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SEXO, VIDA Y CONDENA

Capítulo 1

Gabriela Abril es una mujer de 25 años, delgada, de tez blanca, rubia y de ojos verdes. Estudió ingeniería de petróleos y mantenía una relación de amigos sexuales con un joven que había conocido un año atrás. En un momento de intimidad y sin protección con aquel hombre, 6 años mayor que ella, ya profesional, hicieron lo que el deseo les aconsejó y se perdieron entre sábanas mientras se bañaban en gotas de sudor.

Ella mujer de casa, sus padres se habían divorciado cuatro años atrás, no era una mujer de fiesta, trago o vicios. Su tiempo lo ocupaba entre la universidad, su familia y él. Dos semanas después Gabriela, al igual que todas las mujeres, debía recibir la visita de todos los meses, pero no llegó. Ella no se preocupó, ya que pensaba que podría ser estrés, porque cuando se espera, más se demora en llegar. Sin embargo pasadas tres semanas, empezó a ponerle atención, revisó su calendario y aquel día de amor y sin protección era fértil. Sus senos habían crecido y sentía cólicos, y por eso no le puso cuidado a ello porque es un síntoma normal de la regla. Luego empezó a sentirse cansada y con desgano, le daban náuseas y comía muy poco.

Días después le comentó la situación a Andrés, su compañero sentimental, sacó cita médica y decidió hacerse las dos pruebas de embarazo conocidas. Primero la casera, la cual marcó positiva y la cual también podría tener como margen de error el 20%, lo que avivó la esperanza de no llevar vida dentro de ella. Al día siguiente se levantó temprano y fue a hacerse la prueba de sangre, pero los resultados serían entregados un día después, y esas 24 horas fueron eternas para ella.

A la mañana siguiente estaba muy puntual en el centro médico para poder reclamar su resultado y al ser entregado tuvo una baja de tensión, se sentó y al estabilizarse, lo leyó bien, era positivo. Inmediatamente llamó a Andrés y le contó la noticia entre lágrimas, él quedó en shock, además no se encontraba en la ciudad. Ese día buscó la manera de volver para hablar con ella y acompañarla. En la noche se encontraron, dialogaron, revisaron pros y contras de dos opciones: tener o no al bebé.

Pasadas cuatro horas y después de analizar muy bien cada opción, decidieron que lo mejor para ellos era no tenerlo. Esa noche Andrés fue el único que cenó porque ella se sentía con náuseas debido al embarazo, un síntoma que venía padeciendo días atrás. Después de ver varios capítulos de una serie televisiva, decidieron ir a dormir, ella pasaría la noche en el apartamento de él.

Capítulo 2

Al día siguiente sonó la alarma, él se levantó a alistarse para ir a trabajar. Pasados unos minutos salió del baño con la toalla alrededor de su cintura. Gabriela se levantó de la cama y fue a la fría cocina a prepararle el desayuno a Andrés. Mientras él desayunaba no hablaron nada. Cuando iba a irse la toma de la mano y le propone pasar el fin de semana con ella, ya que él quería estar pendiente del procedimiento y de todo lo que esto conllevaba. Ella sin dudarlo, aceptó.

Se dirigieron al medio día a Profamilia y allí pidieron turno para IVE – Interrupción Voluntaria del Embarazo – subieron al piso 2B y realizaron el registro correspondiente y la apertura de la historia clínica. Mientras Andrés la esperaba y acompañaba en este proceso de ambos, ella no estaba aún segura de la decisión tomada, tenía miedo y sentía que no era lo correcto.

Al paso de unos minutos, aparece una doctora de tez negra, alta, con cabello excesivamente rizado y dice: ¡Gabriela Abril! Ella se levanta del asiento y sola camina hacia el consultorio, ya que Andrés no podía acompañarla. Al entrar, cierra la puerta, observa que no es un consultorio pequeño, a la derecha se encuentra el escritorio de la doctora y una silla para la paciente, a la derecha hay una puerta misteriosa y cerrada, frente a ella una mesa con batas tan azules como el inmenso océano de nervios que ella tenía, guantes blancos de látex quirúrgicos, pedazos de gasas con sus peculiares porosidades como las de una esponja, y algunas agujas que ella en ese momento veía tan largas como el camino de aquí a la Luna.

