¡Que viva la música!

Este ha sido un año grandioso para el cine colombiano, 28 películas estrenadas, “en 2015 se rompieron las marcas históricas más importantes en las salas de cine del país en número de espectadores, en valor de la taquilla y en la cantidad de estrenos”según la revista Semana.
En calidad de productora de cine y de cinéfila dejé de ver “El principito” por la mas reciente producción de Carlos Moreno “Que Viva la Música” basada en su homónima obra literaria de Andrés Caicedo.
Amo el cine porque me abre ventanas, nos solo a los lugares remotos del mundo y de la imaginación de quienes cuentan las historias en películas, sobre todo amo el cine porque abre ventanas interiores y aparte de mi profesión es la ilusión que mejor explora los recovecos de mi alma antes de moverme de la ciudad.
Sin embargo me encuentro triste, confundida e inevitablemente afectada por la película “Que Viva la Música” no recuerdo haber leído el libro completo, o recordar los detalles de la corta vida de Andrés Caicedo, pero me pareció que una adaptación cinematográfica de una obra literaria colombiana merecía boleta de cine.
Tras la película estoy afuera del Cine Colombia de la Avenida Chile recuperándome del shock. Desearía haber llegado al El Principito, pero no fue así. Esta película abrió un espacio en mi interior, pero un espacio decadente, oscuro, soso, promiscuo y violento, de una violencia gratuita que no me he podido sacudir desde que salí hace media hora de la sala de cine.
Encima de todo está super bien filmada, tremenda ironía. Antes la gran crítica del cine colombiano era que las películas no se veían ni se escuchaban bien. Ahora las hacemos muy bien, pero ¿dónde quedó esta historia?
Puedo percibir que podría haber profundidad filosófica y humana en el transitar de esta vida monísima en la pantalla, pero me temo que no se logró. A veces pasa, nos dejamos seducir por la hermosura del movimiento, de la actriz, de la música. Esta historia se recuesta en todos sus recursos: videoclip, voz en off, buena cámara pero faltó una historia bien contada.
Estoy brava con esta película. Realmente quería que me gustara, estaba orgullosa de su gráfica y de la enorme publicidad que he recibido, pero aunque lo hago pocas veces, no la recomiendo y yo que las repito todas, no la vería una segunda vez.
¿Qué espacios interiores queremos abrir con las películas que hacemos? ficciones, documentales, cortos, experimentales, la formula es lo de menos, pero ¿no habrá mejores formas o historias que merezcan este esfuerzo de producción? El que lea esto podrá malinterpretarme y creer que soy una noña virginal que condena las abundantes y gratuitas escenas de sexo, drogas y violencia de la película, pero no. No se trata de eso, se trata de que todo eso estaría bien si sirviera a un propósito, si diera profundidad a la vida de esta jóven que como todos busca la experimentación de la vida y la encuentra en este entorno.
Pero a esta Maria del Carmen, no la afecta nada, es un zombie humano transitando por su decadencia, no comprendo como un cine de esta talla puede caer en espacios tan comunes y totalmente vacíos de significado.
Algunos dirán, es verdad, hay público pa’todo y habrá a quien le guste este larguísimo videoclip. Puede también que este coletazo solo despierte la curiosidad del lector para verla, no se lo nieguen, hay que hacer el acto patriótico de pagar la boleta a todo el cine colombiano que salga, no importa que tan perturbador sea, al fin y al cabo de allí saldrán los fondos de cine para que en el 2016 podamos ver mejor cine.
Por encima de mi gusto personal reconozco que cada película es un enorme esfuerzo y una enorme ilusión para todos los que hacen parte de ella, es un producto terminado, pero sé que no es lo último que veremos de Carlos Moreno. Aún hay en nuestro cine todo por ganar.
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