CÉSAR LÓPEZ: EL ARTISTA DE LA PAZ

Por: Javier Forero y Susana Noguera
Es una melodía estruendosa, como si una enorme compuerta hubiera liberado tal cantidad de emociones que inundan de una fuerza vibrante, armónica y profunda todo el ambiente.
César López toca apasionada y libremente usando las teclas, los pedales, las cuerdas graves y agudas. Un tejido infinito de notas musicales inundan el escenario desde donde se unen la música con el sueño de un país diferente, arpegios y riffs de guitarra se alternan con melodías que emanan de su gran piano de cola.
Sus dedos acarician los instrumentos por unos breves pero intensos instantes hasta que tan inesperadamente como había empezado, la melodía se detiene.
¿Cómo inició la idea de hablar de paz en un país sumido en la violencia?
Todo esto se empieza a forjar desde el año 91, cuando estudiaba en la Universidad Pedagógica, un lugar lleno de preguntas y compañeros que venían de todas las partes del país y de todos los estratos, entonces me empecé a preguntar si mi música era realmente útil para transformar la realidad. Lo mío no son respuestas, sino muchas preguntas sobre qué pesa y cómo pasa.
¿Por qué hacer preguntas en un país que pide respuestas?
Todos los proyectos antes que todo son un ejercicio personal. Mis iniciativas (Toda bala es perdida, la resistencia, invisibles invencibles, 24 horas cero muertes) han sido para responder mis propios preguntas más que las de los demás, y me he encontrado con que hay mucha gente que tiene problemas similares y en ese sentido nos vamos agrupando en la promesa de encontrar una respuesta juntos. Mientras uno tenga una respuesta que perseguir va a estar toda su vida en movimiento.
¿Cómo llegó al tema de la paz?
Empecé a tocar en cárceles, clínicas psiquiátricas e institutos por pura curiosidad, pero de apoco me fui ‘encarretando’ hasta que llegó el proyecto de los invisibles invencibles y me impresionó ver cómo la música, sin importar el vestido que tenga, habla directamente con las emociones. A partir de allí viajé por muchas comunidades, a conocer testimonios de vida y a vincularme de forma directa con el conflicto armado.
A usted lo nombraron mensajero de la no violencia de la ONU ¿Qué es eso?
Es lo que hago cotidianamente: ir a los barrios, ir a las calles, ir a los parques, ir tejiendo redes. Mi mensaje ha sido puesto a prueba en muchos escenarios y todavía sigue una pregunta aún sin respuesta ¿Sirve la música para cambiar la realidad?
Lo que hacemos desde la música es construir seres humanos sensibles, capaces de sentir a los demás, su dolor y su alegría. Esos seres humanos correctamente influenciados van a tomar decisiones más compasivas.
¿Vale la pena hablar de paz en un país en el que la violencia nos obliga a cometer la torpeza de olvidar y seguir viviendo?
Olvidar no es una actitud mezquina, es la misma sociedad protegiéndose a través del silencio. La gente tiene en su cabeza la idea de que la violencia en Colombia es atribuible a las Farc, pero la cifras de Medicina Legal indican que sólo 6% de los 17 mil homicidios que se cometen en el país son atribuibles al conflicto armado, el otro 94% es la guerra en la calle: los borrachos, las riñas callejeras, la intolerancia, etc. Por eso debemos impulsar el respeto por la vida.
Todo el mundo en Colombia tiene la sensación de que se le debe algo. El Estado me debe una oportunidad de trabajo, me debe la posibilidad de estudiar, me debe un vaso de agua, y se lo cobro al primero que me encuentre, a esa persona no le estoy cobrando el hecho puntual que haya sucedido en esa esquina, sino toda la supuesta deuda que la vida tiene conmigo. Por eso los artistas tenemos la misión de comunicar de manera sana lo que significa sentir al otro.
¿Cómo llevar ese mensaje en un país que oye pero no escucha?
En este país no hay oídos suficientes, no hay gente que quiera escuchar. Un grupo de hip hop hace un esfuerzo gigante de entender qué está pasando y cómo está pasando una situación determinada, lo convierte en canción, se sube a una tarima y nadie les ‘para bolas’, nadie quiere escucharlos. Se trata de educar orejas que quieran oír. Hay mucho que contar, hay mucho que decir, pero nadie quiere escuchar.
En sus canciones habla de los ‘muertos vivos’ ¿Quiénes son estos personajes?
Es este personaje del que no se sabe nada, sólo en un closet sigue habiendo un vestido colgado y uno zapatos, pasan los años y no se sabe nada. Son todas esas historias que conocí de cerca de aquellos que un día salieron de casa y hoy sólo se conserva el recuerdo.
Son miles de seres humanos que se han perdido en lo ilógico de la guerra. Es esa gente que se fue, pero sigue entre nosotros y que permanece ahí rondando en la memoria de cada una de las familias.