Mientras ella observaba cada pequeño detalle, escuchaba una voz detrás de un muro que decía: Gabriela, deja tu chaqueta y maleta en la silla y ven para acá. Ella obedece y al gesto de la mano de la doctora se acuesta sobre una camilla. Junto a esta había un computador, pero su teclado era distinto, tenía caracteres diferentes y una pantallita. Por sus acabados parecía un equipo del año 1999.

Para ella todo era intriga, no sabía nada de lo que pasaría en ese momento. De un segundo a otro Adelaida, la especialista, le dice que le hará una ecografía para saber el tiempo de gestación, y mientras agita un tarrito transparente con un gel azul por dentro, le pregunta a Gabriela la EPS a la que pertenece, a lo que ella responde: Famisanar. La mujer morena le comenta que ese procedimiento lo cubre ésta en su totalidad, que por ende no deberá pagar un solo peso.

El abdomen de Gabriela se contrae por la temperatura del gel, Adelaida se ríe y le pide disculpas por no avisarle que estaría casi frío como un helado recién sacado del congelador. Dos segundos después su panza vuelve a la posición normal en cuanto el producto es esparcido. La doctora mira el pequeño monitor, y pasados unos segundos le dice a la paciente: Tienes ocho semanas de embarazo, es decir dos mesesitos. Le limpia el gel y le dice que pase al escritorio. Gabriela intenta subir la cremallera de su pantalón que se traba como un viejo cajón y se abotona su jean azul claro y roto como su corazón en ese momento, por la decisión que estaba tomando. Hace lo que dice la mujer y cuando se sienta en la silla frente al escritorio la doctora agrega:

  • Gabriela, para el tiempo de gestación que tienes hay dos formas de realizar la interrupción del embarazo. Te daré dos lecturas, sal, léelas, analízalas y si tienes preguntas me las haces cuando vuelva a llamarte.

Ella sale del consultorio con dichos papeles y se sienta junto a Andrés, le comenta lo sucedido dentro y de inmediato empiezan a leer los documentos juntos. Un método era por medio de pastillas y el otro era quirúrgico. Este segundo se conoce como legrado y consiste en raspar el útero hasta eliminar el feto y la placenta. Y el primer método consiste en tomar una pastilla, la cual detiene el crecimiento del feto, y 24 horas después poner cuatro más debajo de la lengua, las cuales causarían la expulsión del feto y podrían provocar varios síntomas, tales como dolor abdominal, náuseas, diarrea, vómitos y calambres.

El silencio entre ellos después de elegir la forma de aborto, era extraño, entonces ella se recostó en el hombro de él, y éste mientras tanto consentía la cabeza de Gabriela. De repente Andrés le hace una pregunta a Gabriela, por lo cual mantienen una corta conversación:

  • ¿Con qué vamos a planificar?

  • No lo sé. Quiero despreocuparme de estar reclamando pastillas o asistiendo a lugares para ponerme una inyección. Quiero algo que dure años.

  • ¿Y si te pones el cosito del brazo?

  • ¡NOOOO! Esa no es una opción, he escuchado a varias mujeres que han tenido problemas con el Jadelle. Por ejemplo que les dura dos meses seguidos el periodo y otros dos meses sin nada. Me parece que es un desorden hormonal terrible, no quiero nada que me altere de esa manera.

  • Entonces con un Dispositivo Intrauterino.

  • El DIU una buena opción, sólo hay que averiguar los pros y contras, ya que es un método invasivo que va dentro de mí.

  • Me parece perfecto.

Pasados 45 minutos, vuelve a salir Adelaida, llama a Gabriela, ella se levanta, camina hacia el consultorio casi arrastrándose como un pequeño caracol. Tras cerrar la puerta se sienta en la silla que se encuentra a la derecha. La doctora señala y le dice que tome una bata de la mesa, que entre al baño por esa puerta misteriosa y se quite la ropa de la cadera para abajo, que orine si es necesario y que salga cuando esté lista. Dos minutos después, la paciente sale del baño y ve a la doctora junto a la camilla, se dirige hacia allá e Adelaida le dice que se acueste, que la examinará, que ubique las nalgas bien en la orilla y que coloque los pies estirados sobre unos descansadores. Lo anterior para poder mantener las piernas de Gabriela abiertas.

