“LA MODA VINO AL MUNDO A VESTIR A LOS HOMBRES”
Por: Jabes Manuel Pimentel
Entrevista con Pilar Castaño, periodista, escritora, experta en moda y, como ella misma se describe, madre de tres, abuela de dos y una esposa feliz.
Cuando uno llega a la oficina de Pilar Castaño, la primera sensación que experimenta es la muerte del tiempo. Ese lugar está enmarcado en miles y miles de recuerdos tan valiosos para los medios de comunicación como es el tesoro de la H.J.C.K, emisora ubicada en Bogotá y donde ella trabaja; cuadros con muchos reconocimientos, fotos con personajes del mundo tan variados como Cantinflas o Andrés Pastrana, entre otros.
La imagen que Pilar trasmite es la de una mujer elegante, vanguardista, culta y espiritual. Con una sonrisa en su rostro pretende trasmitir todo el gusto que siente por lo que hace. Es una mujer meticulosa con cada palabra que utiliza y con cada movimiento que hace. Su escritorio está perfectamente ordenado.
Cuando una persona no le cae bien,puede llegar a ser un poco maleducada, dice ella, pero no hace concesiones. Tiene un carácter fuerte, pero la faceta de ser madre le ha mostrado otra forma de ver el mundo. Tiene fe de “carbonera”, como ella misma la califica. Todos los días se levanta muy temprano en la mañana, toma su agua de limón y reza.
Para ella no fue fácil ser hija de dos grandes de la cultura en el país. Mientras que su papá, Álvaro Castaño Castillo, hacía radio con los grandes del conocimiento y su madre era la primera dama de la televisión colombiano, Pilar estaba con su abuela, una costurera orgullosamente tolimense que inundó de retazos, colores y texturas las manos de Pilar. Aunque la nieta no aprendió el oficio de coser, según ella por tener manos de hombre, sí heredó el gusto por la moda, esa moda hecha en casa, esa moda del día a día, ese lenguaje que trasmite la moda en la ciudad.
Tuvo la oportunidad de hacer radio con uno de los grandes periodistas que tiene este país, Juan Gossaín. También presentó noticias por siete años, además del Concurso Nacional de Belleza. Por supuesto ha realizado la labor que más le apasiona: escribir, y la escritura la ha catapultado no solo como conocedora de la moda, sino como experta en estilo de vida. Son seis libros publicados y Pilar aún no cesa de escribir, lo hace para Cromos y actualiza todos los días su página web By Pilar Mode.
Ha buscado democratizar la moda como una necesidad diaria, en donde las personas sean conscientes de que ir al supermercado no solo implica llevar arroz, huevos o leche, sino también llevar la camisa blanca, el pantalón negro o la chaqueta de cuero.
Pilar Castaño, gracias por atenderme, sé que usted es una mujer muy ocupada.
Creo mucho en la academia, fíjate. Entre mis conferencias que dicto están las de las universidades, cuando me llaman para que hable con los muchachos, a que los guie, quizás por ser mamá, porque antes todo soy mamá de dos adolescentes y ya de una ejecutiva madura, digámoslo así.
Me gusta mucho el lenguaje de los jóvenes, esa transición que tienen que hacer de la universidad al mundo laboral, esa “burbuja” que se les revienta después de esos nueve semestres inmersos en su mochila terciada, en sus jeans rotos, en sus tenis tranquilos, en una velocidad distinta y luego boom, llega el mundo laboral y tienen que entrar a un mundo competitivo y la indumentaria cambia, que es lo primero que cambia, y te cambia la personalidad, te cambia la autoestima, te llenas de inseguridad, y ahí entra Pilar, la Pilar mamá, me les “meto en el rancho”, les hablo, los guio, etc.. De ese lenguaje tácito, de cómo absorben los grafitis, los cafés, los bares, la rumba, el reguetón, cómo todo eso se impregna en la ropa y como es un mensaje que los jóvenes quieren trasmitir. A mí la proyección de imagen es lo que me importa, cada ser humano es un individuo único, tiene un lenguaje personal y la moda es el vínculo, es el vehículo que transita entre el espíritu y la calle.
¿A usted que le recuerda esta frase: “No quieras que la rosa de más que su perfume”?
