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Los enredos políticos de la economía colombiana

Fuente: Wharton Universia

Las relaciones entre Colombia y sus principales socios comerciales en la región no pasan por su mejor momento. El tratado entre Colombia y EEUU, que permite a las tropas estadounidenses utilizar hasta siete bases militares en el territorio sudamericano, suscitó un intenso debate durante la reciente cumbre de los doce miembros de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), celebrada en Bariloche, Argentina. La función de UNASUR es crear un espacio de integración en aspectos como la política, la cultura, la economía, etc., mediante el diálogo

Si bien para Colombia el acuerdo reviste una especial transcendencia para su futuro inmediato, dado el grave y endémico problema que representa para el país desde hace medio siglo la conjunción del narcotráfico y el terrorismo de las guerrillas marxistas-leninistas Farc, el llamado narcoterrorismo; para países como Venezuela o Ecuador el acuerdo es una injerencia estadounidense más en la región.

La Administración norteamericana pretende frenar la entrada de droga a su territorio y el Gobierno colombiano espera que la presencia militar de EEUU ayude a acabar con el problema del narcoterrorismo. Se trata, en opinión de Rafael Pampillón, profesor de Economía de IE Business School, “de un ejército poderoso, avanzado en estrategias militares, que puede ayudar a reforzar la capacidad operativa de las tropas colombianas”. Sin embargo, para Eduardo Guacaneme Pineda, vicedecano de la Escuela de Empresa (EDE) de la Universidad Sergio Arboleda, en Colombia, la presencia militar es más que nada un elemento adicional disuasivo que puede ayudar a que las partes involucradas en el conflicto, en algún momento, se sienten a negociar. “El uso exclusivo de la vía armada no resuelve ningún problema per se; lo que sí permite es obligar a quienes están enfrentados a entender que, cuando se comprueba que las vías de hecho no son posibles, es necesario pasar a otros escenarios”.

El descontento por el acuerdo entre Bogotá y Washington ha molestado especialmente al presidente venezolano Hugo Chávez, principal abanderado del antiamericanismo en la región, que se ha visto apoyado en sus reivindicaciones y quejas por Ecuador, Bolivia o Argentina. El presidente venezolano, que desea extender su revolución bolivariana por todo el subcontinente y cuyo país, además, comparte frontera con Colombia, teme una posible invasión de su territorio o el espionaje de las tropas norteamericanas desde el territorio vecino, según explica Pampillón.

En la misma línea, Guacaneme añade que, históricamente, las relaciones entre Colombia y Venezuela han servido para, en época electoral venezolana, crear un sentimiento nacionalista que genera votos. “Si a eso se le suma que Chávez, en muchos temas, se considera dueño de la verdad absoluta y que la presencia permanente de tropas norteamericanas es un claro obstáculo para su proyecto político expansionista, explica porqué el presidente venezolano toma el asunto como propio”.

Aunque, en esta polémica, las naciones latinoamericanas alejadas de las tesis chavistas, como Perú, México, Brasil o Chile, han estado más cerca de Venezuela y Ecuador en sus posiciones. En el caso de Brasil y Chile, puntualiza Pampillón, “más por razones populistas y electoralistas, ya que tienen referendums muy pronto. No cabe duda de que el imperialismo no vende políticamente. Se han pedido más explicaciones (a Colombia) de las que se deberían pedir, pero a la hora de la verdad, nadie hace nada”.

Y es que según los expertos, la pretensión de Chávez era montarle al presidente colombiano, Álvaro Uribe, una suerte de proceso político en la conferencia de Unasur. Sin embargo, la reunión en Argentina tuvo un saldo bien distinto. Tal y como explica Guacaneme, “cada quien se declaró vencedor sobre todos los demás, lo cual ya implica una lectura errónea de los objetivos de una asociación al estilo Unasur. En la medida que la objetividad lo permite, todos obtuvieron triunfos y derrotas”. Sin embargo, el vicedecano de EDE considera que el más beneficiado de estos desencuentros regionales “es el liderazgo que continúa ejerciendo Brasil”. Un punto de vista con el que coincide Pampillón, que señala que “Brasil se ha convertido en el árbitro de América Latina. Está a bien, por un lado, con Argentina y Venezuela y, por otro, con Chile y México. A la hora de la verdad, es la primera economía de la región, la más industrializada y ahora tienen petróleo”, señala, refiriéndose a los enormes yacimientos descubiertos por la petrolera estatal.

La onda expansiva

Lo cierto que el asunto de las bases ha abierto una nueva brecha entre Colombia y Venezuela, el segundo destino de sus exportaciones después de EEUU, que puede tener repercusiones a nivel comercial y empresarial. Pampillón destaca la distinta naturaleza de las exportaciones colombianas a ambos países: “Las exportaciones a EEUU son de productos de bajo valor añadido: petróleo y sus derivados (53%), carbón (11%), café (6%), flores (9%) y oro (5%). En cambio, dice, las exportaciones a Venezuela son en productos de alto valor añadido: coches, autopartes o componentes para vehículos, alimentos, bebidas, productos químicos y prendas de vestir. Estados Unidos acapara el 35% de las exportaciones, es un socio privilegiado. A Venezuela, sin embargo, exporta aproximadamente el 15%”.