Gabriela hace caso y de pronto experimenta la misma sensación como si le estuvieran haciendo la citología, sentía como un aparatico entraba en su interior, la invadía y luego se abría dentro de ella como la boca de un león cuando va a devorar a su presa. Después de 20 segundos aproximadamente, la doctora retira aquel instrumento de exploración y luego introduce dos de sus dedos, los mueve dentro de ella y al sacarlos le dice, al retirarlos, que todo está bien, que ya puede vestirse y que por favor bote la bata en la caneca roja del baño.

Nuevamente dos minutos después Gabriela sale y con Adelaida mantiene una extensa conversación:

  • Toma asiento Gabriela, quiero que me cuentes qué procedimiento elegiste y que me hagas todas las preguntas que causen duda en ti.

  • Escogimos las patillas, y lo primero que quiero saber es si el aborto es un asesinato.

  • Perfecto. Y respondiendo a tu duda, claro que no. Se entiende como vida humana tener conciencia y esta se adquiere en el momento en que se nace, por ende no es un asesinato.

  • Ok.. la segunda es si recuperaré mi fertilidad o tengo riesgo de perderla.

  • Claro que si. Inmediatamente el cuerpo expulse el feto y su pequeño entorno, recuperas al 100% tu fertilidad, por ello es importante que en el control que tendrás dentro de 15 días, empieces a planificar.

  • ¿Qué método de planificación no hormonal me recomienda?

  • Únicamente el DIU, y además es de los más eficaces, tiene un margen de error del 0,02%. Sin embargo durante el primer mes debes utilizar condón al igual que los días fértiles para tener el 100% de protección.

  • ¿Si me lo quiero poner aquí tiene algún costo?

  • No Gabriela, eso lo cubre la EPS. Tanto la IVE como los métodos anticonceptivos por ley, deben ser cubiertos en su totalidad por estas entidades.

  • Entiendo… tengo otra pregunta…

  • Claro dime…

  • Tengo entendido que el aborto es legal en Colombia únicamente en tres casos: malformación del feto, abuso sexual y riesgo en la salud de la madre. Me estuvieron diciendo que mi caso entra en el tercero.

  • Así es, es aprobado en esos tres casos, y el tercero abarca muchas cosas. No necesariamente se refiere a que la madre esté enferma de cama o de muerte. Si una mujer no está preparada psicológicamente para ello, si el embarazo afecta sus estudios, su vida personal, familiar o profesional, tarde o temprano termina convirtiéndose en un problema de salud para ella, por lo que se puede decir que el aborto en Colombia es legal. El problema es que las personas no se documentan bien.

  • ¿Totalmente legal?

  • Claro! Tú puedes interrumpir el embarazo bajo cualquier criterio. Igualmente si te diste cuenta no te pregunté porqué lo estás haciendo, no es algo que yo deba saber, si me quieres decir bien, sino, no hay problema.

  • Pues realmente afecta mi vida familiar y mis estudios.

  • Te entiendo… te contaré algo. Es muy difícil ser mamá joven, es una bendición, pero realmente es muy complicado sacar adelante a alguien y mi hijo es consciente de eso y también dice lo complicado que ha sido. Yo quedé embarazada muy joven, a los 18 años, quería abortar pero en ese entonces Profamilia no realizaba estos procedimientos y me dio miedo hacerlo en cualquier lugar. Como sabes el aborto en Colombia fue aprobado hace apenas 13 años. ¿Tienes alguna otra pregunta?

  • No señora.

  • Perfecto, entonces ahora las preguntas las haré yo.

Gabriela asiente con su cabeza y segura y tranquila de la decisión que tomó con Andrés. Empieza a  responder las preguntas de rutina que realiza la doctora: embarazos previos, operaciones, infecciones, alergias; a lo que la paciente responde a todas las preguntas negativamente. En seguida la doctora le explica cómo debe tomar las pastillas y post procedimiento, contándole que podría sentir fuertes dolores y recomendándole que se acercara a Profamilia si no presentaba sangrado alguno. Diciendo esto, le entrega unos pequeños papeles que contienen la orden de las pastillas, del control de dos semanas después y las instrucciones del procedimiento. Mientras termina de entregarle a Gabriela esas hojas le informa que debe esperar afuera a ser llamada para la entrega de las píldoras. La rubia agradeció la atención, abre la puerta del consultorio y sale.

