AÍDA AVELLA, AÑOS DESPUÉS DEL EXILIO

“NO ES PROBLEMA DE ESCOLTAS, SINO DE POLÍTICAS DE ESTADO”
A partir de su experiencia, la líder de la Unión Patriótica expone la posición de la izquierda colombiana frente al tema de la seguridad y el papel del Estado en función de esta.
Lejos de la carestía de Ginebra (Suiza) pero cerca de su diplomacia, Aída Avella visitaba las instalaciones de El Tiempo, pues su nombre, junto al de su compañera Clara López, se tomaba los primeros espacios de la prensa, radio y televisión.
Las dos mujeres conformarían la candidatura de la izquierda colombiana para las elecciones presidenciales. “Llegó la hora de las mujeres”, decía la líder de la Unión Patriótica (UP) mientras saludaba a los periodistas del medio.
Aída Avella es una de las sobrevivientes del genocidio político de la UP, perpetrado por grupos paramilitares y miembros de las fuerzas militares. Para 1996, la entonces concejal de Bogotá tuvo que salir del país, luego de un atentado camino a su oficina en el norte de la capital colombiana. Sin embargo, hoy, 17 años después de su partida hacia tierras helvéticas, la líder izquierdista continúa su lucha en medio de amenazas y propaganda política.
Amenazas
“El tema de la seguridad es una norma constante contra los sectores de izquierda, muy preocupante por cierto”, argumentó ella, refiriéndose a la situación actual de partidos y dirigentes de oposición en Colombia. En su caso, un regreso al país enmarcado por un atentado en Arauca y un par de panfletos de bandas criminales que ofertan su exterminio y el de líderes políticos de su misma corriente ideológica.
Avella fue precisa desde el inicio de su discurso: el Estado no estaba saldado de fuertes críticas. La denuncia, que ahora hacía eco en una de las salas interiores de El Tiempo, le daba ritmo a sus manos y su rostro que denotaban su rechazo a la actuación del Gobierno, desde años atrás, en materia de seguridad para los partidos de izquierda. “Esto no es un problema de escoltas o carros blindados, es más bien de políticas de Estado”, expresó.
La posición de Avella era clara. Eso lo dejaba entrever su tono de voz firme. “En Colombia, se tiene que entender que nadie puede quitarle la vida a otro por ninguna razón, menos por razones políticas”, indicó, de tal forma que hacía una crítica al Gobierno colombiano, pues para la líder de la UP, este fue y ha sido el responsable de que el miedo por concebir la idea de oposición continúe.
“En todos los grandes crímenes y masacres, el Estado ha sido condenado por tres razones: omisión, colaboración y acción directa”, explicaba al hacer memoria de la masacre de Segovia, el asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa y otros hechos que marcaron el recuerdo de la persecución política que vivió su partido en décadas pasadas.
Hasta la fecha, la Unión Patriótica, naciente de las conversaciones entre grupos guerrilleros y el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), ha registrado cerca de 1600 muertos, víctimas del genocidio que duró aproximadamente una década.
En el 2013, después de 11 años sin debutar en la ‘arena’ política, el Consejo de Estado le devolvió la personería jurídica al partido de Avella, y consigo las esperanzas de que el Estado resuelva, como dijo la líder de izquierda, “el problema de ser reconocidos como los enemigos eternos”.
Propaganda política
“Nosotros pensamos que no es tan buena la inversión en represión como lo es en educación”, afirmó Avella mientras observaba a su compañera Clara López. Según explicó la líder de la Unión Patriótica, la izquierda colombiana considera que la seguridad ciudadana es más un problema de educación que de cárceles, puesto que para ellos, la formación educativa “desacelera la delincuencia común”.
No obstante, en Colombia, uno de los sectores con mayor inversión presupuestaria es seguridad y defensa. Por tanto, su brecha con las demás partes que conforman las necesidades de la nación es notoria, y por ende, la situación está sujeta a debate en los sectores políticos.
López y Avella no están de acuerdo con la medida. Sin embargo, las dos mujeres, candidata presidencial y vicepresidencial respectivamente, hoy trabajan la idea de construir una nueva “sociedad a la colombiana”, según manifestó la líder de la UP. Es decir, un proyecto ambicioso que se juega la vida por una izquierda que se quedó en el recuerdo o que está a la espera de “un chance”.
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