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Graffiti: papel del que no calla

Por: María Andrea Peñaloza Romero

El graffiti es una manifestación cultural, social y comunicativa que está presente y se involucra de manera activa en el ambiente metropolitano. Por eso es una necesidad indagar sobre su presencia y su función como elemento que expone una idea, una imagen y una concepción de mundo.

Alrededor del graffiti se teje una cultura y un modo de ser que no puede pasar desapercibido por una persona interesada en teorizar y observar los fenómenos comunicacionales existentes en la cotidianeidad del lugar donde se desenvuelve. No por el hecho de ser gratuitos, anónimos y “callejeros” pueden dejarse de lado ya que son una expresión cultural que hace parte de la comunicación humana y desempeñan una importante labor en la construcción de identidad citadina.

Muchas de las paredes de la ciudad están llenas de escritos que, para algunos, son una ofensa o un manchón que daña y contamina la estética urbana. Esta concepción nociva y negativa del graffiti data desde 1541 cuando Cortés, un conquistador español que llegó a México, publicó un aviso que decía “Pared blanca, papel de necios”, que posteriormente derivaría en “papel de canalla” .

Pero en lugar de ser ofensivos o dañinos, se trata de mensajes elaborados que tienen sentido y plasman una ideología y una posición definida frente a las condiciones del mundo, del entorno y de la realidad. De acuerdo con esta última noción, se entiende que el graffiti cumple una función comunicativa que expresa el pensamiento y la forma de ver el mundo de la persona que lo traza en un mural. La pared, como la hoja en blanco, es el medio a través del cual se hace visible la palabra que pretende emitir un mensaje de cualquier naturaleza.

Según el investigador Armando Silva: “La inscripción graffiti responde a un deseo de expresar o decir por parte del sujeto de enunciación” . El graffiti es una manifestación cultural latente en la ciudad que sirve para que la gente desfogue sus emociones y diga lo que piensa. Es un modo en que la persona se desahoga y le grita ala sociedad aquello que siente hacia la política, la religión, el deporte, el amor, el arte, el humor y demás aspectos inherentes a la vida misma. Es querer decirle algo a alguien cuando ya no se soportan más las ganas de explotar ideas en prosa.

Al permitirle al individuo descargar la energía reprimida, el graffiti se convierte en un medio que evita la violencia y disminuye los índices de agresividad en la medida en que quien libera sus pensamientos y emociones en el muro, no tiene necesidad de ir a pegarle al que le cae mal o le molesta, porque al escribirlo exterioriza la posible furia acumulada, con tanta vehemencia, contra su enemigo supremo.

Todo ser humano tiene la pulsión vital innata de comunicarse con sus semejantes, de exponer sus puntos de vista y de defender sus intereses. Sin embargo, el ejercicio de esos derechos está condicionado a las posibilidades materiales y técnicas reales con que cada cual cuenta para ejercerlos. Es claro que en las sociedades modernas los medios masivos son el instrumento de comunicación de una minoría elitista y no sirven a los intereses de la mayoría. Esa mayoría, apartada de los medios dominantes, desarrolla sus propias vías de expresión, como el graffiti, que se erige como su única forma de ejercer el derecho a difundir, divulgar y dar a conocer su opinión.

El graffiti no es otra cosa más que el ejercicio del derecho a expresarse libremente e intentar alcanzar visibilidad entre los seres desconocidos que habitan esta selva de ladrillo y concreto.

El expresidente Alfonso López Michelsen aseguró en cierta ocasión que “el terrorismo nació como sustituto de la propia prensa. Aquellos que no tenían capacidad para figurar en una columna o una fotografía, en circunstancias normales, apelaron a hechos criminales y heroicos para desempeñar un papel de conductores de la conducta pública entre los inconformes” . Para el tema que se está tratando en este artículo, bien podría adecuarse la frase célebre del ex gobernante si se le hacen ciertas modificaciones y acotaciones. La palabra terrorismo podría ser remplazada por otra que se amolda y se ajusta al tema, quedando así: El graffiti nace como un sustituto de la propia prensa. Los autores de la expresión hecha con aerosol se sienten excluidos y buscan formar parte de una sociedad en donde no tienen ningún medio para dar a conocer su inconformidad.

