T.V. DE ELOGIO AL REDNECK

Estos programas han sido traducidos al español, y tienen excelentes ratings en Latinoamérica, a punto que la familia Robertson tiene programada una gira promocional por Latinoamérica para el 2014.
Redneck es un término despectivo usado en referencia a los “basura blanca” norteamericana, granjeros, cazadores, e incluso habitantes de ciudad del sur de los Estados Unidos. Es sinónimo de ineducado, vulgar y campirano.
En los Estados Unidos puede ser muy ofensivo llamar redneck a alguien, pero los propios habitantes de los estados del sur, se autodenominan como rednecks. Éste término es análogo, a la palabra “nigger”, que se emplea para designar a los afro-descendientes estadounidenses, y según el contexto e interlocutor, puede o no ser una ofensa.
Refirámonos al redneck de forma no despectiva, sino, como un anglicismo que denomina a un grupo determinado de habitantes de un espacio geográfico determinado, con unas costumbres comunes y una especie de cultura propia. La palabra redneck, que traduce literalmente cuello rojo, cobra sentido al darse cuenta que los trabajos del campo, como el arado, el arreo de ganado y la caza, al realizarse en el clima veraniego del sur y centro de los Estados Unidos, quema el cuello de quienes realizan la labor. Al ser éstos de piel blanca, su cuello que se expone directamente al sol, (pues casi todas estas actividades implican tener la cabeza en dirección al suelo) termina quemándose.
Como los campesinos del altiplano cundiboyacense, que resultan con sus mejillas coloradas por trabajar en el inclemente frio de la mañana andina, que con sus heladas resulta quemando los rostros de estos trabajadores de la siembra y la cosecha, un asunto que los hace identificables; el redneck es un estereotipo, que en su acepción positiva traduciría algo así como “chapiado” o “jeticolorado”, pero que más comúnmente significa “Campeche”.
Los estadounidenses, sobre todo los del norte y la costa este, sentían vergüenza del conciudadano redneck, por representar ese lado oculto, que la política internacional estadounidense siempre oculta: “la pobreza, el trabajo manual, la des-industrialización, la suciedad, la falta de educación, la incivilización, lo burdo, y lo feo” de un país que se vende al mundo como perfecto.
No obstante, de unos pocos años para acá, el redneck se revindicó como parte de la cultura norteamericana, como identidad nacional y distintivo físico y mental respecto a otros habitantes del mundo. Ser redneck pasó de ser algo negativo, a ser un acto de patriotismo e incluso de convirtió en un fashion statement.
El poder de los medios masivos fue el gran gestor de este cambio de pensamiento. La tv norteamericana bombardeó el primetime con programas sobre rednecks. Posiblemente el primer programa en abordar el mundo redneck con algo de burla y una crítica directa fue The Simpsons, con el redneck más famoso de todos, Cletus Spucker. El campesino de la serie, que está casado con su madre-hermana, y tiene 23 hijos con extraños nombres, ha tenido relaciones sexuales con la puerca de la granja y se realiza procedimientos quirúrgicos él mismo.
Cletus, es la crítica al redneck más severa que se puede encontrar en la televisión norteamericana: encarna el incesto, un asunto tristemente común en el campo; el control natal y el machismo, el bestialismo y la carencia de educación entremezclada con ese sentimiento de rechazo por todo lo tecnológico (incluyendo la ciencia médica). No obstante Cletus nos produce gracia. Su amorío con una gallina, el cariño por su vieja camioneta de estacas, los nombres de sus hijos y hasta el ridículo tatuaje en su brazo, pasando por su analfabetismo, a pesar de saber firmar su nombre en letra palmer con caligrafía impecable, son motivo de risa.
Y de esa risa burlona, pasamos al elogio y la exaltación, que empezó gradualmente con programas de la llamada “televisión cultural”, como Trabajo Sucio, de Discovery Channel, donde se buscaban los trabajos más degradantes en Estados Unidos. Éste programa exalta la función y labor de los sectores marginales que son los que casi siempre se dedican a estos trabajos sucios, no sólo rednecks; latinos-chicanos, afroamericanos e ilegales, son los trabajadores más sucios de la Unión Norteamericana.
