ATRAPADOS EN EL MUNDO DE LOS PIXELES

Desde el control de los padres hasta leyes de carácter nacional están involucrados en los videojuegos.
La forma en que las personas satisfacen su necesidad de entretenimiento han cambiado a pasos agigantados, particularmente en las últimas décadas. El mejor referente de este avance son los videojuegos, y esto se demuestra con la no despreciable suma de $ 13.26 billones de dólares (casi 26 trillones de pesos colombianos) que vendió está industria en Estados Unidos el año pasado, según datos de Home Media Magazine.
Esta no tan nueva forma de entretenimiento permite a los usuarios interactuar en un mundo virtual, donde son los héroes y protagonistas de las múltiples historias que ofrece esta industria.

¿Pero dónde está el límite entre un simple gusto y una fuerte obsesión?
Los videojuegos surgieron en los 70, con la primera consola comercial, la Magnavox Odyssey, y con un primer juego en formato digital, bastante arcaico, llamado Pong, o telebolito como se le conocía en Colombia.
Hace 30 años este tipo de juegos solo se podían encontrar en grandes torres de plástico, que nuestros padres conocieron como “arcades” o “maquinitas”, porque solo desde hace 25 se empezó a popularizar la idea de la consola casera, la cual brinda la posibilidad de jugar en frente de la pantalla del televisor, “haciendo que se les vuelvan los ojos cuadrados”, según los adultos de aquella época.
Esa generación, que nació y vivió en los 80, y los demás de ahí en adelante han cargado siempre con la influencia de los medios electrónicos, lo cual, desde ese entonces, ha sido aprovechado por los padres para echarle la culpa a los juegos de video del pésimo rendimiento escolar, la falta de sociabilidad e incluso de algunos problemas de salud de los niños y adolescentes.
Sin embargo, no todo es producto del escándalo de padres exagerados. Édgar Javier Rodríguez, especialista en adicciones y terapeuta de la fundación Labor de Vida, sostiene que los videojuegos sí pueden generar una dependencia y una adicción, clínicamente conocida como ludopatía.
Rodríguez afirma que: “La ludopatía es la adicción al juego, y aunque la gente lo ha asociado principalmente a los juegos en los casinos, en el sentido amplio de la palabra la ludopatía aplica a todas las personas a quienes se les genera un desequilibrio en su vida emocional, psicológica, familiar, laboral, cuando dedican mucho tiempo a un juego, lo cual también aplica para los videojuegos.
Los ludópatas siempre quieren ganar, y en este caso a la persona se le vinculan dos síntomas que son muy particulares: la obsesión y la compulsión. La obsesión se ve cuando todo el tiempo la persona quiere estar jugando y, sin importar en que situación se encuentre, su prioridad va a ser jugar; y la compulsión es el acto repetitivo en el que se mete en el juego y se le olvida el resto del mundo.”
Además este especialista aclara que la ludopatía no se da por el interés de obtener una bonificación en dinero, sino simplemente por el hecho de ganar: “He acompañado a muchos ludópatas con mucho dinero a quienes no les interesa ganar más plata, se trata de la obsesión por estar ganando, por estar en ese ambiente; por eso, el adicto pierde su foco, como se dice en psicología, y el equilibrio de la vida; deja de comer, deja de invertir en él, deja de socializar con su familia, se aísla, no le interesa tener amigos, no le interesa salir, tener una vida como los demás.”
Por su parte Mateo Santos, redactor sénior de la revista Enter, la más importante de tecnología en Colombia, dice que la mala imagen que se tiene de los videojuegos es porque muchas veces se les asocia con violencia, pérdida de tiempo, falta de ejercicio, y muchos otros males de los cuales, realmente, no tienen mayor responsabilidad.
Juegos políticos
Colombia nunca ha sido uno de los países vanguardia en el tema tecnológico, y siempre ha dependido de las grandes potencias en este campo, no posee un sistema propio de clasificación para los videojuegos y consolas, sino que ha adaptado uno extranjero, en este caso el americano.
Según Gloria Stella Díaz, representante a la Cámara y ponente de la ley 1554 de 2012, la única norma de carácter legal que reglamenta a los videojuegos y a los establecimientos donde se encuentran las populares ‘maquinitas’, explica la importancia de una ley de este tipo: “La principal motivación para sacar adelante esta iniciativa legislativa está en que no hay ningún tipo de control en estos establecimientos frente al contenido de los videojuegos que allí se presentan…,quienes ingresan a estos sitios deben tener la garantía de que van a hacer algo didáctico y no a exponerse a peligros derivados de la falta de administración, por una falta de control.”
Aunque la ley fue establecida el 9 de julio del 2012, la congresista asegura que la norma es incompleta, ya que ésta solo se puede aplicar para la venta en establecimientos: “La ley sirve para los establecimientos comerciales, no podemos controlar lo que sucede al interior de los hogares”.
Trabaja en lo que te gusta y nunca tendrás que trabajar
Pedro Delgado es un administrador de empresas de 32 años, de los cuales ha dedicado 20 a los videojuegos, y 10 a su propia tienda. Toda una vida pegado a las “maquinitas”. Además de su responsabilidad de dirigir su negocio de videojuegos, también tiene otra como padre, y sabe, porque lo ha vivido en carne propia, cuan atrapante es el mundo de los pixeles.
Ya que este mundo es su hobby, ha sabido llevar con bastante equilibrio sus responsabilidades y sus horas de diversión, y esto es lo que busca inculcarle a sus pequeños.“Mis hijos, mientras cumplan con sus deberes, yo los consiento en sus hobbies, porque ellos son súper video jugadores; pero igual, eso sirve para abrocharlos, porque si sacan una nota mala o algo, de ahí se castigan.”
Jugar para vivir – vivir para jugar
Julián Delgado ha sido fanático de los videojuegos desde los ocho años, y más de diez años después reconoce que, aunque los juegos han sido parte importante en su vida, también le han ocasionado más de un problema.
“Pasaba más de 10 o 12 horas jugando, así tuviera otras cosas que hacer…, de 18 materias que veía en el colegio, perdí 14”. Contó, con algo de remordimiento por todo lo que ya pasó, y confiesa que dejó en un segundo plano muchas cosas importantes por dedicarse a jugar.
Esos días en los que se la pasaba jugando quedaron atrás; perdió el interés, tal vez porque maduró, tal vez porque se hastió de ver cómo se pasaba su tiempo pegado a la pantalla del televisor, o tal vez porque se le dañó la consola.
Reconoce que las consolas afectaron parte de su vida académica y asegura que el principal problema de los videojuegos es la incapacidad de algunas personas de ejercer el autocontrol: “Una vez tenía que ir a un examen de recuperación de una materia. Me encontré con unos amigos que también tenían que recuperar y, en cambio de entrar al colegio, nos pusimos a ‘echar’ Play (Station 1) y se nos pasó el tiempo”.
Muchos de quienes juegan lo hacen simplemente para entretenerse y pasar un buen rato, otros se involucran tanto en este mundo que lo integran a su diario vivir, sin convertirse en adictos, aunque dediquen muchas horas al día a perfeccionar sus jugadas, aprenderse todos los trucos de combate, mejorar sus tiempos de carrera y superar sus puntajes.
Ellos, por lo general, no se encierran en un solo videojuego, sino que buscan la variedad de categorías por jugar. Deciden no vivir solo su vida, sino muchas más.
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