ALTUSUncategorized

Un soldado armado de un poporo

En el combate José, como un buen soldado, se arma de valor, paciencia y la fuerza que le dan sus dioses, esos mismos que brillan en el día y en la noche, esos mismos que escuchan cada aurora la quejumbre de los Muiscas cada aurora por la contaminación que hay en los ecosistemas.

Un viernes en la mañana cambió la rutina de José Rigoberto Neuta Tunjo, miembro del Cabildo Indígena Muisca de Bosa. Él es alguacil menor en esa radiante alba, a la cual llegó con una sonrisa que iluminaba su rostro y el carisma que lo caracteriza a dar una pequeña charla, en la mitad de enormes montañas de edificaciones.

Con su cara expresaba la gratificación y alegría, porque un grupo de niños estaban interesados en escuchar sobre sus ancestros, cultura y costumbres. Por la mente de los pequeños púberos no pasaba ni siquiera la idea, de que a unos cuantos pasos de sus casas y su institución, sus vecinos fueran los legendarios Muiscas que solo se encuentran en libros de historia.

Como era de esperar la curiosidad de los pequeños no dio espera, con cada palabra que Neuta pronunciaba, los milisegundos corrían lentamente en el reloj, cuando él relataba a los inquietos infantes la historia prehispánica de los Muisca.

El tiempo fue pasando y así, iban llegando como una gota sobre otra gota de agua, los minutos que llenaron el vaso de tiempo. Finalmente la charla concluyó con un corto, pero sustancioso recorrido por el templo sagrado del indígena.

Los pequeños inexpertos se encontraron con sus raíces y muchos de ellos descubrieron que sus abuelos, al igual que José, son provenientes de los aborígenes que hace varios siglos atrás, labraron la tierra que hoy habitan y que ya no es virgen como lo era cuando sus ancestros vivían.

Las criaturas descubrieron que sus apellidos, heredados por sus abuelos y luego por sus padres y ahora por ellos, son provenientes de este cabildo. La abuela Cecilia Chiguasuque exclamó –las familias nativas tienen apellidos como Chiguasuque, Tunjo ,Neuta y son las que siempre han estado en este territorio.

Los apellidos tienen su razón de ser. Cada familia dependiendo de su linaje, tiene una misión diferente, pues desde la época de sus ancestros se designaban tareas que pasaban de generación en generación.

La familia de apellido Neuta tiene desde sus primeros ancestros la tarea de cuidar el humedal homónimo, ubicado en Soacha (Cundinamarca). Éste ha sido sometido, como muchos otros humedales de Cundinamarca y de la capital, a rellenos ilegales y contaminación del ecosistema.

Cuando llegó la hora de despedirse y partir, Neuta quedó rodeado de niños, que sin ningún temor y desconfianza, se lanzaron sobre él para despedirse con los brazos abiertos y un beso o apretón de manos que selló por un instante la unión de dos polos opuestos que en el fondo no son tan incomparables, porque ambos nacieron de la misma madre, “la civilización indígena”.

José, de piel pulida, color canela, tiene cabello lacio sedoso y brillante como la luz del alborear del día. Sus cejas y pestañas tienen el negro azabache que cubre su melena, mientras que los rasgos faciales devuelven el tiempo a la época del descubrimiento, cuando Cristóbal Colon llegó a América.

José Neuta pertenece al cabildo desde antes de su nacimiento. Así como él, en la actualidad están vinculadas 750 familias que comparten tradiciones, cultos, ritos y ordenanzas del cabildo.

Si alguna vez se desvía de su camino, por alguna razón que desconoce y llega a este lugar, no se asuste que aún se encuentra en Bogotá, si le da miedo bajarse de su auto por el vestuario de los habitantes de este sitio, no se preocupe que son personas hospitalarias y amables, además puede estar seguro de queson herederos del pueblo indígena Muisca.

Se preguntará cómo se llama este lugar. Esta zona tiene por nombre la vereda de San Bernandino. Allí experimentará una mezcla peculiar de olores, su nariz se sentirá en un lugar extraño, pero no se altere, esos olores nauseabundos son las finas y exclusivas fragancias de la madre tierra, del estiércol de vaca y la rica y deliciosa e inigualable miasma del rio Tunjuelito.

Al final del día, de pronto a José lo alberga una gran tristeza. Sus ojos, que antes de hablar sobre el tema brillaban y evocaban gran alegría, desenterraron una gran melancolía y dolor que invadió rápidamente el corazón del apasionado Alguacil.

José recordaba con molestia cómo el territorio que heredaron las familias de alcurnia indígena Muisca, se ha afectado por la llegada del temible monstruo de la urbanización, la expansión y crecimiento de Bogotá.

No solo ese monstruo los ha perjudicado, cuenta José con la voz quebrantada y en una tonalidad más baja, mientras mira hacia el horizonte –muchos vienen aquí y engañan a los abuelos, nos roban nuestras tierras, nos despojan de nuestra cultura y hacen públicos nuestros más íntimos rituales.

Un día cualquiera empezaron los problemas en esta tranquila y pacífica vereda. El entonces alcalde, Enrique Peñalosa autorizó la construcción de casas de interés social sin consultar con los directamente afectados, con el Cabildo Indígena Muisca de Bosa.

Debido a esto, el cabildo ha perdido gran parte del territorio que hace mucho tiempo ocuparon sus ancestros y que ahora ellos habitan para proteger y cuidar las pocas zonas que les pertenecen.

Con la pérdida de ese territorio, han tenido que enfrentar la imparable urbanización, luchando contra viento y marea por sus derechos. Además de armarse de sabiduría, paciencia y amor por la naturaleza para seguir batallando en esa guerra que no tiene fin.

En el combate José, como un buen soldado, se arma de valor, paciencia y fuerza que le dan sus dioses, esos mismos que brillan en el día y en la noche, esos mismos que escuchan cada aurora la quejumbre de los Muiscas cada aurora por la contaminación que hay en los ecosistemas.

Esas no son las únicas armas del valiente soldado, pues sobre su camuflado lleva consigo una mochila de color café, de ésta con gran bizarría, saca como un héroe de la patria, su tesoro más preciado, el poporo, un recipiente de madera con forma cilíndrica, el cual ha sido usado por sus ancestros para obtener la sabiduría de sus dioses.

José lleva a todas partes su poporo, éste le da seguridad, fuerza y valentía para afrontar esa guerra en la que se encuentran sumergidas las 750 familias que pertenecen al cabildo, ese conflicto entre conservar las tradiciones de sus antepasados y las costumbres del monstruo de la urbanización.

publicación anterior

GLORIOSA MUERTE

Siguiente publicación

MÁS KANT Y MENOS CARREÑO.

Sin Comentario

Deja tu respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *