Un estilo de vida urbano
Por: Alicia Vargas Moreno
El graffiti es un modo de expresión artístico. Sus más directas influencias vienen dadas por otras expresiones culturales de la calle como el rap o el break dance. Es una condición transgresora, extralimitada, destructiva y combativa formando así su carácter ilegal.
Óscar, un joven profesor de diseño grafico hace parte de un colectivo que busca la integración de la comunicación y el arte para dar a conocer y bombardear a la gente con un tema en especial que ellos denominan poder mestizo. “Poder mestizo es una reflexión a lo que significa la mezcla y el mestizaje, es una reivindicación visual de nuestra cultura autóctona”, explica Óscar. Pero al referirse a autóctono no se encasilla en la cultura indígena sino que por el contrario es la integración de esta con la influencia extranjera.
La idea es crear una serie de personajes que muestren la cotidianidad de las personas con sus distintos rasgos, de por si hay un personaje que es muy reconocido y que se ha repetido en diferentes lugares hasta el punto de volverse una firma y una identificación para el graffitero.
“Trato de combinar la pintura con unos mensajes para hacer un equilibrio entre estética y comunicación”, aclara Óscar. Dentro de la estética por ejemplo hace pintura abstracta, figurativa, letras o paisajes, es su gusto personal y esto lo fusiona con frases como: Haz caso omiso, fuerza mestiza o cruza las fronteras. Añade “es enviar un mensaje no adoctrinado pero si a reflexión”.
El graffiti también es usado para representar ideologías, mensajes y hasta temas de actualidad o de interés social como la droga, la liberación animal y hasta catástrofes humanas como la de las Torres Gemelas o la guerra de Irak. En Francia fue muy frecuente durante algún tiempo las frases en piezas de escritores arremetiendo contra Chiraq y las pruebas nucleares.
El graffiti rompe con un orden social, ideológico y estético. Son pequeñas obras de arte porque pueden liberar represiones individuales y colectivas. A Óscar lo que lo motiva pintar es el pensar que la calle es de todos “nosotros tenemos la posibilidad de tomárnosla” dice él. Añade que hay que mostrarle a la gente que se puede usar estos espacios, porque nos pertenecen y dejar de lado esa mentalidad de respetar la propiedad privada o respetar esa autoridad pues en la vida real nosotros tenemos la posibilidad de ser autónomos y libres.
Lo que busca Óscar es comunicar con mensajes rebeldes y contestatarios mas allá de una posición política que lo delimite o lo encasille aunque tiene un gusto por el movimiento libertario.
Usualmente los graffiti en general, responden a unas características como transgredir un sistema social, ideológico y lingüístico. No se limita al ámbito político sino que también existe la seducción, el juego erótico y la cotidianidad. Compuesto por frases libres de condicionamiento institucional o partidista que se contraponen a las formulas de seducción política. Otros buscan entender la realidad, plantear actitudes y perspectivas en contra de los típicos esquemas de la conciencia social.
El graffiti tiene una esencia ilegal. Hasta el siglo XIV la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística. Sin embargo, en la actualidad, éste no es un espacio creativo libre, sino un espacio clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo. Tanto es así que este fenómeno espontáneo ha llegado a interpretarse como una amenaza, una trasgresión. Podría decirse que la ley ha prohibido el libre acceso al mayor lienzo del mundo y, precisamente por eso, éste se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies.
No basta con tener a las autoridades en contra sino que la propia sociedad e incluso los medios de comunicación empiezan a volverse contra ellos. Surgen brigadas o asociaciones de vecinos anti graffiti y anuncios en televisión y en la prensa intentando concientizar del mal que las pintadas producen en la sociedad. Todo esto hace a los artistas mucho más territoriales y agresivos.
“No es un problema explícitamente con la policía, sino con la naturaleza y la mentalidad policíaca, el problema ni siquiera es la policía sino muchos ciudadanos que no necesita que ellos los estén cuidando porque ya son policías” aclara Óscar. En muchas ocasiones los que ponen problema son los ciudadanos que responden al sistema como este quiere que piensen. “La policía es básicamente el aparato represor del estado y se dedican a esto”. Aclara que con la policía no se puede razonar, ni hablar o llegar a una mediación.
Este es un problema que ha aquejado desde el inicio a los graffiteros. Bien le podrían llamar vandalismo aunque no es un problema tan grande y tampoco es excusa para las cantidades de dinero que se usa para su erradicación.
En muchas ocasiones las personas acceden a dejar pintar sus paredes permitiendo a los graffiteros tomarse el tiempo para realizar su trabajo artístico, aunque hacerlo sin permiso es también atractivo “es como un ritual de tomarse los espacios sin tanta mediación” explica Óscar. Es ese placer que puede proporcionar desobedecer esta norma, actuar de forma libre, esa capacidad de salir del marco preestablecido y convertir los signos en violencia visual hacia el poder.
Las primeras muestras de pintura mural se retoman a la época prehistórica. Pero la historia de la modalidad del graffiti característica del metro de Nueva York se inicia a finales de los años 60, cuando un joven de Washington, llamado Demetrius empezó a escribir su apodo, Taki, y el número de su calle, 183, en los autobuses, lugares públicos y las estaciones de metro de Manhattan.
En Bogotá empieza en los años ochenta con las llamadas “pintas” que no son tan elaboradas como El graffiti pero su mensaje es una expresión de protesta e inconformismo. Llega un estilo cercano al hip hop, rap y break dance, que es un dibujo de letras y es más territorial. Se empezó a ver esta muestra de expresión, como por ejemplo en el centro, Suba, Las Cruces y Soacha localizándose en lugares donde el hip hop estaba mucho más presente.
A mitad de los noventa empieza a llegar una tendencia en la que la técnica no es importante sino lo que se exprese, viene acompañado de carteles, stickers y esténcil con conciencia política. A finales de los noventa hay un boom del hip hop y llega el arte urbano.
Desde las primeras firmas sencillas de Taki, pasando por una serie de estilos en las siguientes generaciones de escritores, los tags (firmas) evolucionaron pasando por formas como Bubble Letters y llegando a estilos tan complejos como el Wild Stile. El graffiti pasa por varias etapas en las que tanto factores externos, como la propia actitud de sus integrantes desempeñaran un papel fundamental en el carácter del movimiento en cada lugar y momento determinado.
Toma prestados diversos elementos de la iconografía popular como el cómic o los cartoons. También percibe ecos publicitarios muy fuertes, especialmente de los grandes carteles de los comercios urbanos y de las grandes marcas. Otra influencia directa sobre El graffiti es el tatuaje. Esto se ve sobre todo en la representación de tribales, simetrías, o personajes y elementos típicos de este además de usar colores vivos y planos que lo caracterizan.
Los rotuladores y aerosoles han sido siempre los medios por excelencia del arte del graffiti, desde los míticos pilot, pasando por lo edding y otros rotuladores de tinta, estos evolucionan a aerosoles y dentro de ellos están las diferentes boquillas, aparte de estas también se han usado velas, tizas, piedras o inclusos ácidos que sirven para dejar marca.
Cada uno tiene un interés particular para pintar. Desde del punto de vista de Óscar “es porque tengo el derecho y porque hay mucho que expresar”. Pues a diario estamos bombardeados con publicidad comercial en las calles y en los medios, entonces también se puede intervenir en este espacio publico que supuestamente es de todos pero que muy pocos son los que se atreven a tomárselos.
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