EL CUERPO COMO MAPA DE UN VIAJE PERSONAL (III)
La guerra de los cuerpos
El cuerpo como ocupante del inseparable espacio-tiempo de Einstein, busca a sus semejantes e inicia de cuando en vez batallas corporales. Otras veces se explora, se comprende se ama y ama a otros.
¿Qué sucede cuando en una pareja, uno de los dos decide imponerse sobre el otro corporalmente y le pega? Se inicia una danza macabra. Si en el tango, el hombre guía y la mujer sigue, en la guerra entre cuerpos no se da naturalmente.
En el tango esto ocurre pues la mujer cuando siente la fuerza del brazo del hombre a través de su mano en la espalda, no impone resistencia y por el contrario, se deja llevar por el movimiento propuesto del hombre. Muy distinto cuando en una pareja, el hombre le pega a su mujer.
Probable es que ésta -ya sea de manera tácita o explícita- le haya dado a entender previamente al hombre, que él es superior y por ésta razón se supedita sin chistar ni posibilidad alguna de opinar, a lo que el otro diga o haga.
La mujer, escénicamente ha preparado el terreno, para cuando se llegue el momento cúspide o álgido en el que el hombre se impone corporalmente y de manera violenta sobre la mujer pegándole, lo pueda hacer, sobre todo porque cree que lo puede y en algunos casos lo “debe hacer”. La mujer recibe la acción violenta del hombre, se pliega sobre sí misma, se lamenta, se desmorona, se derrite.
La solución a este problema, conocido como uno de los casos de violencia intrafamiliar; no está únicamente en la manera cómo la mujer reacciona en el mismo momento en que surge la manifestación violenta, sino que puede estar en las acciones antecesoras a este momento clímax en una guerra corporal.
La mujer se va sintiendo cada vez más “poca”, más invisible; hasta el punto mismo de desaparecer en escena. Cuando el hombre impone su mano sobre su piel, no propiamente a través de un roce amoroso sino de forma violenta, en un golpe; en ese momento la mujer desaparece como “par”, es inferior en su condición humana, luego debe recibir una reprimenda física, debe ser golpeada en algunos casos hasta la muerte misma.
Desaparece este ser tan imperfecto, tan inferior, que se ha equivocado tanto y no merece la escucha, ni el diálogo ni la existencia misma. El hombre toma el poder, el dominio sobre el mismo holón corpóreo, unidad mórfica y actúa sobre él.
No como en el acto sexual por excelencia, donde se da una coreografía consensuada de poderes curiosos de roles cambiantes de verdades corporales que emergen, en forma de olores, texturas, colores y volúmenes comunicándose, dialogando desde la banalidad misma de la existencia y la profundidad extrema del ser humano.
No así; en la guerra entre cuerpos, se impone alguno en un monólogo físico, dominante y voluntarioso, no consensuado, forzado y de manera violenta sobre otro que se limita a recibir, y en el caso de que se oponga, recibirá una reprimenda mayor a su afrenta suprema.
En esta circunstancia no hay manera de dialogar, las unidades corpóreas no dialogan, no bailan, no se miran, se anulan por medio del poder y la fuerza física. Alguno de los dos anula el movimiento del otro, niega el cuerpo del otro, lo tranca, le pone una pausa, lo aterroriza y lo domina hasta el punto de borrarlo, congelarlo, petrificarlo.
Si se utilizan apropiadamente las meta destrezas, cuya definición según Csikszentmihalyi (1998, p.397): “consiste en ser capaz de convertir cualquier actividad en una ocasión de fluir” podemos hacer que nuestras acciones corporales sean placenteras y no combativas, defensivas.
Cada uno de estos constructos sociales responde a una necesidad propia, en algunos casos edificada a partir de una carencia o necesidad y en otros, tejida como una extensión de la persona, una dádiva propia al otro, separado de nosotros por la piel. La piel que nos proteje, permea y conecta con el mundo.
Si la guerra entre cuerpos, aparece cuando para alguno de los dos contrincantes o para ambos, los golpes son la única alternativa, la creatividad puede aportar soluciones diferentes. La creatividad vista por Csikszentmihalyi (1998, p.397) como: “-el intento de dilatar las fronteras de un campo – hace posible una vida de placer.” presenta nuevos caminos para resolver diferencias en el campo de las relaciones de pareja, donde el placer de ser con otro, es vital. La creatividad permite reconstruir habitats partiendo de la escencia humana, el amor, las emociones, la piel y la razón. El tejido íntimo desarrollado al interior de una relación, requiere de la creatividad para generar nuevas posibilidades, nuevas conversaciones, nuevos lenguajes que alejen la piel de la guerra.
¿Qué opina la piel de la guerra? En nuestra piel, como en un mapa, se traza la historia personal, el recorrido, las guerras, luchas y batallas libradas. El triunfo de la guerra en la piel, no se verá como un territorio inédito, virgen, libre de marcas; sino por el contrario, cada cicatriz sanada, será un trofeo; una esquina del terreno conquistada, una batalla librada y ganada, una experiencia superada, un recuerdo labrado en la piel de ayer.
Referencias Bibliográficas
Csikszentmihalyi, M. (1998). Creatividad: el fluir y la psicología del descubrimiento y la invención (pp. 397). Buenos Aires: Paidós.
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