El reportero estadounidense Robert Ezra Park, líder de la Escuela de Chicago, propone que los sistemas mediáticos deben cumplir una función asimiladora de la sociedad . Park vivió y presenció uno de los cambios más drásticos ocurridos en su país que fue el de la integración de los afroamericanos esclavos a la vida civil para trabajar como asalariados de las industrias, y la llegada de varios inmigrantes europeos judíos. Fue testigo de la masificación de su sociedad, pero se percató de que aquella igualdad tan promulgada no se practicaba, pues seguía habiendo mecanismos sutiles de exclusión de minorías tales como el ignorar y desconocer a los nuevos actores como ciudadanos activos.

Park estableció que, para incorporar a sus nuevos ciudadanos lo primero que había que hacer era dejar de mostrarse indiferentes con ellos y reconocerlos como actores a través de la prensa: hablar de ellos era una manera de hacerlos sentir importantes y otorgarles cierto estatus dentro de la vida urbana.

En una ciudad como Bogotá en donde existen millones de habitantes, muchos de ellos impedidos para participar en los escenarios donde se exhiben a ciertas élites exclusivas y los medios no cumplen a cabalidad con su función de asimilarlos ni acogerlos, el graffiti es un recurso del que disponen para hacerse notar. Dicho por Umberto Eco: “Se expresan a través del graffiti, aquellos mensajes que no es posible incluir en otros circuitos de comunicación, por incapacidad de poseer un medio” .

Los medios deben contribuir a la adaptación del individuo a la vida social y hacerlo sentir significativo, pero si se trunca este principio, la masa anónima se vale de herramientas como el graffiti para que su voz se oiga, retumbe y tenga, por un breve instante, algún protagonismo en el acontecer de los hechos, de la historia y del tiempo del hombre.

Los funcionalistas, considerados destacados e influyentes dentro de las teorías clásicas de la comunicación, asignan otro nombre a la función asimiladora de los medios propuesta inicialmente por Park. La llaman función de otorgamiento de estatus:

“Tanto la experiencia común como la investigación atestiguan que la
posición social de las personas, o de problemas sociales, se elevan cuando
logran atraer la atención favorable de los medios de comunicación de masas
[…] Aquellos a los que los medios tributan simplemente su atención,
adquieren un estatus más elevado […] Los medios dan prestigio y aumentan
la autoridad de los individuos y de los grupos legitimando su estatus.
El reconocimiento, por parte de la prensa, la radio, los periódicos
o los noticieros, demuestra que alguien ha llegado, que es lo
suficientemente importante para que se lo elija, en medio de
la gran masa anónima, porque sus opiniones y su conducta son lo
suficientemente significativas como para atraer el interés público”

Dado que en la capital colombiana la distinción es concedida a un grupo de personas muy reducido, la vasta mayoría marginada se vale de medios como el graffiti para darse a conocer , y sentirse grande por el tiempo que dure su mensaje plasmado en el muro visible a todos los peatones y citadinos que recorren las calles. Además de servir como instrumento de denuncia, el graffiti permite que el personaje que lo escriba se sienta distinguido e importante por un momento y tenga su podium de la fama entre las avenidas y rincones más concurridos de la ciudad.

El graffiti no es otra cosa más que el ejercicio del derecho a expresarse libremente e intentar alcanzar visibilidad entre los seres desconocidos que habitan esta selva de ladrillo y concreto. Es apenas entendible que si los canales destinan el contenido informativo a la presentación de sucesos que sólo afectan a un grupo pequeño, aquellos que tiene mucho que decir pero no encuentran un lugar en la radio, prensa o televisión para hacerlo, recurren a la estrategia de escribir en las paredes para manifestar lo que piensan, sienten y saben. El grafiti se consolida como una protesta contra la comunicación dominante que impide la incorporación de ciertos sectores cuando los ridiculiza o discrimina.

