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Los que ponen la cara, por los que no la tienen

Durante los últimos años, el uso de ácidos como método de agresión se ha puesto de moda en Colombia. Ha pasado de ser el arma de preferencia en conflictos personales a la de la delincuencia común; de ser usado sólo contra mujeres, a permear también el público masculino y hasta el infantil.

Óscar Garzón Sánchez, un hombre de 20 años que vende lozas en San Victorino, fue quien agredió a un joven de 17 años a quien llamaremos Jairo, según Sánchez, porque el menor de edad supuestamente “lo miró mal”, según declaraciones de la Policía del URI (Unidad de Reacción de Inmediata) de Paloquemao a los medios masivos. De acuerdo a la doctora Patricia Gutiérrez Ferreira, jefe del pabellón de quemados del Hospital Simón Bolívar, por el color de piel oscuro de a quien llamamos Jairo, van a quedar marcas terribles.

Luego de hablar en la mitad del pasillo sobre las condiciones del hospital con dos mujeres de expresión severa que parecían ser inspectoras del gobierno, la doctora Ferreira me invitó a hablar con ella en su oficina. Me advirtió antes de poder entrevistarse conmigo:

—De antemano voy a decirte una cosa, la secretaria de salud el día de ayer tomó la decisión de que el tema no lo hablemos mucho, porque han venido incrementando las cosas como si se dijera: “Mire esta idea tan buena, hágala”. Se nos recomendó que solamente diéramos el parte médico, por mi parte, yo ya no quiero discutir el tema, estoy muy dolida, muy anonadada.

La doctora Ferreira me explicó que después de un tiempo, se les aplica jabón a los pacientes para neutralizar ciertos ácidos. Generalmente las quemaduras son de segundo y tercer grado y cambian para siempre la apariencia de las personas, nunca volverán a verse como antes.  Finalmente, me dio supuestamente el teléfono de Gina Potes de 35 años, el primer caso conocido, ella tiene una nueva familia y un nuevo empleo en la Secretaría de Salud y ha pasado por veinticinco cirugías.

Representantes de la Fiscalía General de la Nación, del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), Defensoría del Pueblo y Policía Nacional se habían reunido de emergencia para tratar el tema de las agresiones con líquidos corrosivos. Los dos nombres de las últimas víctimas, ambos menores de edad, uno de trece años y otro de diecisiete, no habían aparecido en los medios de comunicación y la orden al personal médico de no revelar nada más, probablemente eran parte del plan de los entes estatales.

Es entendible que hospitales del Estado y otros organismos del mismo estén tan herméticos. Los ataques con ácido ya han sido tratados en documentos de la ONU que han recomendado la restricción de la venta de esas sustancias, basados en la situación de Bangladesh, India y Pakistán.

El Relator de la ONU para la Tortura, el Trato Cruel, Inhumano y Degradante; Manfred Nowak, propuso el 15 de septiembre del 2010 en Génova, que se considerara catalogar a las agresiones con ácido como actos de tortura debido a las similares consecuencias psicológicas en las víctimas, lo que podría meter en problemas de derechos humanos al Estado colombiano si llegara a ser así.

En países como Bangladesh y Pakistán hay todo un marco legal discriminatorio y una cultura religiosamente machista que permiten que arrojar ácido a una mujer porque no quiso aceptar a un hombre para un matrimonio arreglado, sea aceptable en la práctica. En algunas de esas naciones, sobre todo en zonas rurales, las mujeres no pueden heredar y no tienen mucha independencia. Casarse es asegurar un futuro, pero nadie las esposa con la cara desfigurada.

Sin embargo, en Colombia, un país de influencias occidentales, hubo 55 ataques de ácido sólo contra mujeres en el 2010, mientras que en el 2011 fueron 42, de acuerdo al Instituto de Medicina Legal. Curiosamente, todas las mujeres con las que hablé sobre el tema y que conocieron a las víctimas locales, coincidieron en que es la cultura latina machista en la que la mujer es una posesión del hombre, la que justifica en la mente de los hombres esas venganzas por celos, factor común de la mayoría de las atacadas de esa manera en este país.

Viviana Constanza Hernández de 38 años, comenzó a observar una conducta extraña en su compañero sentimental y padre de su hijo, ya que la acompañaba a mercar, la llevaba al trabajo y recogía el niño. Él estaba aprendiéndose la rutina de Viviana para mandarle a arrojar el ácido y observar a unas cuadras con su hijo de seis años si se había logrado el objetivo.

Clara Ospina, psicóloga de la Fundación del Quemado y Luisa Peña, la trabajadora social; conocen a muchas de las víctimas de quemaduras con ácido, ya que se han reunido allí con ellas y permanecen en contacto constantemente. Allí trabajan seis cirujanas, casualmente mujeres, que regalan un día de su trabajo cada semana para ayudar a víctimas de escasos recursos económicos.