Tu eres lo que eres, tu estás metido en un cuerpo, pero quieres ser otra cosa, y no te pueden pedir que seas algo distinto de lo que quieres ser, esa es tu esencia. El poeta decía: “No la toques más, así es la rosa”. O sea, la rosa trae una esencia personal, es efímera, es etérea, pero es inolvidable, deja su aroma, inspira a poetas, cantautores, escritores. Hay que leer a Humberto Eco con “El nombre de la rosa”, que es un cuento medieval fantástico, es un símbolo, es el amor. Cuando mamá hablaba de “no quieras que la rosa de más que su perfume” era cuando yo le decía, pero mamá esa persona… “No quieras que la rosa de más que su perfume, eso es lo que es” me recalcaba. Hoy “no quieras que la rosa de más que su perfume” se traduciría en el lenguaje actual de los jóvenes como: “eso es lo que hay”. Pero es un tema muy profundo, yo amo la historia, amo la literatura, amo la música, vengo de una cuna de gentes que gestaron cultura en este país, ecología en este país, medio ambientalismo en este país, entonces yo soy fruto de eso y vivo a un ritmo distinto, muy distinto.
Usted creció con su abuela. ¿Cómo fue la experiencia?
Mi abuela Mercedes era costurera, siempre fue costurera, de Ibagué, Tolima. Crio a sus cuatro hijos cosiendo, pedaleando su máquina. En ella me inspiré en mi primer libro “El hombre en el espejo”, que está dedicado a ella. Por esta torpeza de manos, porque soy la mujer más torpe del mundo, tengo manos de hombre, no puedo coser, pero sí pude desarrollar el tema táctil de las “telitas”, de los retales. Aún recuerdo el suelo de madera al lado de sus máquinas frente al Parque Nacional en esta casona maravillosa. Ahí yo jugaba con los retales, hacia rositas, forraba las manijas de las canastas. Ahí me di cuenta del colorido del pantone, de las texturas de la moda y amé la moda. Luego estaba también mi mamá, ese monumento de estilo, esta cosa tan espectacular, esa elegancia, ahí ya quedé lista. Fue un ADN que entró intravenoso, perfectamente intravenoso.
Mientras que usted se criaba con su abuela, su mamá estaba haciendo televisión en el país. ¿No le hizo falta su mamá?
Nunca. Ella llegaba llena de Galletas de la Rosa de presentar Lazy, ella llegaba llena de ponqué Ramo, llegaba siempre pensando en nosotros, en mi hermano y en mí. Lúdica, nos metíamos en la cama y me leía cuentos, y si no tenía qué leer, me contaba cuentos que se inventaba, yo estoy segura de que “El árbol de la flor del lilo lam” nunca existió y era inventado por ella, una cosa absolutamente mágica. Estuvimos siempre pegadas, absurdamente pegadas, tanto así que los fines de semana estaba con ella. Después, cuando fui creciendo, que normalmente las mujeres están con las amigas, yo estaba con ella; no me hizo falta, me hace falta hoy que no está, pero mientras estuvo viva, siempre estuvo ahí conmigo.
Usted crece y se va del país. ¿Cómo fue esa transición?
Horrible, lloré, yo me fui en septiembre y creo que lloré hasta diciembre que nos volvimos a ver mi mamá y yo en New York. Creo que lloré cuatro meses. Además, estaba en Roma en un internado de monjas y era con correo, en Roma todo era con correo. La primera palabra que aprendí en italiano fue “sciopero”, huelga. Siempre había huelgas de correos y a mí no llegaban las cartas, eran tres semanas de espera. Cuál celular, cuál facebook, cuál whatsapp ni que nada. Esto era finales de los 70, otro mundo, nada que ver. Y llegaban estas cartas maravilladas de mis familiares y yo les escribía. Las monjas me chantajeaban, sabían que yo dependía tanto de las cartas de mi casa, que, si no me comía la avena al desayuno, una avena horrible, espesa, no me daban la carta. Ya después comenzó el año, me fui amoldando un poquito, después me volví externa, no interna, entonces vivía donde una señora fantástica que se llamaba Inesardi y ya. Después me fui a París y la cosa fue más tranquila, pero en Roma sufrí mucho.
Sé que usted aprendió francés, pero se identifica más con el italiano. ¿Cómo fue su encuentro con el italiano?
