetros estándar de los cajones.

La pericia técnica del tanatopráctico no es lo único que impera para desempeñar esta profesión, también lo es su personalidad. Para la psicóloga Yamileth Rodríguez las personas que se dedican a trabajar con la muerte, deben tener una gran estabilidad emocional, alta tolerancia a la frustración, tener la capacidad de saber escuchar, ser formales, alegres y respetuosos con los cadáveres y sus familiares.

maquillando-cadaveres-1Aunque es difícil pensar que el amor se puede encontrar en el ámbito funerario, para Carolina Pinilla fue todo lo contrario, tras conocer a Luis Fernando Núñez, un chofer de esta misma entidad quien desde hace un par de años es su esposo.

Núñez afirma que admira la profesión que Carolina desempeña por los riesgos que conlleva, pese a que él también comparte con los muertos, prefiere seguir solo transportándolos y manifiesta que no podría dedicarse a lo mismo que hace su esposa; sin embargo comenta que durante la cena y espacios libres suelen hablar de manera específica, sobre los cadáveres que su esposa atendió en el laboratorio durante su jornada laboral.

En un aspecto en el cual Pinilla se mostró escéptica fue en la presencia de las voces de los muertos que en el laboratorio de tanatopraxia pueden llegar a aparecer, de manera enfática concluyó que tales voces nunca aparecen y que solo pertenecen a mitos y leyendas creadas por empleados de la funeraria.

Mientras que las manecillas del reloj marcan las doce del medio día en la Funeraria Los Olivos el ritmo aumenta en sus diferentes áreas; la capilla atestada de familiares que entre llantos y lamentos despiden a sus muertos; secretarias que reciben a visitantes deseosos por obtener información funeraria para velar a esos seres queridos que hace pocas horas han partido al más allá.

Luis Fernando, junto a otros colegas son los chóferes de los cadáveres que trasportan desde los hospitales, laboratorios y cementerios, mientras que Carolina, tanatopráctica, dedica su vida a maquillar y embellecer la muerte. Ambos dedicados a un oficio que pocos están dispuestos a desempeñar. Sin embargo, ellos afirman que tienen como recompensa la satisfacción de ver a los familiares de los difuntos que quedan tranquilos por el buen trabajo realizado por estos profesionales.

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