Primeramente se mira si los pacientes que ingresan allá tienen SISBEN o EPS. Los primeros cuidados y cirugías de quemaduras están incluidos en el POS. Cirugías más avanzadas de reconstrucción y de retoques no se cubren estatalmente, ya que no son funcionales.  Al ser una entidad privada sin ánimo de lucro, la Fundación del Quemado vive de bingos y conciertos de boleros y de uno que anualmente la Filarmónica de Bogotá les regala.

Se hacen fisioterapias para recuperar el movimiento de las articulaciones afectadas y despegar la piel que une pliegues de brazos, rodillas y párpados. Hay un acompañamiento psicológico y un trabajo social muy importante, ya que ellas han sido discriminadas en el ámbito laboral y en otros más, al no poder trabajar, muchas de esas mujeres continúan viviendo con su agresor. Muchas tienen que subirse al transporte público para asistir a sus terapias o una de las múltiples cirugías que les esperan y los buses no les paran porque creen que van a pedir limosna o se van a subir a robar:

—Como seres humanos no han perdido nada, siguen con su misma dignidad, capacidades y facultades ¿Qué se les afectó? La fachada –dice, Clara Ospina, quien confesa que a sus 67 años no quiere quedarse en su casa sin hacer nada, agrega que a veces tiene que interrumpir sus sesiones para salirse a llorar.

Muchas entidades, estatales y privadas, médicos, voluntarios y otras organizaciones han apoyado a estas mujeres. Están buscando pensión por discapacidad, vivienda, becas, cualquier cosa que les ayude porque no tener cara, es no tener trabajo.

A medida que hablaban Clara y Luisa sobre las particularidades de cada caso, sin reparar mucho en las identidades de esas mujeres, las historias personales de cada una de las víctimas me ayudaban a reconocer de quien estaban hablando específicamente. Me contaron que “las niñas” son muy solidarias y que cada vez que sucede un caso nuevo, van a apoyar a esa persona a los centros hospitalarios y se toman un café de vez en cuando y hablan de sus experiencias. Se les hizo un taller donde cada uno contó lo que le sucedió y algo que dijeron todas fue: “Nosotras no pedimos venganza, pedimos justicia”.

Hace once años, Consuelo Oñate fue quemada con ácido por su esposo, quien estuvo cuatro meses en la cárcel. A Natalia Valencia la mandó a quemar una vecina que creyó que su esposo la estaba engañando con ella. La vecina y el hombre al que le pagó para que le lanzara ácido en la cara a Natalia desde una bicicleta, están en manos de las autoridades. Sin embargo, casi el resto de casos no han tenido consecuencias legales.

Bajo el apoyo de tres Representantes a la Cámara y dos senadores, el martes 13 de marzo entró al Congreso el proyecto del ley 197 del 2012, que busca endurecer las penas para los atacantes que usen sustancias corrosivas, regular su comercio y tipificar ese delito.

Desgraciadamente, los ataques con ácidos están en un limbo jurídico. Son realizados con sevicia, por lo que tendrían agravantes de pena, pero se difumina la frontera entre lesiones personales e intento de homicidio y como prueba Luz Adriana Cifuentes, única víctima mortal y quien según cuenta la doctora Gutiérrez: “Se derritió”. De acuerdo a la Personería de Bogotá, 20 casos de estos, siguen impunes.

La Comisión Primera del Senado aprobó en primer debate el martes 29 de mayo ese proyecto, de hacerse ley, un delincuente que use ese tipo de armas puede pasar de 6 a 20 años en la cárcel. Arrojar ácido a otra persona se haría un delito con un tratamiento especial y se saldría del marco de lesiones personales, que equipara la gravedad del acto a una simple golpiza.

También se haría un ente que regule la venta de los ácidos, ya que según la ONU, es la facilidad para conseguirlos, lo que los hace tan atractivos para los delincuentes. Pero, ¿Qué tan fácil es conseguir ácido?

Entre 6.500 y 10.000 pesos está el precio del ácido nítrico o clorhídrico comercial de 55% de pureza, es decir, el resto del líquido es agua. Se vende en recipientes de plástico y sólo se vende por galones. Hasta se lo pueden rellenar si uno quiere. De quince establecimientos en el directorio telefónico, seis negaron tajantemente vender dicho líquido aunque según su portafolio de productos lo tenían y nueve, sin ningún reparo ni pregunta, me ofrecieron vendérmelo.

Pregunté por ácido sulfúrico, uno de los más potentes y que se usa en las baterías de auto con purezas muy bajas y se me dijo que ese lo controlaba el Ministerio de Interior y Justica porque con dicho ácido se fabrica cocaína y explosivos. Investigué después y aún no sé quien regula la venta de dicho elemento, ni el INDUMIL, ni el Departamento de Control Comercio de Armas, Municiones y Explosivos ni el Ministerio de Ambiente. Nadie supo decirme quien regula la venta de dicho elemento.

