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EL MUNDO ES UN BALÓN

Guillermo Ruiz Bonilla es quizás quien más conoce la historia del fútbol colombiano. Autor de varios libros, en 1970 reconoció el valor de las estadísticas, vacío en los análisis del deporte.

Son las cuatro de la tarde de un jueves en un salón de un tercer piso en la universidad Sergio Arboleda. Allí, Guillermo Ruiz, uno de los hombres más eruditos en cuanto a fútbol se refiere, llega con su hijo Juan Guillermo, llama a lista y se dispone a enseñar sus vastos conocimientos del deporte rey en el mundo.

Un puñado de diez personas, la mayoría hombres, asisten por dos motivos: desean saber de este tema o necesitan mejorar su promedio de notas en sus carreras. Lo cierto es que a Guillermo no le faltan las bromas para animar a sus asistentes. “Yo recuerdo más la nómina de la selección Colombia del año 1962 que los apellidos de mis estudiantes, igual aquí molestan mucho con la llamada a lista. Si no lo hago, me regañan”.

Comienza la cátedra. Hoy, el grupo observa un documental del primer Mundial de fútbol  para recordar el origen de uno de los eventos más importante del planeta. El experto habla como si hubiera estado allí, hace más de 80 años en Uruguay, un país que en ése entonces solo tenía dos millones de habitantes.

Habla sin pausa, seguro e incluso apasionado cuando relata cada momento de la historia del fútbol. Es como si tuviera una biblioteca futbolera en el cerebro; sabe datos, fechas, apellidos, resultados, curiosidades, jugadores destacados y hasta el color de las camisetas titulares y visitantes de cada equipo nacional o internacional de cada época. No hay manera de ‘corchar’ a este hombre.

El paso de los años ya se le notan en su cuerpo: una cabellera totalmente llena de canas, una barriga notable y una vestimenta bastante cómoda entre jeans y sudaderas. Sin embargo, no se arrepiente de haberle entregado toda su vida al balón, las canchas y la administración de los principales clubes nacionales como el Deportivo Cali, América, Millonarios y la misma Selección Colombia. Aparte de todo esto, el señor Ruiz es psicólogo graduado de la universidad de La Sabana, lo que le ayudó a ser un periodista deportivo empírico.

¿Por qué su obsesión con el fútbol?
El primer deporte que practiqué fue el futbol, una pelota fue lo primero que me encontré y es lo que más conozco. Posteriormente esto se volvió en mi actividad, mi vida y mi trabajo. Qué más importante que trabajar en lo que le gusta y le paguen por eso, no hay nada igual. Mi padre alguna vez me dijo que hiciera lo que quisiera, pero que fuera el mejor, así fuera un zapatero.

En el casa-museo del balónpie

coleccion-revistas-guillermo-ruizLa casa de Guillermo Ruiz es grande, pero sin lujos, excepto por los carros que están estacionados afuera; se nota que gracias a su trabajo él nunca ha pasado por dificultades económicas actualmente.

– Siga muchacho, ¿quiere té helado?
– Gracias, muy amable, que pena con usted, le dije.
– ¿Pena de qué? Con mucho gusto. ¿Para qué me necesita? ¿Una entrevista? ¡Pero si yo no soy nadie! (una sonrisa aparece en el rostro).

La sala está completamente tapizada, a un lado de ella  varias cajas de revistas viejas arrumadas cerca de una ventana, las paredes  pintadas de blanco y al fondo se halla una escalera y un estudio lleno de libros, logos de clubes de fútbol colombianos y un sinfín de recuerdos físicos netamente de fútbol.

Guillermo viste un pantalón de sudadera azul con rayas blancas a los costados, una camiseta tipo polo de color pastel claro, un reloj, sus lentes permanentes, medias y unas pantuflas. Entonces empieza a hablar del tema que lo hace un erudito, el fútbol. Primero habla del deporte, luego, del hombre familiar.

Su obsesión son los temas como El Dorado en el balónpie nacional, el indiscutible rey Pelé que se sobrepone sobre Diego Armando Maradona y su ídolo Delio ‘La Maravilla’ Gamboa que hizo parte de la selección colombiana. Esos son los temas de debate que confirman que él es el mejor periodista deportivo, aunque no le guste que lo acuñen con ese calificativo.

¿Por qué no le gusta que lo recuerden así?, le pregunté.
Yo no tengo un ego tan grande para considerarme así. Uno hace las cosas porque le gusta, la fama me importa un chorizo. Yo soy amigo del todo el mundo y le ayudo al rico, al pobre. Quien me conoce sabe que soy un consagrado a esto y eso es lo importante.

La preocupación del colombiano promedio que le apasiona el fútbol y que toma cerveza, es la ausencia de Falcao, quien cambia todo el panorama del rendimiento del equipo en Brasil. Sin embargo, Guillermo piensa otra cosa mientras se acomoda en el sofá. “Yo no me preocuparía por la delantera, sino por la defensa. Yepes, por ejemplo, es bueno pero lento. Los volantes japoneses y marfileños se destacan por correr y es allí donde podrían sacarnos en la primera ronda”.