Una sonrisa que demuestra seguridad y confianza aparece en su rostro y cuando sale de la habitación busca inmediatamente a Andrés para sentarse junto a él.

  • Wow… qué cambio de actitud, saliste sonriendo, ¿qué sucedió allá adentro?

  • Es verdad. Estuvimos hablando y resolvió mis dudas, no voy a matar a nadie porque no tiene conciencia, esa la adquiere al momento de nacer.

  • ¿Ves? Yo te lo dije. Pero estuvo bien que le hayas preguntado. Me hubiera gustado poder entrar y haberme informado bien de todo.

  • Gracias por estar aquí.

  • Te lo prometí, estaré contigo en todo este proceso.

Al terminar esa pequeña conversación Gabriela vuelve a recostarse sobre el hombro de Andrés. Al paso de media hora vuelven a cruzar palabras:

  • Si quieres ve a la planta y nos vemos esta noche en tu apartamento

  • No, yo quiero esperarte.

  • Probablemente se demore más de media hora.

  • Hagamos algo, esperemos ese tiempo, y si no te llaman me voy. ¿Te parece?

  • Listo muppet.

Pasados los treinta minutos seguían esperando el llamado, Gabriela se levanta del asiento y pregunta si se demoran mucho y le responde la secretaría del área que un poco. Se vuelve hacia Andrés y le comenta la respuesta de la asistente e insiste en que se vaya a trabajar. Él le toma la palabra, y sale directo para la planta de Petrobras a culminar su jornada laboral.

Ella sigue esperando con sus audífonos conectados mientras escucha su playlist favorita. Pasada otra media hora suena su celular, es Andrés, le dice que ya llegó a la oficina y le pregunta que si ya fue llamada y ella niega. Así que se levanta de su silla y se acerca al cubículo:

  • Señorita, ¿será que se demoran en llamarme?

  • ¿Qué estás esperando?

  • Que me entreguen las pastillas

  • No lo sé. Deben estar comunicándose con la EPS para validar la información y la autorización del procedimiento.

  • Pero llevo más de una hora esperando… estoy cansada.

  • Lo siento señorita pero no puedo hacer nada. Tome asiento por favor.

Gabriela se sienta nuevamente y en menos de un respiro sale un grito desde un pasillo que dice: ¡Gabriela Abril! Ella pone los ojos en blanco y se levanta, camina por el solitario, frío y oscuro pasillo. Al llegar a una habitación vió dos mujeres con sus respectivos escritorios y computadores, una rubia que estaba de espaldas a la puerta le dice: Tome asiento por favor. Ella lo hace y enseguida la trabajadora pregunta la EPS, su sangre hierve porque se supone que la demora era por el contacto con ésta. Sin embargo no le queda más remedio que responder.

  • Famisanar.

  • ¿Cómo se enteró que Profamilia hacía estos procedimientos?

  • Internet.

  • ¿Cuándo va a iniciar con la interrupción?

  • Esta noche.

La mujer detrás del computador digita toda las respuestas y segundos después dice:

  • El control queda programado para el 6 de noviembre.

  • ¿A qué hora?

  • Cualquier hora. Viene y se anuncia como hoy y ya.

  • Vale.

  • Entregue este papel en recepción y espere el llamado.

  • Gracias. Hasta luego.

Gabriela se dirige al cubículo y entrega el papel mientras le recomienda a la señorita que por favor no tarden. Quince minutos después la enfermera jefe abre la puerta de un consultorio y dice:

  • Gabriela Abril.

  • Soy yo.

  • Cierre la puerta y tome asiento por favor.

  • Claro.

  • Esta es la primera pastilla. Y estas otras cuatro las debe poner debajo de la lengua 24 horas después de la primera. Probablemente le de diarrea, vómito, náuseas o escalofríos después de que las cuatro últimas se disuelvan, pero es normal.