Gracias a esto, la tv norteamericana se dio cuenta que la vida redneck llama la atención. Los documentales sobre el sincretismo y aislación de las comunidades Amish-anabaptistas más radicales, empezaron a puntear en el primetime gringo, llegando a competir con series de alta producción.
El Amish es un tipo diferente de redneck, un redneck radical, cristiano devoto, que decide abandonar todo rasgo de civilización occidental para vivir al estilo decimonónico campesino. Y esto llama la atención del televidente, porque los propios gringos desconocían que en sus campos existen comunidades de esa índole.
Existe también un tipo de redneck muy distinto al Amish, un redneck de ciudad, usualmente racista, blanco, conservador y cristiano. Los documentales sobre la hermandad aria, harlistas, neonazis y movimientos anti-inmigración, que proliferan en el estado de Texas, muestran otra cara del redneck, el citadino. Incluso, por sus posturas y su origen, el expresidente George Bush, es considerado por las facciones más progresistas norteamericanas, como el redneck más famoso y poderoso.
Hay también varios programas sobre niños redneck: Dance Moms, sobre unas señoras que quieren convertir a sus hijas en bailarinas de la noche a la mañana. Otro de estos programas Toodles and Tiaras (conocido como Princesitas en Latinoamérica) sobre los concursos de belleza infantil en Estados Unidos, donde niñas de escasos años de edad compiten por ser la más bella del país mientras sus padres son unos obesos y disfuncionales esposos.
Y claro está, no podemos olvidar el epitome del redneck citadino: Honney Boo-Boo, spin of de princesitas que trata sobre la vida de una niñita obesa y su familia; entre mocos, babas, mantequilla, donas, maquillaje y vulgaridades, se desarrolla esta historia, que no tiene otro plot que filmar las ocurrencias de esta disparatada y desagradable familia. Un programa que ha roto records de audiencia, y de desagrado.
Famosos son los programas pseudo-culturales como Duck-Dinasty, que muestra la vida de unos cazadores redneck. Sus barbas a lo zz-top (de hecho la legendaria banda es el soundtrack de la serie), la cacería de patos, el té helado, las armas y su estilo de vidad de “nuevo rico”, recuerdan a los Beverly Hillbillies (los Beverly Ricos), esos locos campiranos que descubren petróleo en su propiedad y se trastean a Los Ángeles. En el caso de Duck-Dinasty, la mina de oro de la familia Robertson, son los silbatos para patos.
Aunque el programa se caracteriza por el humor y las ocurrencias de esta alocada familia redneck, donde sobresale el tío Sy, un veterano de la guerra de Vietnam (porque el servicio militar también hace parte de la cultura redneck), llama la atención los momentos en los cuales los abuelos comparten espacio con sus nietos, y se ve la diferencia entre la vida del redneck campirano y la del joven redneck citadino, que incluso busca olvidar sus orígenes.
Y así es como la tv norteamericana ha salvaguardado la imagen del redneck, pasando de un insulto al campesino, a un modo de vida simpático y gracioso. Estos programas han sido traducidos al español, y tienen excelentes ratings en Latinoamérica, a punto que la familia Robertson tiene programada una gira promocional por Latinoamérica para el 2014. El público latino comprendió la mentalidad redneck y se divierte con ella.
Mientras, en nuestros campos, nuestros campesinos no gozan de la popularidad del redneck gringo. Ser campesino en Colombia sigue siendo un trabajo subvalorado, que sólo se recuerda cuando un paro agrario deja sin alimento a las grandes ciudades, y universitarios que no saben cómo se cultiva una papa, resultan “poniéndose la ruana”.
Nos dejamos embelesar del redneck gringo, de su simpática vida de campesino norteamericano. Nos bombardearon con “White Trash” gringo, y lo recibimos con brazos abiertos, mientras nuestro propio país si apenas lee un libro al año.
Así como los medios gringos ensalzaron al redneck y lo convirtieron en algo venerable, nuestros medios hicieron de los problemas del campo colombiano, algo común. Ya no nos duele la pobreza, y e ignoramos la propia ignorancia de nuestra nación. Somos un país de rednecks mentales, y por eso cadenas gringas pueden venir con televisión basura a transmitirnos porquería audiovisual, mientras nuestros propios campesinos se joden muriéndose de hambre, y nuestros niños cada día más se parecen a la inmunda honey boo-boo, concentrados en la banalidad y no en la educación.
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