Maravilloso, claro, es que yo aprendí francés e italiano al mismo tiempo y como son de origen latino y yo soy latina, fue una armonía total. Adoro el francés, estudié mi carrera en Francia, escribo el francés, el italiano no lo escribo tan bien como el francés, pero adoro hablar el italiano. Si yo tengo que escoger un idioma, prefiero hablar el italiano, porque me parece que soy más yo, va más conmigo misma.
¿Cómo es el periodismo en Francia?
Teórico, muy teórico, es Duverger, es teoría total. Como yo llegué con toda la teoría, caí en las manos de Elvira Mendoza en Cromos y ella me enseñó a escribir. Además, me enseño la práctica, porque yo de práctica no tenía nada y el periodismo es práctica. Con Elvira, quien fue con mamá quien en realidad me enseñó a escribir, aprendí. Esto era con Margarita Vidal, con Juan Gossain, con Heriberto Fierillo, con Nicolás Suescún, con Fernando Garavito, con Rosita Mora, una gente increíble. Ellos todos me enseñaron, yo era la cosita, el bebé; y ahí me formé, y sigo trabajando en Cromos hasta hoy.
¿Usted fue la primera mujer en estar en la mesa de trabajo de Juan Gossain?
Antes de mi había estado María Isabel Rueda, que entre otras me decían los de control que iba en pijama, y después de mi estuvo Vicky Dávila. Yo fui la única mujer en mi momento con ellos y duré ocho años.
¿Cómo fue la experiencia?
Durísima, pero formadora, fueron dos maestrías. Era el país destructor, el país caníbal, el país aterrador, el país del 2000. Me tocó desde 1995 hasta 2005, un país aterrador. El Caguán me tocó todo y Jaime Garzón fue el detonante para no seguir con Juan Gossain, yo no puede más.
¿Y uno como asume toda esa carga emocional?
Yo no llegaba a la casa, yo seguía con Gloria y Pilar, a las diez empezaba con Gloria y Pilar que era moda, literatura, mamá, cultura, música, viajes. Ahí me calmaba. Luego llegaba a mi casa, a mercado, a hijos, a familia, a vida, mas o menos entres las doce y las seis de la tarde. Era un mundo convulsionado y lo manejé.
¿Por qué utilizó un blazer y una corbata en su primera emisión como presentadora?
Porque yo siempre he sido muy andrógina, porque la moda es masculina, la moda no es femenina. La moda vino al mundo a vestir a los hombres. Mi mamá, que fue mi consejera siempre, me dijo: “Ponte una corbata y un blazer que se te ven muy bien”. Y así fue, me sentí empoderada. La moda tiene que empoderarte, la moda tiene que servir como herramienta para ayudarte, y me agarré de ahí, y ahí seguí adelante, claro que me dijeron que el trabajo era por una noche y me terminé quedando siete. Me tocó el apagón de Gaviria, me tocó todo el 92, me entregaron a Camila Michelsen en el estudio después de lo que paso con el M-19, me tocó la amnistía de Navarro y de Pizarro, me tocó todo, me tocó todo.
¿Qué opina de la moda andrógina?
La moda es andrógina, la moda vino a vestir regentes, papas, dictadores y reyes. Las mujeres no existían, a las mujeres nos pusieron una túnica como la virgen María y vivimos de túnica, griegos con túnica, romanos con túnica, egipcios con túnica, chinos con túnicas, la mujer con túnica, tan con túnica que las únicas mujeres que sobresalieron fueron Cleopatra y Nefertiti, pero por el maquillaje o por el pelo, no por lo que se ponían. Hombres maravillosos, llenos de perlas, de piedras, etc. En el siglo XIX ya la cosa empezó a cambiar, ya en las revoluciones había cambios un poco positivos, primero con Francia y luego con Rusia. Pero el siglo de la mujer fue el XX, donde la mujer logró el voto, donde la mujer logró trabajar, eso fue con las guerras: ahí la mujer dejó de lado todas las arandelas, los bombachos, los corset que la adornaban y que la limitaban, para volver a ser una mujer normal, digámoslo así. Fueron los diseñadores de comienzos de siglo quienes la apoyaron, pero nosotras siempre estábamos de túnica, porque la moda era para los hombres.
¿Qué opina de los hombres que usan tacones?