En el agitado ritmo de la vida actual muy poca gente se toma el tiempo de conocer al otro.
En la ciudad conviven y confluyen la diferencia y la diversidad cultural porque a ella llegan personas de lugares remotos para establecerse en busca de oportunidades y con miras a forjar un porvenir más próspero. Llegan personas que quieren integrarse a las actividades y rutinas capitalinas para tener voz y voto en todo lo que aquí acontece. Pero cuando muchos de ellos se estrellan con el impedimento para poder intervenir en los medios de comunicación oficiales, se ingenian la manera de hacerse sentir a través del graffiti. Dada la multiplicidad de pensamientos que concurren en la vida urbana y que no todos tienen cabida ni salida en los principales centros de distribución de comunicación, el graffiti facilita y ayuda a que todos tengan una tribuna para predicar sus filosofías, modos de ser y visiones del mundo.

El filósofo francés Emmanuel Levinas, habla sobre la cultura de aceptación del otro. Él se pregunta lo siguiente: “¿Qué sucede con la humanidad en su multiplicidad? ¿Qué decir del que está al lado del otro, del tercero y, con él, todos los demás? ¿Puede esta responsabilidad frente a otro que me hace frente, puede esta respuesta al rostro del prójimo ignorar al tercero que también es mi prójimo? ¿No me incumbe también él?” . Es indispensable conocer a los otros que cohabitan dentro del perímetro de la ciudad para que, de esta manera, se propicie la verdadera aplicación de la democracia. Pero como tanta belleza nunca es cierta, y esta solicitud de acoger al otro que es diferente de mí mismo es una mera especulación teórica; esos otros que se sientes aplacados y acallados irrumpen en la indiferencia por medio del graffiti.

Bogotá es una ciudad pluricultural en la que en vez de exaltar y respetar los valores culturales que forman la identidad de la sociedad, se tiende a desconocer el modo de vida y las creencias de gran parte de sus habitantes. Surge, entonces, el graffiti para hacerle el quite al desprecio y a la incomunicación en que muchos se encuentran sumidos. El graffiti es una muestra de oposición frente a la muerte expresiva de otro que necesita comunicarse para mantenerse vivo. Quien lee un graffiti se pone al tanto de la existencia tangible de alguien más que quiso decir algo. Eso es conocer al otro: oírlo, leerlo y verlo materializado en cualquier pared edificada a lo largo del territorio de la urbe.

Los problemas y situaciones que los medios ignoran y de los cuales se desentienden, son expuestos a la luz pública por los graffitis. Uno de los aforismos de la teoría funcionalista es que: “La publicidad colma la laguna entre actitudes privadas y moralidad pública” . En este contexto, el término publicidad puede sustituirse por el de graffiti. Lo que esta máxima significaría es que el graffiti hace visible lo que a los medios parece no preocuparles ni incumbirles. El graffiti funcionaría como el mecanismo a través del cual algunos se quejan del tratamiento preferencial y privado que dan los medios a determinados personajes y circunstancias del escenario urbano, dejando de lado episodios que son representativos, vitales, urgentes y necesarios para el resto de una buena parte de la sociedad.

El graffiti existe para hacer públicos los asuntos ocultos, para que todas las personas puedan acceder a él y enterarse de las diferentes opiniones y puntos de vista que se tejen en el centro de una democracia efectiva que en ocasiones parece desvanecerse en la conformación de “roscas” dirigentes, favoritistas y manipuladoras. Lo curioso es que se mantenga en reserva la autoría del graffiti ya que nadie se hace responsable de firmar su obra, pero eso es harina de otro costal y tema de otro posible comentario al respecto.

Para volver a lo que nos compete, cabe añadir que a los medios no les conviene monetariamente designar espacios a los más relegados. ¿Para qué darle voz a quien no le genera ganancias al canal?. Los dueños de los medios hegemónicos monopolizan los discursos y no se preocupan por los problemas de los más pobres, rechazados e ignorados sino por incrementar su lucro a toda costa; se muestran reacios a plasmar de modo crítico un mundo diferente al de las élites .

