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PAZ, CORTINA DE HUMO

Por: Isabel Martínez

La posible resolución de un conflicto armado no tiene ni debe por qué llamarse paz, porque las causas de la violencia en este país trascienden mucho más allá que la que existe con las Farc y otros grupos insurgentes.

El cese al fuego corto por parte de las Farc es un acto de cinismo enorme. Mandan a dos niños como carne cañón a morir en un asalto a un grupo de policías y después, a las 24 horas, salen a decir que no creen en un proceso electoral pero que van a parar sus ataques por ocho días. No sólo son cínicos sino incoherentes.

Esta es una muestra más de que los fusiles de la guerrilla no se han silenciado y los crímenes atroces continúan a la orden del día, con hostigamientos y masacres a la población civil, voladura a las infraestructuras, masacres de soldados y policías, y en fin, toda clase de atrocidades que ya se volvieron costumbre.

Después de 18 meses de diálogos, la actitud de las Farc deja ver con sus actos de violencia que la paz negociada no es lo que ellos persiguen, puesto que se les acabaría el negocio del narcotráfico y del crimen organizado.

Nunca antes se había visto que el Gobierno Nacional negociara la política de drogas con los mismos narcotraficantes y, peor aún, que lo hiciera con uno de los carteles de la droga más grandes del mundo, como son las Farc. Un Estado legítimo no negocia la política antidroga con quienes han afectado al país.

Mientras los jefes de las Farc se sentaban a negociar con el Gobierno en La Habana, la guerrilla cometió 830 actos terroristas durante 2013 y en lo que va corrido de 2014 se han presentado 33 atentados contra oleoductos. ¿Esa es la forma en la que dicen defender al pueblo, asesinando población civil y afectando la infraestructura?

Además, “nuestra constante histórica es el fracaso de la mayoría de procesos de paz”. De los 8 procesos de negociación que se han emprendido con las guerrillas, sólo uno resultó exitoso (aunque tiempo después muchos de los exmilitantes del M-19 fueron asesinados).

“El caso más reciente de desmovilización de una organización armada se presentó en 2005 con la entrega de los paramilitares, luego de esto la capital sufrió efectos colaterales. Según un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris, el número de homicidios en la localidad de Bosa aumentó de 58 en 2006, un año después de la desmovilización, a 139 en 2010; mientras que en Ciudad Bolívar pasó 151 a 300 y en Kennedy de 150 a 245”, documenta dicho artículo.

La posible resolución de un conflicto armado no tiene ni debe por qué llamarse paz, porque las causas de la violencia en este país trascienden mucho más allá que la que existe con las Farc y otros grupos insurgentes.

Mientras el Presidente sale a prometer la paz como su principal bandera de campaña, en el país crece el número de jóvenes soldados amputados, de niños campesinos inválidos y de familias destruidas y desplazadas.

Si el método para lograr ‘la paz’ es perverso, los métodos para quedarse en el poder dizque para conseguirla, son repugnantes. Alguien que juega con la esperanza de los colombianos para hacer reelegir no merece ser presidente.

“No es sano que se utilice el afán que tienen todos los colombianos por alcanzar la paz como una cortina de humo que tapa los acontecimientos fraudulentos del ámbito político”, expresó Susana Noguera, columnista de esta misma revista.

La próxima guerra no será por la droga sino por quién ostente el poder. Un espectáculo bochornoso. Mientras tanto, se negocia con la insurgencia en La Habana y la guerra sigue en Colombia.

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1 Comentario

  1. 3 diciembre, 2020 en 8:54 am — Responder

    Gran aporte a tu blog admin, la verdad es que es un blog con mucha info, gracias por compartir

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