Tu indumentaria refleja lo que tu eres, uno no puede pretender llevar tacones y esperar que lo respeten como hombre, porque te pueden respetar como mujer. Es una cuestión de entender el respeto social que se ha construido a partir de la historia.
¿Tener tacones implica ser mujer?
En el siglo XXI tener tacones significa ser mujer, en el siglo XVI tener tacones era Luis XIV, pero como la moda es un reflejo del momento en el que vivimos, es la primera vitrina de los cambios sociales. La moda es la que vistió a Cristo de túnica y sandalias de pescador, por eso el hippismo lo asocias con esas sandalias de Cristo, las transparencias, la moda hindú y las flowers shall. Un hippie no puede vestirse de hippie y pretender dirigir un banco, porque no lo van a respetar como gerente de banco si va vestido de hippie, tiene que vestirse como gerente de banco, tiene que ponerse un blazer y una corbata para ser gerente de banco. Un hippie puede dirigir una película, una campaña de publicidad, una Starbucks y vender café orgánico, puede tener una boutique de moda y puede vestirse de hippie, pero si se va a sentar en una sala de juntas con unos directivos que le van a prestar dinero a ese banco, no puede vestirse de hippie, la indumentaria va acorde a tu oficio y a tu entorno.
¿No cree que es importante romper esos tabúes sociales en donde tacones es sinónimo de mujer y corbata de hombre?
Puede ser y puede llegar a eso, está tan ecléctico el siglo XXI. Este milenio y este cambio de milenio lo que ha traído es eclecticismo en la moda, pero yo sí creo que la indumentaria refleja tu interior, o sea, yo no me puedo vestir de monja y vivir en un burdel. No. Yo más bien me visto de mujer de la vida pública y vivo en el burdel y me facilito la vida, porque estoy proyectando mi oficio, y me visto de monja y vivo en un monasterio y rezo todo el día. La indumentaria va de acuerdo a tu lenguaje y tu trasmites visualmente lo que proyectas como ser humano. Seguramente en veinte años la gente podrá decir: “Yo quiero ser hombre, pero me quiero poner tacones, aretes y pintarme el cabello de fucsia” y que sea algo normal. Lo que ha logrado Brigitte Baptiste siendo director de la fundación Humboldt vestido de mujer, tener esposa y dos hijas es una cosa alucinante, es su discurso coherente. Yo la respeto, estuve ahora con ella en el Hay Festival en Cartagena, y sus vestidos floreados, escote, cabello fucsia y maravillosa total, pero tienes que tener cojones, tienes que tener en verdad un discurso muy coherente para confundir con tu imagen, desdibujarte con tu imagen y lograr trascender con tu discurso.
Jorge Duque, ganador de Project Runway Latinoamérica dice que los diseñadores son intérpretes del ego. ¿Qué opina de eso?
Lo que pasa es que la prenda trae una historia, cada prenda viene concebida y viene al mundo con un bagaje, con una historia, con un ADN. Esa indumentaria, esa prenda, tu te la pones, tu te la aplicas a ti mismo y tu le metes tu ADN y lo mezclas con el de la prenda. Entonces, en ese momento se podría decir que sí, la moda es aparente.. La moda es vertiginosa, por eso es aparente, porque cuando está de moda, decía Channel, “cuando una prenda está de moda, ya dejo de ser moda”. Así de rápida es la cosa. Aparenta tu personalidad, no diría que directamente tu ego, pero sí alimenta tu personalidad.
¿Qué trae de nuevo Bogotá Fashion Week para el 2017?
Ya al habernos asociado con la Cámara de Comercio, con la Secretaria de Turismo y con la Alcaldía de Bogotá nos volvimos un evento de ciudad, y al volvernos un evento de ciudad, somos como ARTBO o como el Baum; y la música, el arte y la moda van de la mano, porque son manifestaciones culturales. Ya la cosa va mucho más en serio, porque la Cámara apoya a los emergentes, apoya el comercio de la moda, el negocio de la moda, las mesas de negocios y es importante que el diseñador joven que se está formando entienda que no es hacer una pasarela, que es una ópera prima que dura doce minutos y cuenta su historia, sino es un talonario y una máquina registradora que vende lo que produce, que pueda producir en serie y se convierta un negocio, para que sea un diseñador famoso el día de mañana como Silvia Tcherassi, como Amelia Toro, como Hernán Zajar, como Juan Pablo Socarrás, como Lina Cantillo, como Adriana Santacruz, como Pepa Pombo, como Johanna Ortiz, como Isabel Henao, que son diseñadores que producen, venden y se proyectan en el mundo.