Guacamene añade que “ser el mejor aliado de EEUU en América del Sur pesará para que el próximo año se apruebe el TLC (Tratado de Libre Comercio) con Colombia”. Pampillón también cree que los colombianos esperan que el acuerdo militar acelere el proceso del TLC con EEUU. “Durante muchos años, ha estado en el frigorífico debido a que, con Bush, el Congreso, de mayoría demócrata, no lo aprobaba porque no quería crear tensiones sindicales”.

Sin embargo, Guacamene, piensa que Colombia puede estar sobrevalorando la utilidad de este acuerdo comercial. En su opinión, esto se debe a que “la implementación de un TLC no es inmediata. Muchas de sus normas implican ajustes institucionales no menores a dos o tres años y, posteriormente, hay que iniciar un camino de implementación que no es ni fácil ni corto. Si se hace un rápido cronograma de aprobación en 2010, y ajustes en 2011 y 2012, implica un inicio de aprovechamiento a partir de 2013 o 2014”. Él cree que la mayoría de los colombianos no tiene este calendario claro e “imagina que, de manera automática, al día siguiente de una aprobación del TLC por parte de Estados Unidos, la situación del comercio va a cambiar, cosa que no es cierta”.

Por otro lado, Guacaneme añade que el TLC no va cambiar los problemas estructurales de la economía colombiana. En cuanto a Venezuela, el vicedecano de EDE señala que el comercio seguirá decreciendo debido a que “más allá de la voluntad de los empresarios, temas como el manejo de divisas -que también afecta a empresarios de otros países como Brasil- hace que los dos países inicien el largo camino de sustitución de mercados; pero por un efecto inercial el comercio del corto plazo continuará. Puede preverse, no obstante, como ya está ocurriendo, que por otra parte haya un efecto de migración de empresas, capitales y empresarios de Venezuela hacia diversos países, principalmente Colombia”.

Guacaneme prevé que con Ecuador, el segundo destino de las exportaciones colombianas en la región, haya una restauración de las relaciones políticas, lo cual permitirá que se sigan estabilizando las relaciones comerciales. Al iniciarse el segundo semestre de 2009, Ecuador impuso medidas arancelarias a más de 1.000 productos importados desde Colombia. El presidente del país, Rafael Correa, muy en sintonía con Hugo Chávez, justificó la salvaguardia declarando que «hay que tomar nuevas medidas para proteger aún más nuestro sector externo que es el talón de Aquiles de la economía, producto de la dolarización», que rige en el país desde el año 2000, cuando se sustituyó al sucre por la divisa estadounidense.

Y añadió: «Colombia nos puede devaluar el peso en 30%. Nosotros no podemos responder, perdemos competitividad, se empieza a importar y no se exporta nada a Colombia, por eso hemos puesto salvaguardias cambiarias a Colombia, lo cual lo permite la Comunidad Andina de Naciones (CAN)», dijo. «Como no podemos devaluar tenemos que protegernos en algo frente a la devaluación del peso (colombiano)». La CAN es una comunidad constituida por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, cuyo objetivo es desarrollar la integración andina, suramericana y latinoamericana. Antes de 1996, era conocida como el Pacto Andino o Grupo Andino.

Pero para Guacaneme, el mensaje final para Colombia es claro: “Debe reflexionar profundamente sobre diversificación de mercados y realineamiento de productos para otro tipo de consumidores”. Un informe coyuntural del mes de julio elaborado por el Cieca (Centro de Investigaciones Económicas, Contables y Administrativas), de la Universidad de Medellín, en Colombia, para la red Econolatin, hacía un llamamiento similar y describía cómo a la contracción de la demanda interna del país se había sumado la visible disminución de las exportaciones hacia los diferentes destinos. “No sólo la demanda de Estados Unidos se contrajo, sino que las exportaciones a Venezuela seguirán disminuyendo por su retiro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN)”, señalaba el informe. En 2006, Venezuela se retiraba de la CAN con el argumento de que los Tratados de Libre Comercio suscritos por Perú con EEUU eran contrarios a la normativa e instituciones de la organización.

“Éstos (EEUU, Venezuela y Ecuador), que son los tres socios más importantes del país (alrededor del 70% del comercio exterior), se están distanciando, todos por razones diferentes y no se están construyendo relaciones alternativas con terceros países, sino que se están haciendo esfuerzos infructuosos por recuperar esas relaciones construidas durante más de tres décadas”, añadía el informe.