En medio de toda su felicidad por entregar su vida al fútbol, Guillermo reconoce que por poco su vida familiar se le va a la basura. Gerenciar un equipo y acompañar a las divisiones mayores y menores, viajar cada fin de semana, logró que su pasión se convirtiera en estrés. “No pude ni ver crecer a mis hijos”, dijo con algo de frustración.

El historiador irónicamente no sabe desde cuándo le gustó tanto el deporte rey. “No hay fecha exacta, lo primero que pedí de regalo fue un balón y empecé a leer mucho desde muy pequeño, esas dos cosas fueron clave”.

libros-juan-guillermo-ruizGuillermo termina de convencerme de que es el mejor en lo que hace al mostrar sus dos grandes bibliotecas. Una está en un salón destinado para archivar: tiene una infinidad de libros, fotos inéditas, revistas tanto nacionales como internacionales donde están los datos de cualquier equipo, de cualquier partido y jugador. No importa la fecha, él las tiene con hora, día y hasta el nombre del árbitro que pitó en un encuentro.

La otra está en el garaje, y es por eso sus autos están afuera. Dos estanterías colosales a los costados y montones de cajas que crean un pequeño sendero por dónde pasar, están llenas de información valiosa: cada clásico, cada edición de la revista El Gráfico, el minuto a minuto del primer partido de la Selección Colombia el 15 de Agosto de 1946.

– Me llevó toda una vida conseguirla. Ésta información es para compartir en mis libros. ¿Yo para qué quiero dejarlo guardado solo para mí? La gente tiene que conocerlo y eso me llena como periodista. Pero no me le tome foto, no quiero levantar alborotos. Me dijo él mientras bajaba con tristeza mi cámara.

El asedio de las preguntas aleatorias

Volviendo a la sala, Guillermo habla mientras intenta re-acomodarse en el sofá. Se siente a gusto y está dispuesto a responder cualquier duda que tenga. Siempre presta atención, en las clases le gusta que lo interrumpan con una mano levantada para consultarle algo, evitando que él se pierda en su propia voz.

De no ser por el balónpie, Guillermo Ruiz sería, con seguridad, el gran historiador del ciclismo. Es su distracción, lo ve a menudo por televisión y le tiene mucho respeto a los ciclistas, pues los ve como personas hechas para soportar el sufrimiento físico.

Precisamente fueron estos dos deportes el motivo para que a él le fuera mal en el colegio cuando estudiaba en Tuluá; faltaba a clases para jugar con sus compañeros, la química y la matemática (de la que ahora necesita mucho para las estadísticas de sus libros) le hicieron la vida en una tortura.

En sus tiempos libres le agrada Marco Antonio Solís, pues le gusta al ser él un gran exponente de las baladas románticas, también escucha música colombiana, como Garzón y Collazos.

La docente del historiador

juan-guillermo-y-gloriaGuillermo interrumpe la charla conmigo para presentarme a su esposa, Gloria, con quien lleva un feliz matrimonio. Se dispuso a hablar de su marido para mostrarme el lado más personal del historiador de 65 años, lejos de los balones, las canchas y la administración de clubes de fútbol.
– ¿Cómo conoció a Guillermo?
– Por un milagro, dijo el periodista mientras se reía.
– Pero sí fue así, contesto ella. A él lo conocí en Niza por un grupo de amigos que terminó asistiendo a los constantes asados que hacía mi padre.

Guillermo se queda mirando a su esposa con una sonrisa de oreja a oreja mientras ella habla. Por un momento pierde su seguridad al hablar y se nota a un historiador enamorado. Para él su mujer y sus hijos son su razón de ser, e incluso dice estar dispuesto a sacrificar el balónpie por estar con su familia, no importa el costo.

– Mi papá me criticaba mucho al comienzo por mi relación con Guillo, a menudo me decía que no sabía cómo iba a empatar con ese hombre. También las rumbas fueron disminuyendo, y me fui apartando de mis amigos.

-Viejo maravilloso, mi suegro era muy buena gente, y gracias a todas las reuniones que le alcahueteaba a Gloria yo logré conocerla más, a pesar de que me la pasaba con un libro debajo del brazo y sin bailar una sola pieza. Dijo ‘Guillo’ en un paréntesis acordándose de su suegro.

– ¿Qué le molesta a Guillermo?
– Que a veces es malgeniadito. Cuando vamos a comer a alguna parte y le cambiamos el lugar donde iba a ser o cuando las cosas no salen como él quiere se enoja y se queda callado, entonces con nuestros hijos lo persuadimos para que se le quite la piedra.

Ella no es propiamente la más experta en fútbol como su marido. Por el contrario, a las malas ha tenido que reconocer los más famosos clubes deportivos a nivel mundial para defenderse.

Y así, Guillermo Ruiz me acompañó a la puerta, me dio un apretón de manos, recibí un cordial adiós de su esposa y me prometió el próximo jueves en clase traer a Willington Ortiz, el mejor jugador de Colombia en la historia en su valiosa opinión. Esperaré a las cuatro, en el tercer piso de la universidad, para verlo llegar con su hijo y tener una tertulia sobre el tema que le corre por las venas: el fútbol.

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