¿Cuál es la prenda más costosa que ha utilizado?
La que nunca me he puesto, claro que sí, hay prendas que compré mal, ahí están, no me las he puesto, ahí está el tag colgando, me muero de la rabia porque pagué, las compré y nunca me las puse. Porque cuando tu te pones una prenda ya tiene todo el valor del mundo para ti y no es costosa, en cambio, cuando no la usas, es un desperdicio
¿Qué diseñador le gustaría que la vistiera?
Me fascina Victoria Beckham, me fascina Stella Mccartney, me fascina Alexander Mcqueen, me fascinan los ingleses, me muero por los ingleses. En Francia, bueno yo siempre he admirado a Yves Saint Laurent, yo soy más que todo Yves Saint Laurent en la vida. Me fascina Selena Laia; españoles, Jesús del Pozo, me encanta. Gringos, yo pensaría que Alexander Wang y Marc Jacobs.
¿A cuáles no les compraría ni una media?
Yo pienso que no soy nada Moschino, porque no soy nada ecléctica en eso, pero me gusta Alberta Ferretti, que Moschino es de ella, Alberta sí. Prada me fascina, Roberto Cavalli, tal vez a Cavalli, Cavalli no me mata, me voy más con Dolce & Gabbana que con un Cavalli. Me gusta más Guess que Gaultier, a pesar de que admiro a Gaultier. Tommy Hilfiger, entre él y Michael Kors, me iría con Hilfiger. No, es difícil decir a quien no le compraría, porque todos tienen momento.
¿Y a John Galeano?
Tal vez, pero Galeano con Marnie ha cambiado mucho, Galeano con Marnie encontró su norte, a Galeano, Galeano, no le compraría ni un pañuelo, pero a Galiano para Marnie sí. Hay uno que se llama Rocco Barroco que nunca me mató, pero hasta un Pierre Cardin, un Cuchet, un Luiferraro, Kenzo me enloquece, Yohji Yamamoto, Juan, o sea, me encanta, es difícil, porque todos tienen sus momentos. Ágata me fascina, todos me gustan.
¿Qué opina del estilo Anna Wintou?
Me fascina, una mujer que es un reflejo de la moda, una «papisa», una mujer que ha seguido los pasos de Diana Vreeland. Es una mujer que entiende la moda, que vive ayudando a los diseñadores jóvenes, que asesora a los veteranos, que los guía, es una carta de navegación, cree en el negocio de la moda, es inglesa y adora New York, le ha apostada a New York, la admiro muchísimo.
Hablemos ahora del vestido de Andrea Tovar en el Miss Universo. ¿Qué opina?
Alfredo puedo haber hecho una cosa más minimal, porque Alfredo se maximizó. Lo bueno es que la empoderó, ella se sentía bien vestida, ella no se sentía insegura, ella se sentía divina, que es lo importante. Como decía Saint Laurent “Que sea yo más fuerte que el brazo del hombre que te ama”. Él ahí la empoderó, pero es que era o el brocado, o el dorado, o la arandela, pero todo junto fue demasiada información: la arandela, el faralaes con dorado, con brocado, con trasparencia, había demasiada información, yo la veía más sirena, pero como él se ha pasado la vida haciendo sirenas, él quiso tal vez cambiar. No, es que eso es muy subjetivo criticar un vestido, pero yo hubiera mandado a Andrea con algo más minimal.
¿Asesoraría a Melania Trump?
Claro, sobre todo esa sí que necesita asesoría. Le pondría ese abrigo militar con el que llegó a Washington, que la empoderaba, que le daba un look neutro, porque ella es demasiado sensual, es una Marilyn actual.
¿Y a Donald Trump?
Uy, no, ese hombre sí que necesita asesoría, pobre hombre. Un nombre que no sabe ponerse una corbata, que no sabe anudarse una corbata, como decía The New York Times, es un hombre que no puede manejar nada, es caótico.
¿Victoria’s Secret es moda o es show?