  • ¿Y si las vomito no pierden el efecto?

  • Claro que no. La forma de que el cuerpo se quede con ellas es por medio de los poros sublinguales, por eso no se las puede tragar y debe esperar a que se disuelvan en su totalidad. Cuando esto pase, toma agua, se enjuaga y se la traga. ¡Ah! y media hora después de la segunda parte del procedimiento, tómese una Buscapina para que el dolor no sea tan fuerte. Si después de esto no lo tolera, tómese otra.

  • ¿Y eso es todo?

  • Deberá estar preparada porque aproximadamente 10 minutos después empezará el sangrado normal.

  • Vale. ¿Es todo?

  • Es todo puede retirarse.

  • Gracias.

Cuando salió de Profamilia mientras caminaba hacia la Avenida Caracas para tomar allí un vehículo de transporte público que la llevaría a la estación de la calle 127, llama a Andrés para contarle las novedades. Su teléfono recibe una notificación, es de la aplicación del banco donde tiene una cuenta de ahorros, Andrés le envió 50 mil pesos para comprar ropa interior, toallas higiénicas e ibuprofeno. A las 6:32pm Gabriela, logra terminar sus diligencias y sale caminando hacia el apartamento de él a cinco cuadras de allí. Al llegar, se toma la primera pastilla, no hay dolor, no hay nada, sólo los típicos síntomas de náuseas por su embarazo por lo que no cena toda la comida y le entrega la mitad a Andrés.

Capítulo 3

A la mañana siguiente se despertó y como algo inusual Andrés preparó el desayuno. Por la tarde, almorzaron con la familia de él y como algo normal Gabriela no comió todo. Después del postre, ella empezó a asustarse y ponerse nerviosa porque se acercaba la hora del dolor.

Se encontraba sentada en el inodoro esperando que hicieran efecto las cuatro pastillas, pero ya estaba cansada, llevaba 20 minutos allí y no sucedía nada. Pero sólo fue salir del baño y acostarse en el sofá para empezar a sentir malestares, sentía como el frío recorría su cuerpo de pies a cabeza y al mismo tiempo como su estómago se contraía y generaba un inexplicable dolor. Andrés la arropaba y abrazaba porque ella temblaba sin poder detenerse.

Dos minutos después Gabriela se levantó del mueble y se fue al baño, al sentarse en la taza, no pudo contenerse y se dió cuenta que presentaba diarrea, pero evacuar no la hacía sentir mejor. Intentó salir dos veces del baño pero aquel síntoma no la dejaba, no podía evitarlo ni pararlo. Cinco minutos después, tras subirse el pantalón de sudadera que llevaba puesto, sintió ganas de vomitar, pero quería evitarlo para quizá no devolver las pastillas, pero fue imposible, lo que sirvió para no sentir más dolor de estómago.

Al acostarse en la cama de Andrés junto a él, se detuvo el escalofrío, y Gabriela pudo dormir por algo más de hora y media. Al despertarse, el calor que sentía en todo su cuerpo la agotaba y tras moverse para cambiar de posición sintió un inaguantable cólico, y en seguida otro y otro, así fue durante 10 minutos aproximadamente, pero el dolor era tan fuerte que se le hizo una eternidad. Pasado este tiempo empezó a sentir flujo que salía como un río por su vagina, se levantó de la cama y al bajarse el panty y sentarse en la taza, vio como si estuvieran botando en el inodoro un balde de agua y sangre.

Gabriela pudo respirar por fin sin dolor, se sentía liberada y tranquila. Mientras tanto Andrés estaba pendiente de todo, fuera del baño, quería entrar para ver pero ella no se lo permitió.

  • ¿Todo bien Gabi?

  • Si, todo de maravilla. ¿Me haces un favor?

  • Si, dime.

Gabriela abre la puerta del baño aún sentada en el sanitario, le pide el favor a Andrés de que le alcance del cajón de ella una toalla higiénica de un paquete morado que tenía escrito Buenas Noches. Mientras Gabriela retira la toalla empapada de su panty, espera que Andrés llegué con una nueva.

  • Gabi… ¿son como pañales?

  • Jajajaja si, esas mismas.

