SITP a las malas: Pico y Placa para buses

Como si viviéramos en un feudo medieval, donde la palabra del señor a cargo debe acatarse, a las buenas o a las malas, en Bogotá no hay otra opción que acatar la palabra del señor a cargo, un señor que se apellida Petro. Él y sus asesores quieren, ahora a las malas, que utilicemos el SITP.
Entonces en vez de poner el sistema de transporte integrado, a competir en igualdad de condiciones con el viejo sistema colectivo; en vez de exaltar las bondades de un sistema mucho más limpio y relativamente más seguro; a las malas nos quieren montar en los buses azules, poniéndole pico y placa a los buses de transporte colectivo.
Hace más de un año, publiqué un artículo en este medio, donde junto al comité editorial de Altus “nos trepamos” en el SITP. Desde esos días hasta hoy, poco ha cambiado. Hay más rutas, igual de demoradas. Ahora se puede usar la tarjeta azul en el SITP, pero no se puede usar la verde en la fase 1 y 2. El problema del recaudo y los puntos de recarga sigue en el mismo desorden.
El sistema sigue siendo la misma obra gris, ahora con un poco de cemento más, pero sin lo necesario para ser un sistema totalmente acabado, capaz de desplazar por fin al viejo sistema de buses. Nos quieren meter un sistema débil, problemático y desorganizado a las malas, ya que sus fallas obligaron a los bogotanos a seguir usando los viejos buses.
Una vez más la alcaldía “Humana” se quiere pasar por la galleta, el libre mercado que está regulado por la propia constitución y un sinfín de códigos y normas. El alcalde que prometía representar una izquierda viable y coherente, cada vez más demuestra su delirio moscovita, a tal punto de querer, también a las malas, meterle tranvía a Bogotá, como si se tratara de una de esas urbes planificadas en algún país soviético.
El tamaño de Bogotá hace que un tranvía, trolebús, metro, SITP, Transmilenio, taxi comunitario… en fin, cualquiera de las propuestas con las que ha salido esta alcaldía, sean sistemas inútiles si no están verdaderamente integrados.
Estamos ante una ciudad con un atraso de más de 50 años en infraestructura de todo tipo. Nos preocupamos por hacer sistemas de transporte masivos casi 40 años después que la mayoría de ciudades de nuestro tamaño, importancia, recursos y condiciones. Tenemos un atraso de 25 años en vías propias y exclusivas para vehículos particulares. Hasta las ciclorrutas, de las que nos creíamos pioneros y máximos exponentes, están llenas de huecos.
¿Y la solución de esta administración es pico y placa para buses? Como siempre, es mucho más fácil restringir que integrar. Para al Distrito resulta más fácil decirle a miles de buseteros “no salgan hoy” y creer, ridículamente, que eso no repercutirá en el usuario.
Hay sitios donde el SITP no llega. Son muchísimos los lugares en Bogotá donde para llegar hay que tomar 3 buses y caminar 15 cuadras. Ésta no es Ámsterdam, donde hasta los abuelos pueden irse en cicla a jugar bingo. Acá el trabajador promedio debe desplazarse 10 kilómetros, y estar 8 horas rompiéndose el lomo. Las soluciones idílicas, alternativas, ecosustentables, claro que son útiles, pero es estúpido pretender que en una ciudad con nuestras condiciones socioeconómicas, son útiles para la totalidad de habitantes.
El SITP que ahora pasa lleno, parece que así lo hace porque las frecuencias en hora pico no cubren las necesidades. Hay rutas que se demoran hasta 40 minutos, calculados mediante moovit, waze o o cualquier navegador urbano. Pero el distrito niega estos largos periodos. Ya es común ver SITP “en tránsito”.
Los accidentes y fallas mecánicas, lejos de ser superados, cada vez son más frecuentes. Pero nada de esto importa cuando el Sistema de Transporte, no es la solución práctica a la movilidad, sino una bandera política de una administración que llena de rancio populismo aspectos de orden más bien administrativo.
Debe ser, que al andar la ciudad con un convoy de escoltas, en camioneta blindada, cerrando calles, el burgomaestre, ha perdido la noción de espacio y tiempo. En campaña decía que él andaba en bus y sabía lo que era un Transmilenio lleno, al parecer ya se olvidó de ello.
El sistema de buses viejo, inseguro, asqueroso y que no les deja lucro a los operadores ni al distrito, ayuda en gran medida a no atiborrar más el Transmilenio. ¿Ya habrá pensado la administración cómo va a solucionar frecuencia y cantidad de SITP, si a las malas desplaza los usuarios del transporte colectivo al integrado?
Sobre el pico y placa a buses de transporte colectivo… Amanecerá y veremos. Pero lo aterrador, es ver como las administraciones que se autodenominan progresistas y alternativas, terminan empleando las formas más radicales de prohibicionismo y coacción, monopolizando el control, adornándolo de “más humanidad”; para obligar al ciudadano a hacer lo que este tipo de administraciones necesita: Simplemente se trata de la otra cara de la moneda del autoritarismo.
Hay que aceptar que uno que otro acierto ha tenido esta administración, pero sus fallas son evidentes, latentes y descomunales, a tal punto que opacan cualquier aspecto bondadoso.
Denunciar estas fallas convierten al ciudadano en un traidor, ultraderechista, perseguidor político e inquisidor. Mismo lenguaje de odio que emplea la extrema derecha, de la que Petro se considera el máximo opositor, bajo otros términos para segregar a sus contradictores.
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