ALTUS

Un porrito en el «Bronx»

Ahora, solo queda abrir los ojos terminarse la pola, el moñito y mirar… Puesto que,  por mas armas, drogas, dolor, enfermedad, alcohol, injusticia, y desolación que vea allí no se podrá hacer nada, por la simple y llana razón que allá lo único que prima es la vida propia.

Un porro y una cerveza en medio de una tarde lluviosa y un cielo totalmente gris, sentada casi en las tablas, en un sillón sin espuma con flores rojas  y algo viejo,  escuchando mas de dos rockolas a la vez, quizás con una de las personas  más audaces, intrépidas  y con mas bizarría que pueda conocer enfrente mío.

Con esto hago referencia  a un “saya”.  Son ellos los  encargados de controlar quien entra y quien sale, los que con solo un gesto, movimiento o mirada pueden llevar la vida de una persona al cielo o al infierno. Porque siempre hay que recordar la primera regla:  “así uno no se de cuenta siempre lo estarán observando”. En vista de todo esto miro a mi alrededor  y pienso: “por mas cintas de colores  que adornen el cielo del Bronx  no puede existir otro lugar tan excesivamente gris”.

Ya dentro de este contexto, lo cierto es que las personas que habitan o frecuentan la calle del susto, son eso: personas. Personas que solo se dejaron llevar por el éxtasis de la avaricia y la adicción. Personas que llevan consigo desde los rostros mas monstruosos y temibles hasta los mas indefensos y frágiles.

Como lo era el de aquel niño de mas o menos 10 años de edad, quien mendigaba la platica de un porro y hasta se arrodillaba por “ un tintico para el dolor”.

¿Dolor? ¿cuál dolor, si  solo está lloviendo y su apariencia física no refleja ningún malestar?… bueno, tal vez eso desde la perspectiva de mis zapatos.  

Lo mas probable es que ese niño con apenas esa edad  y esa piel tan blanca, suave y con  harapos  de algún uniforme de alguno de los colegios de nuestro país,  haya sido testigo y haya experimentado las experiencias mas temibles, pues aunque su rostro refleje fragilidad su mirada ya esta perdida, pues  ya no tiene sentido alguno.

En todo caso y en contraste con esto, existe otro aspecto realmente relevante y se manifiesta en las masas de poder que controlan este sitio. En vista de que los “sayas” con armas y los “duros del chuzo” realizan constante presencia en las diferentes tiendas de la calle del «Bronx», por supuesto controlando sus “negocios”.

Pues allí, no solo se manejan las cantidades minoritarias que muestra la policía en sus allanamientos de drogas, alcohol y armas y que es anunciada a gritos por distintos medios de comunicación, sino que encima de esto, es una cuestión de poder y control  de no solamente la calle del «Bronx»  sino también de la mayoría de “ollas” de la ciudad y de la vida de muchos niños, adultos y sobretodo jóvenes  de Colombia.

Aunque no parezca veraz, la mayoría de las personas que llegan a esa “ calle” lo hacen por simple diversión y seguridad.

En esas tres cuadras todo absolutamente todo es legal y con esto me refiero desde mandarle la mano a los senos a una joven de escasamente trece años, hasta  encontrarse con personas con los trajes mas elegantes  “firmando negocios”, y quizás lo mas lamentable, jóvenes seguramente con los mejores estudios “fumándose un porrito” o  “pegándose un sustico”; o simplemente ver a mamás con “ pinta de norte” pasando a sus niños recién salidos del colegio por estas calles, pues  irónicamente si algo es seguro en  Bogotá, es el Bronx.

No obstante, y ya para concluir cabe entonces preguntarse, ¿Por qué aun después de tantos años aun sigue  existiendo  la calle con mas delincuencia, prostitución y  trafico de armas y estupefacientes en medio de los  dos órganos de control   mas poderosos del mundo? , No será que realmente estas masas  de control, poder y organización del Bronx también hacen parte fundamental de  las fuentes de seguridad y dominio de nuestro capitolio.  ¿Qué es lo que realmente impide el derrocamiento de “ la calle del susto”?.

Lo cierto es que mientras sigamos dominados por tanta indiferencia y seguir aceptando lo que nos imponen estas grandes masas, nada va a cambiar. Mientras sigamos suponiendo  y creyendo  que es la marihuana  la principal  causante de tanta delincuencia  e inseguridad en las calles, cuando verdaderamente esto solo refleja la falta de apoyo y seguridad de estamentos gubernamentales, seguiremos obligando a nuestros jóvenes a esconderse en las libertades del Bronx  dejando su futuro en manos de personas que tienen presencia pero no rostro.

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