  • ¿Cómo se ponen las mujeres eso?

  • ¿Ves que ser mujer no es sencillo?

Gabriela cierra la puerta del baño y pone “el pañal” en su panty. Al salir mantiene una conversación con su compañero.

  • ¡Andy lo logramos!

  • ¿De verdad?

  • Eso creo.

  • Me alegra. ¿Cómo te sientes?

  • Estoy bien, tranquila y sin dolor.

Capítulo 4

A la mañana siguiente ella se despierta y se acomoda al través de la cama poniendo su cabeza sobre la barriga de Andrés. De un momento a otro empieza a sentir que un líquido recorre su pierna derecha, se asusta y se levanta de la cama, va al baño a la velocidad de Flash y cuando se sienta en el sanitario siente como otro baldado de sangre sale desde su interior. Asustada llama Andrés, mientras retira y envuelve la toalla empapada de sangre.

  • ¡Andrés! Necesito que me traigas pañitos húmedos, otra toalla como la de ayer y unos panty, por favor y rápido.

  • Ya voy. Pero… ¿todo bien?

  • No, estoy sangrando mucho, mira.

Mientras abre la puerta le muestra a Andrés el baño, parece una masacre, había sangre por todas partes, un río de aquel líquido rojo seguía acariciando su pierna derecha, el tapete blanco tenía un par de gotas y el piso también. Cierra la puerta después de recibir las cosas que le pidió a él y varios minutos después sale del baño ya limpio, sin rastro de sangre, bañada y prevenida por lo que acababa de pasar.

Cinco horas después, ella se encuentra en su apartamento, en compañía de su madre y hermana, quienes le preguntan cómo fue todo y ella tranquila les comenta hasta el mínimo detalle. No volvió a tener el inconveniente de esa mañana, así que duerme tranquilamente y se prepara para una semana más de clases.

Capítulo 5

Once días después la cabeza de Gabriela empieza a dar vueltas, estaba arrepentida por haber interrumpido su embarazo, veía mujeres con sus bebés y se preguntaba ¿cómo hubiera sido ser mamá?, en su habitación lloraba desconsoladamente, no sólo por la decisión que había tomado sino porque estaba desesperada porque tantos días con toallas la tenían quemada y lastimada. Lo único que quería era devolver el tiempo para no haber abortado.

A los cuatro días de tener ese sentimiento, tuvo que volver a Profamilia para el control de rutina, para ver que todo había salido bien y que ya podía por fin cerrar ese capítulo en su vida, sólo pensaba en pasar la página y en querer olvidar aquello. Al llegar allí le dijeron que debía pasar al piso 3A, ya que allí le realizarían la ecografía intravaginal.

Siete minutos después de haber anunciado su llegada, Gabriela fue llamada por una enfermera, la cual le dio instrucciones de quitarse toda la ropa de la cintura para abajo, orinar si era necesario, ponerse la bata que le estaba entregando y que pasara a la sala de espera en cuanto realizara eso.

Minutos después sentía como un aparatico largo y angosto, con un condón a lo largo, ingresaba dentro de ella y la invadía, pero éste era diferente al de la primera revisión, este lo sentía más adentro, además la doctora lo iba moviendo como un pez en el agua mientras le dictaba a su ayudante unos datos.

  • Gabriela, ya te puedes bajar de la camilla. Ponte la ropa y espera en la sala de afuera a que te entreguen la ecografía.

La joven hizo caso y en menos de dos minutos de espera ya tenía el resultado, el cual entregó inmediatamente en el piso 2B, mientras hablaba con la secretaria:

  • Señorita buenas tardes, mire la ecografía.

  • Tome asiento mientras la llaman por favor.

  • Una pregunta, quiero que me atienda nuevamente la doctora Adelaida, ¿es posible?

  • Claro. En un momento la llamará.

No pasaron siete minutos y la mujer de tez negra vuelve a mencionar el nombre de Gabriela después de quince días. La rubia se levanta y entra al consultorio. Estando ambas dentro, la especialista notifica a la paciente de la situación.

  • Hola Gabriela, ¿cómo te fue con el procedimiento?

  • Bien, sentí demasiado dolor el día que me tomé las cuatro pastillas pero de resto bien. Pensé que sería menos fuerte el dolor.

