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EXPERIENCIAS A PARTIR DE LA VIRTUALIDAD

Por: Diana Socha Hernández.

Finaliza un semestre diferente. Lo que antes parecía una rutina llevadera, una responsabilidad que se debía tomar sin cuestionar, cambió en marzo.

Fue un reto educativo interesante y un cambio de vida con muchos matices. Cada familia, cada persona, tuvo que adaptarse a una condición que jamás se esperó y entonces la creatividad, la innovación, incluso la improvisación tomaron terreno en el día a día.

Estudiantes y docentes se sumaron a esta modalidad de vídeo llamadas como Zoom, Teams o Meet, manejo de plataformas virtuales como Moodle y Classroom, incluso se intensificó el Whatsapp; la causa, un encierro obligado debido al Covid-19, un virus que se esparce rápidamente a los humanos y ha cobrado más de 39.000 vidas en Colombia hasta la fecha.

Evelyn Cadena es una joven universitaria. Sus ojos verdes sobresalen en la pantalla y con una sutil sonrisa me comenta que ella ama estar en casa y que su plan favorito es ver películas, sin embargo, como le ha pasado a muchas parejas, la distancia con su novio ha sido lo que más la ha afectado, pero intenta ser positiva; mientras se acomoda en la silla, como para decir un secreto, se aproxima a la pantalla y me dice: “He visto demasiadas películas con mi pareja, por vídeo llamada, he hablado con una amiga por teléfono, he dormido bastante, he ayudado en mi casa con los oficios como lavar la loza, tender la cama, recoger ropa, entre otras cosas; hacer tareas, tomar licor y hacer tareas mientras tomo licor”. Descubrió, como muchos, que una cerveza o una copa de vino la relaja y le permite hacer sus actividades con una mejor actitud, aunque aclara que “es solo una cerveza o una copa de vino”.

Tener de lunes a viernes como plan ir a la universidad, a cumplir con las responsabilidades que cada uno asumió, era lo común. Mientras llegaban por diferentes medios de transporte a su lugar de estudio o de trabajo se perdía tiempo, unos cuarenta minutos a dos horas, dependiendo la distancia del hogar a la universidad. Allí, si se lo permitía el transporte, podía estudiar, escuchar podcast o música, planear la exposición o los parciales con los compañeros y leer. Cuando entraban a la u, contaban con amigos y escenarios que les facilitaban cumplir con sus tareas. Incluso, muchos tomaban la decisión de no asistir a clase, por hacer otras actividades y todo esto hacía parte de su día a día.

Conversando con Laura Fernanda Pérez, estudiante de Comunicación Social periodismo del Poli, una joven de cabello negro y con la frescura de su voz frente a nuestras pantallas me dice:

– Todo, todo ha cambiado. Para ir a la U y llegar a clase de 7, debo levantarme a las 3:30am y salir a tomar el bus que me acerca a la estación de Transmilenio a las 4:45am si no lo hago, llego tarde y terrible. Ahorita me levanto 10 minutos antes de la clase virtual y me conectó justo a la hora. Mi recorrido en llegar a la U era de casi 2 horas y 15 minutos ahora solo doy seis pasos y estoy sentada recibiendo la clase.

– Supongo que eso es positivo y qué es lo negativo de este cambio en tu rutina.

– En los huecos de la U solía hacer los trabajos en la biblioteca, ir al “Gym”, dormir, ver alguna serie o jugar con mi novio, ahora solo hago trabajos, juego, veo una serie sola…

Muchas cosas que les gustaba hacer o que solo se permitían algunos fines de semana, se volvieron a retomar en este encierro.

