¿Estamos listos para el libre comercio global?

Colombia no está preparada para seguir negociando tratados de libre comercio sin antes invertir principal y fuertemente en su infraestructura para ser un país competitivo.
Del documento “Una nota sobre la evolución de la estructura arancelaria 2002-2014” se infiere que la tendencia del mercado global es el comercio sin fronteras, porque según sus conclusiones, los aranceles nacionales promedio son decrecientes, así como las barreras para-arancelarias como las licencias previas y las cuotas de importación.
Una participación activa solo la puede enfrentar con éxito quien sea competitivo y Colombia dista mucho de serlo porque tiene una infraestructura deficiente. Centros de producción importantes como Bogotá y Medellín están localizados muy lejos de los puertos más activos como Buenaventura, Cartagena y Santa Marta.
El transporte de carga de los centros de producción, no solo los dos mencionados, es muy costoso porque la carga se puede mover únicamente en camiones. Colombia carece de las autopistas necesarias, muchas de las principales carreteras ni siquiera tienen doble calzada y cuentan con muchos y muy costosos peajes. También, el combustible es más caro que en la mayoría de los países a nivel global especialmente para el transporte de carga. Esto hace que los costos de las mercancías importadas o exportadas sean tan altos que tengan que reflejarse en los precios al consumidor.
La infraestructura vial debería ser mejorada pero más que eso, se debe pensar en el medio terrestre más eficiente y barato de transporte de carga que es el ferrocarril. Otro sistema de transporte que durante muchos años fue importante en Colombia es el fluvial, sobre el que apenas se hacen algunos debates pero no existen propuestas serias de desarrollo.
Los principales puertos marítimos carecen de agilidad. Son pequeños, no tienen capacidad para recibir embarcaciones de gran calado, funcionan con maquinaria en promedio 8 años más vieja que la utilizada por los países en vías de desarrollo del sudeste asiático y, aunque emplean una gran cantidad de trabajadores, muchas labores deberían ser más rápidas y menos costosas con el empleo de más tecnología. La infraestructura portuaria colombiana debe mejorarse al punto en que ninguna embarcación debería tener que esperar para entrar a puerto y ser descargada.
Colombia cuenta con cuatro aeropuertos internacionales adecuados para el movimiento de carga, que aunque vienen siendo modernizados, requieren que las mercancías sean trasladadas a bodegas que ofrecen intermediarios de almacenamiento autorizados por la aduana, por falta de capacidad en ellos y falta de agilidad en los procesos de nacionalización.
Colombia cuenta con una gran cantidad de personas preparadas para atender la infraestructura de comercio exterior pero aun así es insuficiente. La modernización de los procesos es lenta y requiere la calificación y entrenamiento de más gente y con más frecuencia para mejorar la competitividad. Aunque el costo laboral no es muy alto comparativamente, hay factores que encarecen los procesos de importación como la falta de agilidad en las inspecciones y la corrupción en los puertos de entrada y salida de mercancías.
Aunque no lo parezca, el control de cambio de divisas es una barrera en términos de eficiencia. Actualmente es necesario tramitar los pagos al exterior en una entidad bancaria y se deben entregar los reportes físicos de las transacciones. La mayoría de los países tienen ya establecido el proceso de transferencias electrónicas.
Otra falta de eficiencia colombiana es la ausencia de cruces contables entre empresas del exterior con las nacionales. Las autoridades colombianas no las permiten y en consecuencia hay necesidad de hacer los trámites en ambas vías con los costos correspondientes entre una empresa colombiana y otra del exterior que a veces son proveedores y clientes uno del otro.
Colombia en este escenario es poco competitiva y su futuro depende de la capacidad de ser un participante activo y creciente del mercado sin fronteras.
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