Es una cultura, es la cultura de la sensualidad, es la cultura de la mujer bella, de la coquetería, de ese lenguaje erótico que vende mucho erotismo. Sería mucho desperdicio si no existiera, el mundo debe tener ese lado sensual, coqueto, femenino, desde luego que es comercial, todo es comercial. Cuando yo pienso que Colombia es el primer productor de ropa íntima de América Latina, siento que en el fondo de taquito nos ayuda, porque hace que la mujer se encuentre con ella misma, que tenga ese lenguaje entre ella, que es el lenguaje más lindo que puede tener la mujer, que es de mujer a mujer, que es su intimidad; su cajoncito con sus calzones de colores, su brasier, sus ligeros, su ropa íntima, su ropa de ir a la cama, en fin… Todo eso es un inmenso desarrollo que ha creado Victoria’s Secret, pero nosotros tenemos que vender nuestras marcas, pero en general la moda íntima no le hace daño a nadie.
¿Qué opina de tiendas como Bershka, Mango, For Ever 21?
Bueno, es que yo soy el Éxito, soy asesora de moda del Éxito hace nueve años, entonces vendo moda nacional, apoyo la moda masiva, la moda del carrito del mercado, por eso meto diseñadores en las grandes superficies como el Éxito y por ahí están todos: Esteban Cortázar, Olga Piedrahita, Johanna Ortiz, Silvia Tcherassi, Jorge Duque, Isabel Henao, Renata Lozano, todos han pasado por ahí, porque la moda hay que hacerla para vestir al consumidor masivo. Me parece un acierto que Zara le abrió la ventana a la moda masiva, la democratizó, eso es verdad, pero hay que comprar colombiano.
¿Cuál es la invitación para que la gente compre colombiano?
Que vayan al el Éxito y miren las maravillas que estamos haciendo con People, con Bronzini, con Blues para las mujeres grandes, para las mujeres de tallas grandes, con Cusco, que vayan al Éxito.
¿Nunca la han hecho sentir que hacer periodismo de moda es una banalidad?
Yo entiendo que la gente no sepa y no entienda. Nunca he visto a alguien desnudo en la calle. El día que vea alguien desnudo, voy a entender que estoy haciendo las cosas que no son, pero la gente vive de lo que se pone y si vive de lo que se pone, es tan importante como lo que come, es tan importante como lo que la hace soñar, es tan importante como lo que la apasiona, es tan importante como lo que respira. La moda hace parte de un lenguaje inherente del ser humano.
¿Por qué en Colombia no hay un programa de moda?
Porque no le invierten, porque las programadoras creen que eso no vende, creen que vende más un Nex Top Model. Ahí si no entiendo, cuando yo tuve Moda, Estilo y Pasarela, era una maravilla.
¿Cómo fue la experiencia de improvisar en el Concurso Nacional de la Belleza?
Eso se logra a partir de una falla técnica que hace que uno se salga de la piel y yo saqué todo lo que tenía, toda la experiencia de mi madre, me inmortalizó y me gane un premio Simón Bolívar porque hablé 57 minutos sin parar, pero hablé de lo que me gusta, hablé de moda, hablé de estilo, hablé de música, hablé de todo y me jugué el pechito y funcionó, pero ha podido no funcionar y ser un desastre.
¿Volveremos a ver a Pilar Castaño en televisión?
Siempre salgo, siempre salgo invitada. Pero es que ya sentarme a grabar es complicado. El tiempo que toma eso es muy largo. Dicto conferencias, viajo, asesoro, soy curadora de Bogotá Fashion Week. No hay manera, ¿cómo le hago? Hablé con Taliana Vargas que está grabando para Netflix y ella me decía: «No te imaginas lo que es grabar». Es que grabar es mucho rollo, y eso que ella está grabando una serie y eso se termina. Imagínate un programa de moda…
¿Cuál es el consejo para la gente que quiere hacer periodismo de moda?
Creer y ser críticos, creer, investigar, leer, creer que somos lo máximo, porque aquí hay mucho talento. Salirse del mundo nuestro y ver que el mundo es inmenso, que está allá lleno de talentos y es importante ser el mejor, además de leer y escribir todos los días. A eso le debo mi delicia de página, porque yo escribo y escribo.
¿Se considera una protectora de la moda?
No, yo me considero parte de eso, yo formo parte de un universo inmenso que es la moda, soy como una constelación y brillo mucho, porque creo en mí, porque me quiero mucho y al querer te proyectas, yo soy parte de ese gran universo.