Una voz suave pero segura me saluda desde la pantalla del computador. Deja su guitarra junto a la cama y se acerca para contarme su experiencia en ese encierro: “He vuelto a tocar mucho la guitarra en esta cuarentena, antes no podía porque ir y venir de la U me quitaba mucho tiempo. También le he prestado mucha atención a mi familia y ha sido muy bueno. De mi vida antes de la cuarentena extraño la dinámica de clases, y mantener un contacto más físico con los compañeros. Nunca había estudiado virtualmente, así que eso es muy nuevo para mí. Estar en constante presencia de mi papá es difícil, así que la comunicación con él es complicada. Y mi higiene de sueño cambió completamente, ahora mi media noche es a las 3am”. Lina María Salinas es una joven que ha tenido la posibilidad de vivir sola en otro país y esa independencia le permite ser autónoma en sus decisiones, ahora esta experiencia para ella es completamente nueva y es un reto que está dispuesta a asumir con valentía, música y mucha humildad.

Pero las clases también sufrieron un cambio, y la creatividad aquí también fue protagonista. Muchos docentes tuvieron que pensar cómo manejar un tema que sea comprendido y analizado por sus estudiantes. Aunque varios jóvenes agradecieron el esfuerzo y el compromiso que tuvieron sus profesores para adaptarse a la modalidad virtual, muchos estudiantes sintieron que este cambio no les favoreció, como es el caso de Juana Valentina Castro, 19 años, estudiante la Universidad del Bosque del programa de Biología, asegura que al presentar un déficit de atención, la adaptación al nuevo sistema no ha sido la mejor. También explica que las clases prácticas a su parecer no funcionan, pues han pasado de realizar experimentos en laboratorios, a ver simples imágenes explicadas por el docente. Finaliza comentando “la educación virtual es buena siempre y cuando se aproveche, además le da a los jóvenes la ventaja de poder manejar su tiempo”.

Por otra parte María Fernanda Mojica Céspedes de 19 años, estudiante de Cultura Física y Deporte de la Universidad Santo Tomás comenta: “no estoy conforme con esto, los profesores dejan doble trabajo, las clases no son muy claras, no llenan la expectativa. Tengo más cosas por hacer, me ocupa más tiempo, el que antes era libre. Me la paso pegada al computador”. Dice finalmente que en cuanto a las clases prácticas han recurrido a la realización de videos, lo que le genera más trabajo pues es necesario editarlos y cuadrarlos muy bien.

A pesar de los comentarios de algunos estudiantes, preparar clase es uno de los trabajos más importantes que tenemos los docentes. Nos dedicamos a conseguir material pertinente que compartimos en clase con nuestros estudiantes, así como pensar en las actividades más apropiadas para que el tema quede aún más claro. Sumemos a esto que nos debíamos enfrentar a una fría pantalla, en donde nos sugería que había estudiantes atentos, porque sus nombres o una pequeña foto, así nos lo mostraba, con unos micrófonos apagados y uno que otro comentario en el chat. Era necesario pensar en una participación más activa, o por lo menos que supiéramos que se estaba entendiendo lo que con pasión transmitíamos en la vídeo llamada.

El profesor MG. Jorge Maldonado, aceptó el cambio de manera positiva y aunque él no conocía mucho del tema audiovisual, convirtió su biblioteca en el escenario para explicar por medio de vídeos la clase, los estudiantes lo veían en YouTube, tomaban nota y luego en las clases por vídeo llamada, cada uno comentaba lo comprendido en el vídeo y la clase se hacía más participativa. Esto, requería que el docente tomara un tiempo de su día para preparar el vídeo, poner una luz adecuada, que la cámara estuviera cargada, con un sonido óptimo y a grabar, luego, en el computador hacía una edición y a subir el material a su canal en YouTube. Después preparaba el cuestionario que sería la guía para la conversación virtual con sus estudiantes.

