Plaza de Bolívar: Insignia histórica

Quien ha tenido la fortuna de caminar por la conocida Plaza de Bolívar, puede en voz propia enumerar uno a uno los lugares históricos que se sitúan en sus famosas esquinas. Pues allí, en ellas, se escribió en gran parte las memorias de la República de Colombia. Antes, la llamaban la “Plaza Mayor”, y por allí, paseaban los chapetones. Hoy es la plaza del libertador, donde ciudadanos y turistas se acercan para arrojar arroz a las palomas y conocer una que otra jocosa historia.
Con total seguridad, son miles las historias que rodean a esta insignia de la capital, puede ser una causa perdida intentar relatar los aspectos más importantes que se vivieron allí. Para ello, claramente, se encuentran las docenas de historiadores que se “echan el cuento”, con el tinto en la mano, a las espaldas del caraqueño.
Aunque habremos de intentarlo, con el fracaso a cuestas… Pues paradójicamente en cada esquina de la plaza, hay un pedazo de historia que merece ser contada. Así, ¿Cuántos presidentes se habrán instalado en el Palacio de Nariño?, alrededor de 59. Bueno, en realidad se dicen que fueron 114 de este “pedazo de tierra”, llamado Colombia. Allí en el palacio, docenas de ellos realizaron sus charlas políticas, cenas prestigiosas, y por qué no… Fiestas secretas y reuniones clandestinas.
No hay que ir muy lejos para preguntarnos, ¿Cuántos alumnos se habrán graduado del Colegio San Bartolomé, que en otra época era llamado Colegio Nacional de San Bartolomé. Pues el de los Jesuitas, es uno de los más antiguos del país, con de 400 años. Por sus corredores pasó quién llegaría a traducir los derechos del hombre; Sí, el mismísimo Antonio Armando José Nariño.
Desde luego, no es impropio recordar que allí los colonizadores españoles, encabezados por el “Pacificador” Pablo Morillo, realizaron torturas a los rebeldes para demostrar el poderío de su Rey. Claro está, la decapitación de próceres de la independencia –Como el caso de Camilo Torres- no terminó por atemorizar a un pueblo con determinación liberal.
La Plaza Mayor, Plaza de la Independencia o lo que hoy llamamos Plaza de Bolívar, no siempre fue lugar de terror. Allí, desde 1807, se levantó el primer ladrillo de La Catedral Primada De Colombia. Con su estilo neoclásico, desde entonces, se viste día a día para recibir junto con el Arzobispo de Bogotá a miles de fieles, que encuentran allí su lugar de peregrinación. Fue titulada Catedral por el papa León XIII, a través de un Decreto Católico; seguramente conocido solamente por quienes profesan la religión.
Allí, hace quinientos años, en una de las esquinas de la Plaza de Bolívar, se llevó a cabo el grito más fuerte de la historia del país cafetero: El de su independendencia. Un florero quebrado sería la causa de que desde entonces, la historia sea diferente. Bueno, diferente es un decir, porque todo esto pasaría para que la guerra fuese otra.
El contraste está a escasos 50 metros; pues, podrán pasar otros doscientos años, pero los colombianos, jamás olvidaremos cómo en el Palacio de Justicia se vivió una de las tragedias más escalofriantes de la historia del país. 98 personas fueron víctimas fatales de un conflicto armado que no se ha podido resolver en cincuenta años.
Para ir cerrando el “recorrido”, se encuentra el Palacio Liévano, anteriormente llamado Galerías Arrubla. Esta edificación sería el primer centro comercial de la capital del país, cuya administración perteneció a Juan Manuel y Manuel Antonio Arrubla. El 20 de mayo de 1900, un incendio dañaría su estructura considerablemente, por lo que Indalecio Liévano impulsa su reconstrucción –Por eso su nombre actual-. Desde entonces, todos los alcaldes de la ciudad agradecen su reedificación. Pues, desde 1910, es la sede oficial de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Finalmente, acepto que cuando la terquedad me absorbe la llevo hasta el final, como en este momento. Pues, acepto mi error, es muy difícil realizar un buen relato sobre las historias que rodean a la Plaza de Bolívar, pero con cierta esperanza espero que si este no lo fue; al menos se haya acercado un poco.
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