Usted es una mujer de mar, ¿qué piensa cuando está en mar abierto?
La paz total, la inmensidad, el respeto que produce algo tan incontestable como el mar, es mi paz mental, es mi interior
Me encontré con Silvia Tcherassi y le pedí que en una palabra me describiera quién era Pilar Castaño. Ella me dijo: humildad. ¿Se considera una mujer humilde?
Somos muy amigas, nos queremos mucho. Sí, yo creo que nunca se es lo suficientemente humilde y en cambio mamá sí era humilde, de verdad humilde. Yo trato, se lo debo a ella, trato, trato, pero lo que pasa es que tengo un carácter fuerte, entonces ahí está mi mamá diciéndome: “Bájale, bájale, el tono es de la canción, por favor”. Pero como vengo de ella, algún día lo lograré. Que alguien como Silvia diga eso, es porque nos conocemos mucho.
¿Usted es una mujer apasionada por su trabajo?
Amo, amo lo que hago con profundidad, de verdad, como decía Gabo: “La improvisación no existe, la improvisación solamente se logra cuando conoces a profundidad lo que haces”. Eso es verdad. Yo todos los días estoy escribiendo, tratando de conectarme con eso que hago. Yo no sé si fue Buda o Gandhi, pero alguno decía; “Si amas tu trabajo, si sientes pasión por tu trabajo, ese día no vas al trabajo”. Si uno piensa solo en trabajo sin alguna pasión, no hay sentido de seguir trabajando. Cuando se pierde la pasión, ¿para qué trabajar?
¿Por dice que es de mala educación no ser feliz?
Porque el mundo es demasiado duro, pasan demasiadas cosas y somos unos privilegiados, el solo hecho que podamos estar sentados tranquilos hablando tu y yo tomándonos un agua aromática de hierbabuena, oír mi música clásica de Radio Clasic que viene desde París, que pueda mirar cada mañana a mis tres hijos que son mi mundo, mi viento, mi fuente, que pueda dormir al lado del hombre que amo y despertarme con él. Eso no hay derecho a tomarlo como algo ligero, tengo la obligación de sonreír, de mirar para el lado, de mirar para abajo, para arriba, o sea, es de mala educación creer que uno puede ser algo distinto a feliz.
Pero en un país como Colombia donde hay tantas masacres, ¿cómo se puede ser feliz?
Cuál Colombia, hay que mirar países como Libia, Siria, Pakistán, como Haití que no sale de los terremotos, que no sale de las inundaciones, o sea, no. ¿Cómo es posible que no seamos felices?, cada paso, cada camino… No es posible.
¿Cómo nació Estilo Urbano?
Siempre he sentido que los jóvenes tienen un lenguaje, ahí, echados en el campus, ahí, estudiando, leyendo, comiendo, en sus discotecas, caminando, pintando y es un lenguaje muy importante, entre ellos se comunican totalmente. Veía estás pieles de cuero y está honda dark y había que registrarlo, entonces me fui con un fotógrafo fantástico a recorrer las calles de Medellín, Cali, Barranquilla, Bogotá, etc… Y gustó mucho.
¿Cuál ha sido el viaje que más le ha marcado la vida?
Japón, por su estética, por su amor a lo bello, por sus flores, sus cerezos, su moda, sus mujeres, Japón.
¿Qué es lo primero que piensa cuando se levanta?
Rezo, me tomo mi agüita de limón y rezo.
¿Qué les ponía a sus hijas cuando eran pequeñas?
Moda francesa, linda, moda hecha por mi abuela. Mi abuela cosió mucho para mis hijas, cosas bordadas a mano, cosas lúdicas, muchos disfraces, nos hemos disfrazado mucho, hemos jugado mucho con la fantasía. Luego se fueron volvieron más prácticas, entonces jeans, botines, tenis, comodidad y deporte, pero mis hijos siguen siendo muy auténticos, cada uno con su personalidad.
Pilar Castaño es mamá de tres, abuela de dos y una esposa feliz. ¿Qué más es Pilar Castaño?
Soy una mujer tierna, soy una mujer con muchos sentimientos, soy una mujer a la cual le hacen mucha falta sus papás y su casa. Soy una valiente, eso es lo que soy, soy una valiente.
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