Un futuro de luces y sombras

A pesar de todo, Guacaneme es optimista respecto al futuro económico del país. Para él es evidente que si los tres principales socios comerciales de Colombia tienen problemas políticos o económicos, ello afecta directamente a la economía colombiana. No obstante, dice, “se esperaba que los indicadores fueran peores a estas alturas del año. No quiere decir ello que ya hallamos superado todos los escollos, pero el impacto ha sido menor que el inicialmente pronosticado”. Pampillón también se muestra optimista respecto al desempeño de la economía colombiana y señala que, en 2009, es muy probable que la economía conserve, de media, un ritmo negativo de crecimiento (-1%), pero en 2010 la evolución ya será positiva (2,5%). En su opinión, el resto de países de la región también empezarán a ver la luz a final del túnel en 2010, todos menos Venezuela, cuya economía decrecerá un 2,7%.

También son optimistas los empresarios colombianos sobre el fin del ciclo contractivo de la producción y ya están celebrando un nuevo récord de baja inflación, según indica otro informe del Cieca del mes de agosto. Esto, dicen, a pesar de los problemas políticos y diplomáticos con sus socios y vecinos. El informe señalaba, sin embargo, que con respecto al sector externo y al comportamiento de la tasa de cambio están apareciendo nuevas preocupaciones, porque el proceso de revaluación esta vez no está reflejando la salud de la economía colombiana, sino todo lo contrario. “En el ambiente empresarial ronda pues un optimismo moderado, mientras que para los trabajadores y desempleados la situación continúa deteriorándose”.

Para el Cieca, las consecuencias inmediatas de la crisis política han sido la suspensión de exportaciones de varios productos a Venezuela, “con efectos negativos para empresarios colombianos de varios sectores y el desabastecimiento de algunos productos básicos en Venezuela, donde Colombia es el principal proveedor por razones económicas y geográficas, como la carne, huevos y otros alimentos”. En opinión de los analistas, en el futuro cercano el desenlace puede ser muy negativo, “dado que los empresarios colombianos están desconfiando del mercado venezolano por la inestabilidad de las relaciones comerciales y Venezuela está haciendo esfuerzos por crear una desviación de comercio hacia sus socios del sur, con quienes tiene más cercanía política”.

También creen que el Gobierno de Ecuador tardará varios meses en desmontar la salvaguardia. “Al iniciar su segundo período, el presidente de Ecuador ha endurecido su posición frente a Colombia, por el distanciamiento político que continúa consolidándose”.

El equilibrio de relaciones

En opinión de Guacaneme, es imposible que Colombia maneje o mejore las relaciones simultáneamente con sus tres principales socios comerciales “en la medida que los presidentes de otros países no sean coherentes con sus planteamientos. Por ejemplo: justificar la carrera armamentista propia y exigir el respeto por la autodeterminación de los pueblos”, dice refiriéndose a Venezuela, “y, de otra parte, criticar la posibilidad que con base en esa misma autodeterminación otros países no puedan decidir soberanamente”.

Y añade que Colombia, históricamente, ha tenido buenas relaciones con otras naciones. En su opinión, lo que actualmente esta ocurriendo es que “los demás países sólo ven una parte del comportamiento del Gobierno: un acuerdo de apoyo militar. Pero no están teniendo en cuenta la causa: una guerrilla declarada y reconocida mundialmente como terrorista que sigue existiendo gracias a los fondos que se procuran a partir del narcotráfico. Colombia ha asumido mundialmente una guerra que no sólo le afecta a ella: un caso típico es verificar cómo se ha clonado el fenómeno del narcotráfico colombiano, por ejemplo, en países como México”. Actualmente, el Gobierno mexicano se encuentra luchando con todas sus fuerzas contra el narcotráfico que, de momento, se ha saldado con un reguero de muertes.

En el escenario político interno, la Cámara de Representantes de Colombia aprobó recientemente el proyecto de ley de referendo que permite al presidente Álvaro Uribe optar a una segunda reelección inmediata si decide presentarse como candidato en 2010. En el referéndum se sometería a consulta de los colombianos el siguiente texto: «Quien haya sido elegido a la Presidencia de la República por dos periodos constitucionales, podrá ser elegido únicamente para otro periodo». Esto ocurrirá sólo si Uribe decide finalmente presentarse a las elecciones de 2010 y después de que la iniciativa sea aprobada por la Corte Constitucional en un plazo máximo de 90 días, el último requisito para que el presidente colombiano se mantenga en el poder durante un tercer mandato.

Aunque no se descarta que el ex ministro de defensa, Juan Manuel Santos, pueda ser finalmente el candidato de centro derecha en las próximas elecciones, algo que complace a Pampillón: “Aunque la decisión de Uribe de presentarse a la reelección fuera por la vía constitucional y es muy capaz de terminar el trabajo que ha empezado, si se presentara Santos y saliera elegido, la situación tampoco cambiaría tanto. Habría continuidad política y no hay que olvidar que la izquierda, en la oposición, está muy dividida”.

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