Decidí ir a Ciacomeq, una de las empresas más grandes de químicos del país y compré mi galón de ácido nítrico en 6.700 pesos. En la factura por la compra del HNO3 o ácido nítrico, en letra pequeña dice: “Autorizo a Ciacomeq de manera irrevocable para que toda la información generada fruto de las relaciones comerciales sea consultada y/o reportada en cualquier base de datos o centrales de riesgo del país”. Fui a otros siete establecimientos del centro, la avenida de las Américas y la Calle 13 y sólo dos de ellos entregan factura

Para Jesús Agreda, profesor de química de la Universidad Nacional, restringir el uso de ácidos al igual que se hace con el etanol, perjudica a la industria:

—Restringir esas sustancias, va a impedir que se haga química y si no hay química, no hay industria. Se debe controlar quien compra esas sustancias, para que y porque, hacerles un seguimiento. Hacer algo similar como lo que se hace con el etanol en la Licorera de Cundinamarca, que intenté conseguir pero no me lo vendieron por que con eso se fabrican bebidas alcohólicas.

El ácido nítrico y sus derivados se usan para fertilizantes, detergentes y demás. El ácido clorhídrico se usa para la industria de limpieza. El ácido sulfúrico se usa en muchos sectores, tanto así, que la medida de su uso en un país se usa como indicador de desarrollo industrial.

En un laboratorio con todas las condiciones de seguridad, apliqué cinco mililitros de ácido nítrico a dos trozos de carne de cerdo envuelta en piel del mismo, ya que es muy similar a la humana. Aparte, apliqué la misma cantidad a un pedazo de piel sólo y a un trozo de carne sólo también.

El olor a carne podrida se quedó en mi garganta todo el día, la reacción comenzó a emanar una burbujeante sustancia amarilla que olía a muerto. En la piel, las venas se marcaron y algunos trozos se negrearon. La carne se hizo blanca en pocos segundos y al tocarla con la pipeta, quedó marcada, se hizo extremadamente blanda. Lo más dramático fue que a los 45 segundos, la piel comenzó a retraerse, a levantarse sola y a envolverse, exponiendo la carne debajo de ella.

atques con ácido en Colombia
Prueba consecuencias de un ataque con ácido

La perturbadora escena que presencié no es idéntica a la de una persona, las células se empiezan a romper en una persona viva. El hedor es normal, algunas víctimas creyeron que les habían arrojado heces u orina y no reaccionaron de la manera más apropiada.

Lo importante era comprobar qué tan buena era el agua para dichas lesiones. Por lo que lavé con abundante agua pura la mitad de las muestras. Las que no fueron irrigadas, cinco horas después, presentaron una sustancia amarillenta y se descompusieron mucho más. En las dos que fueron lavadas, por lo menos a la vista, se detuvo el proceso de corrosión del ácido.

Según Yolanda Táchira, psicóloga clínica del Tolima, quien ha trabajado con el INPEC y se ha especializado en hablar con víctimas, una persona atacada con ácido ve afectada su capacidad de adaptación y tendrá problemas de autoestima, lo que resulta en un tiempo de aislamiento.

A eso se añaden sentimientos de indefensión, la persona se va a sentir permanentemente amenazada. La depresión y el estrés bajan el sistema inmunológico y curar físicamente es más difícil y aún más la parte emocional, ya que la impunidad suele impedir un cierre y el comienzo de una vida normal.

Predecir que un compañero sentimental va a arrojarle ácido a su pareja es imposible. Hay personas celosas y posesivas, pero se debe estar alerta en caso agresión y falta de control de los impulsos. Muchos de esos victimarios amenazan a las familias de los agredidos y tienen facilidad de acceder a ellos porque comparten el mismo entorno social y familiar. Saben lo que hacen, son creativos para el crimen. Muchos atacaron el lado izquierdo del rostro para que la mujer no pudiera defenderse con el bolso y hace poco descubrieron que aplicaban melazas espesas para que el ácido se pegara a la piel así se enjuagara.

Yolanda me explicó que hay una victimización secundaria, al revivir el evento traumático una y otra vez a entes jurídicos y me pidió que en caso de hablar con cualquiera de los afectados, tuviera mucho cuidado. Inmediatamente, entendí porque tanta reticencia. El mal manejo de la prensa, las amenazas de los atacantes a las familias de los agredidos y la falta de resultados legales no ayudan. Es como si todas las personas que han conocido a las víctimas, les protegieran, son esas personas las que ponen la cara por aquellos que no tienen rostro y cuyas identidades han guardado para sí mismos en vista de que no se las reconocen socialmente.

 

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