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LOS 15 DE VENNESSA

Por: Alejandra Espinoza

Sábado 7 de octubre, 6:30 p.m. Es una tarde fría, pero Vanessa Muñoz ni se da cuenta. Reboza de alegría mientras su hermana termina de maquillarla en el salón de belleza de su familia, como ella especialmente le pidió: un look similar al de Kim Kardashian. Mientras tanto, sus familiares terminan de arreglarse lo más rápido posible. El ambiente empieza a tornarse estresante, su mamá, Liliana Vanegas, quien preparó esta celebración durante 10 meses, empieza a sentir el conteo regresivo de la hora del inicio de uno de los momentos más esperados e importantes de su vida. En dos horas, Vanessa entrará como una princesa al gran salón del Hotel El Dorado Bogotá, uno de los sitios más solicitados para este tipo de eventos. El festejo de los 15 años de Vanessa, con el que sueñan casi todas las niñas, recoge una tradición ancestral combinada con el modelo consumista en el que estamos inmersos, según expertos .

Los 15 años se convirtieron en una tradición familiar,  refleja una tendencia creciente que busca aparentar y  destacar la posición social del anfitrión frente a sus invitados y por lo que los padres de la homenajeada son capaces de invertir grandes sumas de dinero. “Se ve también cómo la amplitud y la visibilidad del rito determina el estatus social de la familia con la vecindad y los parientes”, afirma Valentina Napolitano, antropóloga de la Universidad de Toronto y que ha estudiado este fenómeno muy arraigado en América Latina.

Y es por eso que es un interesante negocio, sugiere Carlos H. González, gerente general de Snap Megafiestas, que como él mismo define, es una empresa líder en el mercado, que se encarga de tan solo algunos de los elementos claves que se necesitan para la producción de estos eventos: espectáculo de luces, sonido, efectos especiales y los mejores disc-jockeys de la ciudad, todo esto personalizado de acuerdo al gusto del cliente, porque cada uno de ellos organiza su fiesta como la quiere.

Para González la celebración de los 15 años siguen siendo importantes y están lejos de acabarse, pues tan solo en un mes realiza la producción de 20 a 25 fiestas, de las que en un rango medio el promedio más vendido es de 25 millones a 30 millones de pesos, sin incluir  “ni comida, ni el lugar, ni la decoración”.

De niña a mujer

La quinceañera lleva un atuendo que parece sacado de un cuento de hadas. Un imponente vestido largo color beige con detalles dorados, necesariamente acompañado de unos zapatos de 15 centímetros de altura, con los que Vanessa llegaba a 1.75 de estatura -con los que indudablemente no podrá permanecer toda la noche-.

El momento de la entrada triunfal ha llegado. El Dj encargado de animar la fiesta de Vanessa hace el anuncio oficial de la llegada de la agasajada, entre aplausos, miradas de admiración, sonrisas y llanto, que camina junto a su padre y alrededor de los 90 invitados. Todo está perfectamente cronometrado. Es el momento de bailar el tradicional vals con el padre, para después concederle el honor al hermano y al resto de los asistentes masculinos.  Está deslumbrante, pero al mismo tiempo apenada por ser el centro de atención.

Diego García, antropólogo de la Universidad de Antioquia, dice que el valor simbólico de estas tradiciones es que el papá está entregando a la niña a la sociedad. “La está convirtiendo en una mujer apta para la sociedad, básicamente apta contraer matrimonio y construir su propia familia”.

La madre de Vanessa fue quien convenció a su hija de realizar el festejo porque inicialmente la quinceañera quería un viaje. Ella le “vendió” la fantasía de cómo sería la celebración y finalmente le infundó el deseo a la niña. Para la señora era muy importante exaltar el paso de su última hija de niña a mujer, para lo que trabajó arduamente en su salón de belleza y tuvo que ahorrar de manera programada por aproximadamente tres años casi 10 millones de pesos.

García explica que las razones por las que los padres invierten tanto dinero en esta celebración. “Las clases altas le pusieron un listón muy alto (a las celebraciones de 15 años) porque siguen realizando una fiesta mucho más majestuosa, le dan una connotación de fiesta de princesa. Son ellas quienes crean el modelo de cuentos de hada que las clases populares empiezan a imitar”.

Una antigua tradición

Según García, los orígenes de estas fiestas se remontan a una tradición de muchas comunidades indígenas en Latinoamérica. Es por eso que cree que hoy la celebración de los 15 años “es una combinación de la tradición latinoamericana, pero con un poco de los cuentos de hadas de la literatura de otros lugares. Es una idea que se importó de otro lado y después, con el modelo consumista le incluyó más cosas, el regalo, el viaje, etc”.

En ese sentido, el antropólogo comenta que el ritual o el valor simbólico se ha adecuado al modelo consumista y se ha transformado la llegada de los 15  años hacia una representación de independencia por parte de las niñas. “Por eso los padres se endeudan más, pues antes la fiesta era más tradicional, en  familia, con los vecinos, pero ahora el consumismo se apropió de la tradición y la ha explotado aunque el valor haya cambiado, pero para las niñas  sigue siendo importante cumplir los 15, ya no tanto para bailar el vals con el papá sino para el primer viaje que hacen solas”.

Las redes sociales

El empresario González asegura que se ha dado una transformación desde hace cuatro años en el tamaño de las fiestas de 15 por el impacto de internet. “Gracias a las redes sociales ahora las niñas tienen muchos amigos y el fenómeno es que ya no son fiestas de 80 personas, sino fiestas de 200 a 1.000 personas en los principales clubes y hoteles”.

Sin embargo, asegura que lo que realmente ha disminuido notablemente han sido las fiestas tradicionales. “Fiestas tradicionales serán por mucho ocho o 10 al año porque (el festejo de 15) ya no es un evento para la familia y pocos niños. Ahora se convirtieron en un evento para la niña y sus amigos”.

Aunque las fiestas de 15 años no conocen estrato social, están  mucho más presentes en los niveles medios y bajos. Sin embargo, en los estratos altos también se realizan y son eventos con una gran inversión y producción. “Las clases sociales más altas ya casi no la hacen, la fiesta fue apropiada por el modelo consumista entonces ahora las niñas prefieren el viaje. Hoy en día la fiesta de 15 la siguen haciendo sobretodo los sectores populares”, explica García.

Además justifica que los referentes sociales entorno a los 15 años han cambiado porque a las niñas les interesa más su estética y es por ello que prefieren como regalo una cirugía.  “Ahora, por ejemplo, en Cali o Medellín los regalos han cambiado, las niñas piden cirugías estéticas que también siguen siendo una forma de pasar de ser niñas a ser mujer, pues una joven operada a los 15 años empieza a mostrar un cuerpo de mujer”.

Vanessa no esta nada arrepentida de haber celebrado sus 15 años en lugar del viaje. Para ella fue el mejor día de su vida. “Fue demasiado para mí, todo me encantó, todo el mundo me dijo que todo fue espectacular, que la pasaron súper y lo mejor, que me veía divina”, dice exhausta la quinceañera, al terminar la noche, con los pies descalzos sobre una alfombra roja.

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