  • Es normal. Pero me alegra escuchar que te fue bien. Y… ¿cómo te sientes?

  • Bien, a veces pienso en cómo hubiera sido ser mamá pero evito hacerlo porque me da tristeza.

  • Es normal, pero ya pasará y ya tendrás nuevamente la oportunidad de serlo. Créeme.

  • Eso espero.

  • Bueno Gabriela, debo decirte que debemos repetir el procedimiento.

  • ¿Qué?

  • Así es. Mira, la ecografía muestra que quedaron membranitas dentro de ti, y debemos asegurarnos de que sean expulsadas.

  • Ok… ¿o sea que volveré a pasar por la misma situación de hace 15 días?

  • No, esta vez sólo te daremos dos pastillitas de las que pones debajo de la lengua y no sentirás ningún síntoma. A esto le llamamos refuerzo.

  •  Ok… ¿y eso no sale sólo?

  • Claro que si. Pero aquí decidimos asegurarnos de que eso pase por medio del refuerzo.

  • Si no hay de otra pues si.

  • No te preocupes es completamente normal.

  • ¿Tiene relación alguna con que haya vomitado y tenido diarrea ese día?

  • No para nada. Lo que te digo, es normal.

  • Bueno está bien.

La doctora sale del consultorio y al minuto ingresa nuevamente con la orden de las pastillas de refuerzo. Y le aclara a Gabriela que debe volver dentro de ocho días para verificar que ya no haya membranas y para instalar el dispositivo intrauterino.

Capítulo 6

Ocho días después todo está en orden, realizan lo que estaba programado y Gabriela sale del consultorio con dolor de vientre por la instalación del método anticonceptivo. Cuando va entrando a la estación de Transmilenio decide correr para alcanzar a subirse a la ruta que la llevaría a su destino. Ingresa al vehículo y 30 segundos después empieza a sentir como las extremidades y el contorno de sus labios se duermen, y entiende que está viviendo un pre síncope, esto quiere decir que en ciertas situaciones su tensión se baja y su corazón no reacciona. La sangre se acumula en sus piernas y no sube al cerebro, lo que que genera, si no se controla, un desmayo. Pero es normal, ella sabe como manejarlo.

En la siguiente estación se sube un hombre a pedir dinero, pero ella empieza a perder la audición, síntoma que nunca había sentido. Se debilita y a dos segundos de sentir que caía al suelo, le pide el asiento a una mujer y ella con gusto se lo da. Gabriela intenta recuperarse pero es difícil. Llegando a la estación de calle 74 empieza a recuperar la audición y su tensión empieza a normalizarse. Comienza a sentir que se pierde la conciencia, cierra sus ojos y cuando los abre nuevamente, va pasando por el portal norte.

Al llegar a la estación de la calle 187, decide pedir acompañamiento para realizar el transbordo a un SITP. Se estabiliza allí adentro y empieza a pensar nuevamente en el hecho de haber sido madre. Pero mientras ella piensa eso, desconoce que por haber interrumpido su embarazo sin ninguna certificación médica de que afectaba su salud psicológica, podría ir a la cárcel durante 4 años, ya que la sentencia c 355 de 2006 de la Corte Constitucional Colombiana aclara los casos permitidos y especifica que cualquiera debe estar certificado por un médico.

El punto a favor es que interrumpió su embarazo y según las órdenes que tiene en su poder dice que tenía trastorno de depresión y bajo ese concepto puede ser practicado el procedimiento. El punto en contra es que si alguien diferente a ella sabe de eso puede poner una denuncia por aborto y la Fiscalía deberá investigar que efectivamente es culpable y que no sufría de este trastorno, pero de lo contrario el caso será enterrado y no habría pena carcelaria para Gabriela.

Pero, para qué más pena, ella se había condenado a cadena perpetua por la decisión tomada. Cada uno de sus días buscaba en internet las etapas del embarazo y miraba cuál hubiese sido su semana de gestación, e imagina el desarrollo de su hijo.

Gabriela cree que tomó la mejor decisión para su vida y está tranquila a pesar de pensar todos los días en el ¿qué hubiera pasado?

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