“Me planteé el reto de hacer muchos vídeos cortos, de entre cinco y siete minutos sobre los temas de la clase, estos los subí antes de cada sesión y tuve un gran éxito, puesto que los estudiantes veían, compartían y comentan estos vídeos y cuando se daban las clases remotas, aprovechábamos estos momentos para resolver preguntas y comentar los temas así que le pude quitar peso a la sesión y mejorar las sesiones para todos. Esa fue la tarea y la respuesta fue muy buena”. Finalmente el literato de ojos verdes y cabello churco, por el Whatsapp, me dice que las clases no eran solo para los estudiantes que habían inscrito la materia, sino también era para las familias y en algunos hogares, incluso para las mascotas.

Y es que incluso el ruido de las ollas y la vajilla al lavar, el ruido de la lavadora, eran las melodías que acompañaban las intervenciones de algunos estudiantes, en algunas oportunidades se escuchaban las voces de los papás en video conferencias o de los hermanitos menores respondiendo sus clases de español y matemáticas, entonces las disculpas fueron muchas de las palabras que se escuchaban al finalizar su opinión. Por eso la mayoría recurrieron a silenciar sus micrófonos y apagar las cámaras, utilizando el chat como modo de participación activa y evidencia de que estaban al tanto de la clase. Claro, también estaban los que se encontraban recibiendo clase sobre su cama y en pijama.

Felipe Rojas Azula, profesor de radio, pide a sus estudiantes que se saluden en vídeo antes de iniciar la clase, con el fin de no perder la esencia de la presencialidad, luego pueden apagar el vídeo. “La participación de mis estudiantes es muy importante, ya que no solo de mi depende que la clase sea amena, ellos deben hablar, comentar y realmente fue un grupo óptimo, dedicado y muy responsable y esto se evidencia en los buenos trabajos que realizaron y que fueron publicados en Sergio Interactivo”.

La experiencia del doctor Álvaro Velandia fue similar, a la de muchos docentes que no tenían miedo al uso de la tecnología. Trabajar la clase con otra dinámica a la presencial, buscando que a los estudiantes los temas les quedaran muy claros usando la plataforma Classroom para subir todo el contenido y también para comunicarse con los estudiantes. El docente con voz fuerte y seria respondió por un audio en Whatsapp: “Las clases tenían que darle más participación a los estudiantes ya que ellos durante ese tiempo tenían que generar preguntas, tenían que comenzar a desarrollar ejercicios que después eran ampliados en los espacios de Classroom. Entonces significó un gran esfuerzo para poder ampliar las experiencias de cada una de las materias, pero también fue gratificante ver cómo los estudiantes la recibieron y cómo todo ese material y todas esas oportunidades de construcción que ellos tuvieron, en muchos casos se aprovechaban y se desarrollaron trabajos muy interesantes”.

Por su parte el profesor de radio, Fredy Pinilla, asegura que se evidenció más puntualidad y asistencia en los estudiantes a la clase. Contaron con el apoyo del CEA y hubo un trabajo autónomo de parte de los estudiantes. Por Whatsapp escribió: “El uso de la tecnología celular y los software de edición que pudieran descargar libremente, les permitió realizar la locución y producción de sus piezas radiales. Se generaron procesos que tenían como punto central el trabajo del estudiante en el desarrollo de propuestas originales  auténticas”.

Cursando sus últimos semestres de Comunicación Social Periodismo en la Universidad Sergio Arboleda, Samanta Agudelo, asegura que para ella esta experiencia fue positiva gracias al trabajo de los docentes y de los estudiantes. Mirando a la pantalla del celular sonríe y con seguridad responde: “A pesar de la contingencia los docentes y estudiantes juntaron sus mejores esfuerzos para que el desarrollo de la clases se llevara con normalidad, un proceso que fue bastante duro, ser autodidacta, fue la única forma de seguir creciendo profesionalmente”.

Los salones y los espacios de la Universidad este año ya no tendrán la misma concurrencia, según el Gobierno de Colombia el próximo semestre se puede retornar las clases de modo semipresencial; sin duda seguirá siendo un reto para los estudiantes y docentes, pero también para las familias y la misma Universidad.

 

 

 

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