Usaquén: La paradoja de Nueva York

Lo mágico de Usaquén es el hecho de ser una de las localidades más afortunadas de Bogotá, contar con una estructura arquitectónica clásica; calles angostas y apartamentos grandes.
Por: Margarita Vidal
Hace un par de siglos, Nueva York se ganó el sobrenombre de ‘Capital del mundo’ por su desarrollo arquitectónico, económico, corporativo, tecnológico y cultural. Gracias a los tres aeropuertos del área, tiene el record de mayor flujo turístico del mundo; dándole, a las razas, religiones, creencias y culturas, un espacio para interactuar.
Así que una ciudad se convirtió en una pequeña versión del mundo, con árabes, judíos, orientales, europeos, latinos, escandinavos y africanos, estableciendo pequeños barrios, semejantes a sus lugares de origen.
Con el paso del tiempo, Nueva York ha logrado conservar su título honorario de capital del mundo, y a pesar de la exaltación del espíritu nacional que caracteriza a Estados unidos, la libertad que promete el sueño americano tiene su propia versión allí, dando la opción de tener un pedazo de aquel sitio que se dejó al tratar de volverlo realidad.
El ahora
Un giro de 180 grados en la historia hace de nuevos espacios, lugares potenciales para la convivencia de varias culturas, es decir, el turismo se despierta en ciudades que antes no recibían tanta atención.
Desiertos, nevados, y lugares con condiciones climáticas o geográficas extremas comienzan a llamar más la atención como destino turístico, ya sea por los pasatiempos cargados de adrenalina y emoción que se han convertido en los protagonistas de la era; o por filantropía y ambientalismo, otros personajes centrales.
La curiosidad empieza a desempeñar un papel importante, puesto que los viajes empiezan a tener diferentes motivos. La reubicación geográfica ya no es necesariamente causada por la búsqueda de nuevas oportunidades, sino también por intereses personales por descubrir cómo viven otras culturas, qué las hace diferentes y cómo evolucionan en diferentes direcciones.
Así que, a pesar de que Nueva York siga teniendo ventaja en algunos aspectos, ha dejado de ser destino para varios, pero como capital del mundo ha servido de ejemplo para muchos. Las ciudades se convierten en escenarios culturales revolucionando el concepto de metrópolis que se conocía hasta el momento.
Y así como en La Gran Manzana, se fomenta, alrededor del mundo, la individualidad en interacción constante, la originalidad como parte de un todo heterogéneo, los espacios geográficos como base para los vínculos que pueden ser formados con cosas, creencias o situaciones que resultan completamente ajenas a lo desconocido en los rasgos que se desarrollan en determinados espacios. Es decir, se pueden formar pequeñas Nueva York, en cualquier parte del mundo.
El Aquí
Colombia es un país que ofrece diversidad en todos los aspectos posibles: ecológico, racial, climático, lingüístico, religioso, etcétera. Un territorio rico y con un sinfín de propuestas que han llamado la atención de extranjeros desde la época de la conquista.
La sociedad colombiana es autóctonamente heterogénea, haciendo del territorio nacional, un universo infinito de posibilidades y diferencias, de las cuales, ni siquiera la mayoría colombiana conoce, y lo que hace que, de cierta forma, se preserven acentuados los contrastes entre las distintas partes del conjunto nacional.
Son muchas las razones por las cuales Colombia llama la atención a nivel internacional. Es un país que cuenta con páramos, ríos, desiertos, selvas, mares cristalinos, fauna y flora casi infinitas, extensos cultivos, poblaciones indígenas puras, y desarrolladas ciudades; así que tiene el potencial para llamar la atención de cualquier tipo de persona, desde ambientalistas interesados en las selvas amazónicas, hasta aquellos citadinos solo interesados en la metrópolis.
No es motivo de sorpresa el que Colombia recibiera el año pasado un total de 4.192.742 de visitantes extranjeros no residentes, cifra que no solo permitió superar la meta trazada por el presidente Juan Manuel Santos de 4 millones de viajeros para el cuatrienio 2010-2014, sino que también ubicó al país por encima de crecimiento mundial.
