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GLORIOSA MUERTE

El cementerio central es considerado patrimonio histórico no solo por todos los cuerpos que en él, ya sea en paz o en agonía, descansan. Uno de los principales atractivos del lugar son los mausoleos que abundan en aquel jardín.

El infecto olor que estaba suspendido en el ambiente parecía la capa de mismísimo dios de la muerte. Era igual de negra, igual de fétida. Una densa neblina se arrastraba penosamente entre las tumbas y arbustos. Se tropezaba con las protuberantes raíces de los arboles hasta llegar a los pies de una joven que gritaba aterrorizada.

Así es como muchos recuerdan “Thriller”, uno de los éxitos del Michael Jackson. Gracias a su videoclip que aterrorizó a los jóvenes de los 90, hoy esa es la imagen que se viene a la cabeza de muchos cuando imaginan un cementerio… y tal vez mucho más si éste se llama “Cementerio Central de Bogotá”.

Primera escena: Desolación
El cielo gris complementaba el blanco de las nubes amalgamando los colores para convertirlo en un enorme y pesado tapiz. Ahí estaba, sobre ese tenebroso telón. Tenía en su frente escrito: “La vida es sagrada” mientras que en sus entrañas albergaba los restos de innumerables seres que testimonian lo contrario.

El panteón de los NN es blanco… pero no un blanco que inspire pureza y tranquilidad, es blanco amarillento, blanco pus, blanco muerte. Los helechos y el pasto se estaban revelando para reclamar el espacio que alguna vez les perteneció.

El aire corría como un llanero solitario por ese lugar. Se sentía pero no se oía. Sin embargo, no era sólo eso lo que helaba los huesos. Había algo más, tinieblas, una presencia oscura que rondaba el lugar… lo que algunos llaman muerte.

Caminar por los pasillos de los antiguos panteones de los NN del cementerio central es terrorífico. Los azulejos negros y blancos del suelo tienen una secuencia parece hipnotizar y las pequeñas figuritas negras de hombres cargando muertos en diferentes posiciones, que remplazan las lápidas, evocan el olvido del que fueron víctimas los que en ellas habitan. Todo en ese lugar parece estar dispuesto para recordarte que debes portarte bien para no terminar allí.

Segunda escena: Muerte de una cosa pequeña
Barney es un dinosaurio que vive en nuestra mente – cantaba una niña de nalguitas regordetas, cabello y ojos muy oscuros, mientras caminaba entre las tumbas. Venga para acá- la llamó su abuela – tiene que aprender a leer- dijo mientras señalaba las inscripciones en las tumbas- a ver, ¿qué dice acá?-

La niña leyó pausada y esforzadamente hasta completar la frase- Rafael Jaramillo: Buen esposo, padre amoroso. La niña miró a su abuela con ojos llenos de terror. – ¿O sea que ese señor está ahí metido? Claro que no- dijo su abuela mientras caminaba- ahí solo está su cuerpo.

La alegre infante no prestó mucha atención a lo ocurrido y siguió su camino saltando y jugando. Cogió una de las flores que estaban en las tumbas y se la colocó en el cabello. Luego corrió a donde su mamá y le dijo:
– ¡Mami mira!
– ¿Cómo se te ocurre?-, gritó aterrorizada la mamá -Devuelve eso a donde estaba o si no te van a jalar las patas por la noche-

Ese día, en que la niña estaba bailando, también lo hacía el viento. Después de toda una mañana de muchas nubes y sombras, el sol salió ungiendo todo con un dorado resplandor. Las tumbas parecían brillar y las estatuas sin mirada, no se veían tan aterradoras.

El cementerio central es considerado patrimonio histórico no solo por todos los cuerpos que en él, ya sea en paz o en agonía, descansan. Uno de los principales atractivos del lugar son los mausoleos que abundan en aquel jardín. Cada uno de ellos expresa las características de su dueño, el alma que la construyó como su última morada. Algunos son estilo “loft”, como el del sindicato de los voceadores de prensa, sencillo, despejado y con colores definidos. Otros se parecen a los miradores de tierra caliente: columnas pequeñas rodean lo que parece una imitación de un balcones con tonos pasteles que se entremezclan entre ellos. Pero todas ellas cargan cierto aire de tristeza y misterio.

