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Úsalo, piérdelo… tu celular.

Por Melissa Van Der Westhuizen - León Universiteit van Amsterdam- Sociale Wetenschappen *Universidad de Ámsterdam – Ciencias Sociales. Traducido por Redacción Altus.
Por Melissa Van Der Westhuizen – León
Universidad de Ámsterdam – Ciencias Sociales.
Traducido por Redacción Altus.

Hace unos días hablando con un amigo residente en Bogotá, me comentó sobre la recomendación que el alcalde de esta urbe andina había dado a sus conciudadanos y que se resumiría así: “si no quieres que te roben tu teléfono, pues no lo uses en la calle”. Hablamos del revuelo que las palabras del burgomaestre causaron en toda Colombia.

Como neerlandeses, u holandeses como prefieren llamarnos los hispanohablantes, esta medida no resulta nada nueva.

A finales del año 2011, el alcalde de Ámsterdam, Eberhard Van Der Laan, nos dijo a todos los residentes de Ámsterdam que si no queríamos perder nuestros teléfonos pues que no los usáramos en la calle.

Recuerdo que cuando visité Colombia hace ya varios años, todos me preguntaban sobre los coffee shops, los conciertos de punk, las okupas y el distrito rojo. Así que para los latinoamericanos que tienen una imagen de Ámsterdam cual si fuese una especie de utopía libertina… que un alcalde proponga que no uses tu propiedad privada por riesgo de que te la roben, parecería increíble.

uso-celular-en-la calleDesde 2010, año en el cual Van Der Laan se posesionó como alcalde, el crimen en general se ha elevado alarmantemente en todos los Países Bajos y también, por supuesto, en Ámsterdam. Desde la época más dura de la crisis europea hasta nuestros días, Ámsterdam empezó a reportar lo que hace años era imposible: Robos, asaltos, hurto a residencias, y lo más preocupante, lo que en Colombia se llama “raponeo” y que aquí le llamamos “overval”.

Tristemente, y guste a quien le guste, y duela a quien duela, estos crímenes se vienen perpetrando por bandas norafricanas, latinas, turcas, incluso españolas y romaníes… esto no lo digo yo, y bajo el riesgo de sonar xenófoba, las cifras de la alcaldía de Ámsterdam y la Policía de los Países Bajos lo comprueban. Claro está que sin el apoyo de holandeses nativos, estas bandas extranjeras no podrían delinquir en ninguna ciudad de los Países Bajos.

Contrario al concepto de seguridad que se tiene en América Latina, los europeos tememos la presencia policial. Recuerdo mi primera visita a Colombia. Para los colombianos ver un policía en cada cruce de calles es normal y eso los hace sentir seguros.

En la mayoría de Europa, ver un policía cada calle, es sinónimo de peligro inminente: una alerta de atentado, la proximidad de una figura pública o incluso la militarización de la ciudad: para el europeo promedio si bien es grato ver un policía, verlos en exceso genera pánico.

De ahí que nuestro alcalde Van Der Laan, en vez de llenar Ámsterdam de policías, nos pidió a los ciudadanos que cuidáramos mejor nuestras posesiones, que nos olvidáramos de aquellos idílicos días en los cuales podíamos caminar por nuestras calles con la completa seguridad que nada nos iba a pasar. Estos son otros tiempos.

Esta crisis que ha golpeado en menor medida nuestras tierras pero que ha arrasado las de nuestros vecinos, ha devuelto a Ámsterdam un tipo de crimen que creíamos anacrónico: el raponeo (“overval”).

Claro está que nadie en Ámsterdam acató esta medida literalmente y se puede ver por ahí a muchos ciudadanos utilizando sus teléfonos celulares para aquello que fueron creados hace más de 30 años: para llamar desde fuera de casa y, es claro, con el tiempo se han venido añadiendo otras funciones que también se utilizan en la calle, como mandar mensajes, tomar fotos, navegar en internet e incluso jugar.

La recomendación de la alcaldía de Ámsterdam fue eso, una recomendación, un recordatorio al cuidado de nuestra propiedad en una ciudad que ya no es la que era antes, en una ciudad que ahora es insegura.

El rechazo no se hizo esperar. El partido de oposición al alcalde Van Der Laan, el Partido Popular Neerlandés por la Libertad y la Democracia, de Centro Derecha, que representa el ala liberal-conservadora de la política holandesa, al cual pertenece el primer ministro de los Países Bajos Mark Rutte, arremetió contra esta campaña. Criticó la medida como una muestra de “pereza gubernamental” pues según este partido uno de los deberes primordiales de un gobierno es asegurar la posesión de la propiedad privada y eso incluye su uso en espacios públicos.

Incluso facciones más conservadoras, no alineadas con partidos, pero que controlan muchos de los medios de comunicación holandeses, arremetieron con burlas y exageraciones contra las recomendaciones del alcalde amsterdamés.