Bogotá ha recibido atención a lo largo de la historia por diferentes cosas, Rock al Parque como festival internacional de música, el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), El Museo del Oro, Jardín Botánico, Monserrate, y por todos los eventos llevados a cabo en Corferias, como la Feria Internacional del libro o SOFA (El Salón del Ocio y la Fantasía).
Ciertas zonas de la capital se caracterizan por su alta atención por parte de los turistas. Candelario es un barrio del centro de la ciudad que cuenta con alta y constante presencia de extranjeros, al igual que La Villa, un bar en la zona T que ofrece Gringo Tuesdays y que por su originalidad, cuenta con presencia extrajera constante; Salitre y sus cuenteros, Usaquén y sus ferias autóctonas, etcétera.
La capital colombiana le abre las puertas al turismo, y los pequeños espacios que conforman la ciudad, le dan espacio a las diferentes costumbres, nacionales e internacionales, de interactuar.
El Usaquén turístico
Lo mágico de Usaquén es el hecho de ser una de las localidades más afortunadas de Bogotá, contar con una estructura arquitectónica clásica; calles angostas y apartamentos grandes. Pero lo que hace realmente interesante esta zona bogotana, es la plazoleta central, donde cada fin de semana se reúnen personas de toda la ciudad, para tomarse un descanso, romper la rutina y disfrutar de algo, que a pesar de estar allí cada fin de semana durante los últimos años, es único: La feria.
Y así como en Nueva York, en la feria conviven personas de diferentes nacionalidades, ingresos económicos, creencias y puntos de vista, pero el encanto lo tiene el efecto que dicha convivencia obtiene. En la ciudad que nunca duerme, entre más diversidad haya, mayor es el crecimiento como metrópoli; en Usaquén, en cambio, la variedad genera cierta nostalgia a la sencillez de la vida antes del desarrollo desmedido y ambicioso que tienen las urbes.
Tiene una visión moderna y nostálgica del cómo se debería llevar la vida en fin de semana. La fantasía se desarrolla en la contradicción entre dos cosas que se complementan al convivir en el mismo ambiente; diferentes culturas y regresión a un tiempo más simple.
Los fines de semana, Usaquén tiene música, baile, artesanías, cuenteros, teatro, malabares, postres, helados, algodones de azúcar, mazorca, cerveza, niños jugando, perros corriendo, y gente observando, comprando y sumergiéndose en el paisaje que parece salido de una pintura.
Es una paradoja que lo que hace que Nueva York sea más ciudad, en Usaquén genere un ambiente de un pequeño pueblo, con carpas, ventas informales, rebajas, caminatas con bloqueador solar, almuerzos familiares, y música típica. Sin embargo, es eso precisamente lo que hace que bogotanos y turistas, nacionales y extranjeros, no se cansen de ver las expresiones artísticas del pueblo.
Carolina Sandoval y su esposo son dos de los vendedores que se toman la plazoleta principal de Usaquén, quienes agradecen a su talento manual para hacer artesanías y para trabajar joyería, por conseguirles un puesto con la alcaldía local para vender lo que producen. “A nosotros nos gusta trabajar acá porque somos nuestros propios jefes, nos encargamos del progreso de nuestro negocio y es satisfactorio ver que a la gente le guste lo que vendemos, porque hacemos algo único”, comenta.
A Ramiro Guerrero, por otro lado, le gusta el espacio que ofrece Usaquén porque él y su grupo musical disfrutan de la libertad del espacio, aprecian el poder ganar dinero haciendo lo que aman, y tras conocerse en rehabilitación, agradecen la oportunidad de ganarse la vida en un área cultural al lado de personas que a pesar de ser diferentes, tienen el mismo objetivo de salir adelante.
Así que esta es la paradoja de Nueva York en Usaquén; no siempre la convivencia de muchas cosas resulta en progreso y desarrollo citadino, pero sí crea algo mágico y que, si se deja que la costumbre lo opaque, pasa desapercibido entre las cosas rutinarias. Esta localidad, por lo pronto, ha logrado abrirle las puertas a muchos artistas y artesanos que le recuerdan a aquellos que visitan la feria, la necesidad de volver a lo simple para disfrutar lo complejo.
Sin Comentario