Ensayo pictórico
Fotografía: Susana Noguera/Camilo Torres

Wilson Pacheco es una de esas personas que, aún con sus 30 años de edad, sigue bailando entre las tumbas sin inhibiciones. Ser guía turístico especializado en la arquitectura del cementerio lo hace concentrarse en otras cosas además de los espantos. Para él los panteones son obras de arte creadas a imagen y semejanza de su dueño. Cada vez que camina por el cementerio encuentra algo diferente, un misterio sin descubrir. Guía a los vivos por entre los muertos y les muestra las maravillas del sol. Curioso trabajo, pero paga las cuentas.

Tercera escena: Los muertos vivientes
¡No, no, no!- dijo la señora enfáticamente- ¡Es Ricardo Martínez Pérez, no Ricardo Martínez Flores!
– Aquí dice Martínez Flores Señora- dijo el jardinero fastidiado
– No entiendo- dijo la señora mirando hacia arriba donde estaba el jardinero, que por unas monedas ayuda a los visitantes del cementerio a limpiar las lápidas de sus seres queridos. – La última vez que lo vine a visitar estaba ahí- dijo la señora confundida
– Bueno señora- dijo el hombre mientras se sostenía de la escalera con una mano y limpiaba con la otra- no creo que se haya movido de donde lo dejó.

Creo que si la dama no hubiera necesitado su ayuda urgentemente le habría corrido la escalera, pero como no estaba dispuesta a subirse con tacones y bolso de mano, calló y esperó mientras el impertinente jardinero removía con su palita algo del musgo que había invadido la zona.

La muerte es un suceso muy interesante, todo el mundo se pregunta si el alma corre la misma suerte que el cuerpo o si hay algo más. Aún hoy después de grandiosos avances científicos, nos cuestionamos si después de que el corazón para de latir y los pulmones de bombear aire, esa otra cosa que nos da vida, se apaga o si continua su trayectoria. De ser así ¿hacia dónde? Todo en el Cementerio Central parece indicar que hacia la tumba.

Otra peculiaridad de la muerte es que solo una vez muerto el personaje, los familiares sienten la obligación de darle todo lo que no disfrutó en vida: muchas flores, una gran reunión familiar en su honor, un paseo en limosina, los mejores médicos y los más caros perfumes. Todo cuando ya no lo puede disfrutar ¿qué hay más cruel que eso?

La industria de la muerte es gigantesca e incluye tanto enormes grupos empresariales como a pequeños llaneros solitarios especializados en descifrar los nombres en las lapidas para después, a cambio de unas monedas, limpiarles el moho que se apoderó de ellos hasta encontrar la inscripción que los diferencia de las otros 20 mil cadáveres que hay en el sitio.

Cuarta escena: La diferencia entra una muerte y una muerte gloriosa
Si entras al cementerio central por la puerta trasera, caminas derecho hasta el mausoleo del ejército giras a la izquierda caminas hasta el final de las ‘tumbas de los niños’ y giras a la derecha llegarás a un caminito curvo que da a la entrada principal. Si haces el recorrido de esta forma sentirás que has entrado a un cementerio distinto del que vienes.

Las tumbas y mausoleos corroídos de los NN serán cambiados por esculturas y maravillas arquitectónicas que no se pueden apreciar en ninguna otra parte de la ciudad. Todo está limpio y huele bien. Algunos panteones son más grandes que las casas donde habitan familias enteras en los barrios de invasión colombianos.

Aquellas construcciones, diseñadas por los mejores arquitectos de la ciudad son hermosas. Vigas, bóvedas y columnas decoran aquellos monumentos. No son monumentos para los muertos, están construidos para que los vivos sepan que las personas que en ellos descansan tuvieron una existencia gloriosa. Morir es un buen acto si a medir tu popularidad te propones. No hay nada que puedas hacer, todo depende de los que quedan vivos y de lo que ellos quieran hacer por ti.

Esas construcciones tan detalladas significan que alguien juzgó su vida y decidió que fue importante, tan importante como para dedicar esfuerzos y recursos para decirle al mundo que la de ellos fue una muerte gloriosa.

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