Pero a pesar de que los medios aíslen a un público potencial, éste encuentra en el graffiti la manera de resurgir entre las ruinas del olvido y posesionarse en medio de los principales lugares más transitados. Hay quienes se proponen la tarea de expresarse y se conectan con el mundo así el mundo no se quiera conectar con ellos. El graffiti es el conducto que les permite este acercamiento y resurrección en la sociedad. Hasta los sectores más distantes se comunican ya que “nadie se encuentra totalmente al margen de este mundo” .

Para hacerse visibles y reconocibles fácilmente, los grafitos están ubicados en espacios estratégicos donde un gran número de personas puede verlos y leerlos. Publicitariamente son muy eficientes ya que logran llamar la atención de un público considerado, y lo mejor de todo es que la pared sale gratis, no le cuesta nada a quien hace uso de ella. El precio que se paga es el de ser una expresión muy fugaz en el tiempo debido a que la borran de manera continua y constante.

A este carácter efímero del graffiti, Silva lo llama fugacidad, y se refiere a él en los siguientes términos: “La vida de estos grafemas no ofrece ninguna garantía de permanencia y pueden desaparecer o ser modificados o transformados inmediatamente después de su realización” . Pese a su corta y vulnerable existencia, el grafiti cobra sentido y funcionalidad en la medida en que le sirve a alguien para plasmar y reflejar su posición frente a la vida permitiéndole recubrirse de un aire invaluable de satisfacción.

He aquí una breve recopilación de graffitis selectos, copiados textualmente de la fuente de origen, que ilustran pensamientos sueltos de personas ávidas por emitir una señal. Algunos son tomados del libro “Punto de vista ciudadano”, otros han sido observados y recogidos directamente en diversas calles de la capital o de personas que han nutrido este escrito:

– Paz no es soltar las armas siendo guerra la vida del hombre
– La marihuana mata, pero que mata tan buena
– El siete a las siete
– Para qué la ecología si no estás conmigo
– Sexualidad es más que genialidad
– Jesucristo es el camino
– Mas ejercito (sic)
– Arriba las putas
– Catalina es una perra
– Yo pasé por aquí
– ¿Sabías que te amo? Att: tu gordito
– Andrés y Simón contra Uribe
– ¡Que viva Santafecino. El mejor equipo!
– Dios es negra
– De la salud y de la educa (sic) que se encarge (sic) el govierno (sic)

Para concluir, hay que recalcar que el graffiti cumple la función de otorgarle importancia a quienes, por cualquier motivo o razón, se sienten excluidos, invisibles, disipados y ajenos a los medios de comunicación dominantes que sólo hablan, conceden y dedican espacios a unos pocos. Se convierte en una corriente alternativa de expresión y opinión para quienes no se contentan con el manejo furtivo y sesgado que dan los medios a la información y a los mensajes palpables en una realidad que es mucho más diversa y plural a como la pintan. Es una manifestación cultural forjadora de identidad, usada por aquellos que se sienten fantasmas para los circuitos informativos formales de la ciudad.

 

Bibliografía consultada:

1. BERNAL Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. 5ª edición. México. Editorial Porrúa. 1960
2. DE MORGAS SPA, Miguel. Sociología de la comunicación de masas. Tomo II: Estructura, funciones y efectos. Ediciones G.gilli. México. 1993
3. GIRALDO, Diana Sofía. Periodistas, guerra y terrorismo. Publicación de la Universidad Sergio Arboleda. Bogotá. 1994
4. LAZARSFELD, Paul. F. MERTON, Robert K. Los medios de comunicación de masas, el gusto popular y la acción social organizada. En: Varios autores. Industria cultural y sociedad de masas. Monte Ávila editores. Caracas. 1992
5. LEVINAS, Emmanuel. Diálogo sobre el pensar- en- otro.
6. MATTELART, Armand y Michele. Historia de la comunicación. Paidós, Barcelona. 1997
7. REY, Germán. OJO Carlos: completar XXXX. En: Ciencias Sociales. No. 2. 1998
8. SILVA, Armando. Punto de vista ciudadano. Bogotá. Instituto Caro y Cuervo. 1987
9.http://www.urg.es/G10_11Ana_María_González_Ramos.html  

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