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Telefonía celular: De cláusulas a créditos.

Cuando el gobierno logró el desmonte de las cláusulas de permanencia, lo anunció a los medios con todo el bombo y platillo posible. Diego Molano MinTIC habló largo y tendido sobre ello. Este es su gran logro (¿o tal vez el único?) en su carrera de ministro y no perdió oportunidad para que a todos nos quedara claro.

Pero el desmonte de las cláusulas no resultó ser el fin de los abusos de los prestadores de servicios móviles. Le subieron el precio a los equipos y se acabaron las reposiciones, que permitían al usuario cambiar de equipo cada año. Los costos de los planes postpago, que supuestamente incluían un cargo por financiación de los equipos, siguieron costando lo mismo, sin bajar un solo peso, a pesar que ahora no financian nada pues el equipo es del usuario.

Y como la industria de los celulares y los equipos móviles es la inigualable amiga de la obsolescencia programada, el cambio de equipos cada vez se hace más “necesario”. Ya que en Colombia la supuesta financiación del costo del equipo que venía con la cláusula contrato del equipo se volvió ilegal, las empresas se ingeniaron para no salir del negocio de la venta de dispositivos: Se convirtieron en entidades crediticias. ¡Golazo! La gran mayoría de colombianos no tiene para comprar un equipo al contado, más cuando a muchos equipos les subieron de precio.

Ya no obligan a firmar cláusulas de permanencia, pero se les permite aprobar créditos y seguir amarrando al usuario. El matrimonio obligado entre el cliente y la empresa de servicios móviles, sigue ahí. Ya no con la cláusula sino con el crédito, un contrato que es incluso más comprometedor y avasallante.

El usuario se puede retirar del servicio de voz y datos cuando quiera, pero sigue amarrado a la empresa con el crédito por el equipo. ¡GRAN COSA, MIN-TIC!

No se logró absolutamente nada con la eliminación de la cláusula. El usuario sigue ahí, succionado por empresas que prestan pésimos servicios y que ahora sueltan créditos, muchas veces sin rechazar a nadie, sin prever sus capacidades adquisitivas y de pago a futuro. El gran logro de Molano, no representó ningún beneficio para los usuarios.

Lo único claro respecto a este asunto de las cláusulas, es la evidente facilidad que tienen algunas empresas para volverse entidades crediticias ¿quién controla esto? Súmese la clara falta de criterio, que pareciera miedo a las empresas, por parte de la Super-Intendencia de Industria; que apenas pone unas multas monetarias, irrisorias para los operadores. ¿Ahora que dan créditos, la Super-Bancaría también le va a echar ojo a los que ofrecen telecomunicaciones móviles?

Se necesita que el gobierno haga lo propio, que vele por los derechos de los usuarios de telefonía y datos móviles. Sin eufemismos y micos que terminen beneficiando al operador y, sobretodo, sin fines propagandísticos como los de Molano, porque ahora todos sabemos quién es (el ministro del tono “super-cool” y las palabra “tecno-nice”) pero la cadenita de perro que une al usuario con el operador, sigue ahí, cada vez más cortica.

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