“De Groene Amsterdammer”, un diario capitalino, mencionó que si usar un teléfono en la calle significa perderlo, lo mejor sería no salir nunca a la calle, pues uno se puede morir en plena vía pública y esto representaría un problema para la alcaldía. “De Telegraaf”, el diario más vendido de todos los Países Bajos, consideró que estas recomendaciones eran el preámbulo del fin del estado de bienestar (Wohlfahrtsstaat). (Quienes entiendan neerlandés o alemán pueden buscar en las páginas de estos diarios las noticias relativas a este tema buscando “use it, lose it”)

Indagando más sobre el asunto colombiano, al parecer la petición del alcalde bogotano, Gustavo Petro, no es más que la misma invitación que nos hizo Van Der Laan a los amsterdameses.

Vi un video del burgomaestre bogotano en el que exponía una serie de crímenes que representan el mayor peligro y temor para bogotanos: el hurto a teléfonos móviles, sobretodo smartphones, dado que es el que más impacto tiene en la ciudad.

En mi escaso español, entendí que la gente en Bogotá no está siendo asesinada por robarles sus coches, o sus viviendas, sino por robarles sus teléfonos.

Por fortuna aquí, en Ámsterdam, hasta donde la opinión pública sabe, no han matado a nadie por un celular y si te roban tu móvil es rápidamente, por algún sujeto que va en moto, o un tipo que pasa corriendo, e incluso un ciclista que velozmente sale huyendo. El atraco a mano armada (gewapende aanval), no es muy común en los Países Bajos, mucho menos en Ámsterdam.

Si sales a pasear por ahí en las calles de Ámsterdam verás uno que otro aviso que dice “use it, lose it”, la alcaldía prefirió utilizar el inglés sobre el neerlandés y el alemán, nuestras lenguas oficiales, para que la campaña llegara incluso a los turistas.

Estos carteles, a casi dos años de su postura, en su mayoría, se encuentran llenos de graffities como casi todo en Ámsterdam. Esta campaña se olvidó rápidamente, y sólo quedaron unos cuantos carteles metálicos que debieron costar bastante dinero a los contribuyentes.

Hoy en día en Ámsterdam nadie habla de la dichosa campaña que causó revuelo por algunos días. Ésta campaña, por cierto, se inspiró en una que promovió Scotland Yard por toda Inglaterra y que hoy no es más que un recuerdo en una que otra valla.

Las campañas inglesas y holandesas no se limitaron al propio teléfono, incluían reproductores de música, e incluso decían que usar audífonos era tentar a un ladrón. Hasta donde entendí al alcalde bogotano, su recomendación no fue hasta allá, se quedó en eso, en una recomendación para los teléfonos móviles.

Si sirve de consuelo, la alcaldía de Bogotá no dispondrá recursos para imprimir numerosas vallas. Al final sólo se recordará más lo inverosímil del asunto que la intención preventiva de la administración.

De estas simpáticas recomendaciones realizadas por los políticos que consideramos, en ambos países, el segundo cargo público más importante después del presidente (primer ministro en los Países Bajos), queda la sensación de que existe en ambos casos un gobierno incompetente ante el delito. Así las cosas, se entiende que las alcaldías pretendían adoptar una función paternalista que, por más que quieran, nunca cumplirán a cabalidad.

Cualquiera que adquiera propiedad privada sabe a qué se arriesga al adquirirla: robo, pérdida, desvalorización, daño, desperfecto… No obstante, si se pagan impuestos se aspira a que, por lo menos, ese primer factor, el robo, sea mitigado por los organismos facultados por el estado para la protección del ciudadano y su propiedad: la policía.

No es dañino que un gobierno recomiende usar con cuidado las posesiones de los ciudadanos en un momento en el cuál no puede brindar la seguridad para utilizarlas con libertad. Pero corre el riesgo de ser juzgado con dureza y de recibir la pregunta más dura que un pueblo puede formular hacia un gobierno: ¿si no pueden brindarme seguridad, para qué me cobran impuestos?

Que una medida sea tomada en Europa no quiere decir que sea una buena medida. Si los europeos fuéramos expertos tomando medidas, no estaríamos en crisis. Los gobiernos europeos, en ocasiones, comenten errores terribles y los gobiernos latinoamericanos, en ocasiones, aciertan en sus decisiones.

Latinoamérica debe desprenderse del pensamiento centroeuropeo que tanto daño le ha hecho y empezar a decidir y pensar por sí sola, con la libertad de que como países independientes tiene cada uno de los estados latinos. Mirar a Europa y aprender de los errores, estudiar a conciencia los aciertos y aplicarlos, no sin antes modificarlos a las necesidades locales.

Por ultimo expongo un claro ejemplo de cómo las medidas europeas y latinas pueden ser aplicadas en ambos casos, o ser totalmente incompatibles:

En Bogotá emularon nuestro carril de preferencia para ciclistas, ustedes lo llaman cicloruta, y está en la mitad de los andenes. Tomaron una idea holandesa, la modificaron a su necesidad local, y funciona.

En Ámsterdam intentamos adoptar el pico y placa, restricción del uso del vehículo particular según el número de su matrícula. No funcionó y muchos sintieron vulnerado su derecho a utilizar la propiedad privada… pero adoptamos el día sin carro, una idea bogotana e, igual que allí, aquí funciona muy bien.

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