Vivir todas estas tragedias de cerca puede llegar a minarle la capacidad de soñar a uno…
Sí, es fuerte. Pero la impotencia se mezcla con la fortaleza que viene de allí mismo, esas personas que siguen en la lucha a pesar de todo, ¿cómo no voy a luchar yo?
Una de las fortalezas que tiene este país son sus jóvenes y una cosa que lo tiene enfermo es la incapacidad que tienen ellos de soñar ¿Por qué se da esto?
Es un tema de percepciones. Las cosas están invertidas: el que es soñador y el que tiene cultura es tratado como el bobo del grupo. En los barrios pasa lo mismo, el duro es el que tiene moto y pistola, mientras que el bobo es el que estudia en batuta, el que tiene un grupo de baile o el que escribe. La tarea es tratar de cambiar ese estereotipo a ver si algún día ser ‘cool’ es el que le apuesta a la paz, el que debate ideas sanamente, el personero…
Otra cosa es que los jóvenes de las grandes ciudades son los más desconectados del país, mientras que en los pueblos es normal ver chicos que se saben de memoria la Constitución.
Proceso de paz
¿Cree en el proceso de paz que se adelanta actualmente?
Cualquier bala que se deje de disparar siempre va a ser un gran logro. Pero la paz exige un compromiso por parte de la sociedad que va más allá de La Habana.
¿Qué pasa si todos esos esfuerzos no tienen éxito?
No pasa nada. Colombia no es violenta porque tenga guerrillas, Colombia tiene guerrillas porque es violenta. Nosotros ya estamos en la lógica de la guerra. Temo que el enfrentamiento que había en las montañas se centrará en las ciudades. La guerra cambia de escenario. Si un grupo guerrillero se desmovilizara ¿estaríamos dispuestos a recibir a todos esos muchachos?
O sea que no estamos preparados para hablar de paz…
No. La gente está llena de odio. El país pueda que no tenga la madurez para reconciliarse, no la tuvo con el proceso del M-19, no la tuvo cuando el exterminio de la Unión Patriótica, en caso recientes no la tiene, ya estamos en la lógica de la violencia; celebrar la muerte de un guerrillero u otra persona indica que nos gusta la muerte.
Pero sin la guerrilla es más fácil reducir esa ‘ideología de la muerte’…
Sí. Toda bala que se deje de disparar será una vida para el país.
Y toda bala es perdida…
Sí. La gente que supuestamente es mala no llegó en un platillo volador, la misma sociedad los engendró, los ‘educó’, los formó y los puso en escena. Dentro de todos esos malos encuentra uno personajes muy buenos, gente muy educada que va a misa todos los domingos pero que está lista ante la primera oportunidad de hacer ‘un buen negocio’. Dentro de cada bueno hay un malo y dentro de cada malo hay un bueno.
¿Cómo es Colombia vista desde la música?
Hay dos países diferentes. La Colombia que los bogotanos tienen en la mente es un país absolutamente irreal. La música ha sido la manera que he encontrado para conocer a esa otra Colombia y cuando se ve el país desde los lentes del arte uno entiende muchas cosas, especialmente que lo que ocurre aquí, aunque lo parezca, no es ciencia ficción. Encuentra uno gente totalmente arrasada por la violencia con ganas de reconciliarse, de buscar opciones, de sanar y de no repetir su historia.

La ‘escopetarra’
La escopetarra no es un invento, es una herramienta bélica transformada a favor del arte. Es una guitarra que está hecha a partir de un fusil AK-47, el que más muerte le ha causado al país, y además está hecho con un arma que entregó un hombre que decidió dejar la violencia.
¿Qué significado tiene la ‘escopetarra’?
Es la posibilidad del cambio. Es la rendición de un arma ante un objeto positivo. Es un símbolo social que representa la posibilidad de transformación de comportamientos negativos y destructivos, en hechos positivos que construyen, reconcilian y sanan”.
Sus proyectos
César López ha creado una red de proyectos artísticos que, provistos de originales formas de expresión, exploran un profundo sentido humano e involucran, en su propósito y temática, un manifiesto compromiso social con la Colombia de hoy.
Con proyectos como Invisibles invencibles, Resistencia Púrpura, 24 horas cero muertes y Toda bala es perdida, el cantante ha generado espacios para que la sociedad encuentre en el arte una manera pacífica y constructiva de rechazar y desactivar la violencia.
¿Qué es eso de los invisibles invencibles?
Siempre me ha llamado mucho la atención el trabajo de los artistas callejeros, esos personajes invisibles que habitan ese espacio muerto entre la puerta de la casa y la de la oficina. Quise resaltar la labor de estos personajes mediante un gran concierto en el que pudieran hacer sonar su voz.
¿Y la campaña 24-0?
Inicialmente estaba pensado como un día en el que nadie mate y nadie muera, pero ya en la realidad funcionan lógicas diferentes. No hay hombres buenos ni malos, sino esclavos de sus emociones, entonces encuentra uno gente que mata por accidente, otros por razones económicas y otros porque aprendieron a matar.
Usted dice que sólo tiene preguntas, ¿Qué pregunta le hace a Colombia?
¿Por qué?
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