La mano dura y negra contra los refugiados
A pesar de haber sido catalogada como la crisis humanitaria más grande desde la Segunda Guerra Mundial, los miles de refugiados que han salido de Siria, Afganistán, Eritrea e Iraq no han sido acogidos por parte de algunos sectores de la sociedad europea.
En contraste con el número de refugiados que ha llegado a Europa (160.000 personas distribuidas entre 25 naciones) y el acogido por países como Turquía (1,6 millones), Pakistán (1,5 millones), Líbano (1,1 millones) e Irán (900 mil), hacen que la alarma lanzada por grupos de ultraderecha europea, la cual vaticina una ‘islamización’ del viejo continente quede sin asidero tal predicción, en cuanto menos.
Después de los atentados terroristas por parte de fundamentalistas islámicos al semanario satírico, Charlie Hebdó y los perpetrados en noviembre de 2015, han generado que el escepticismo hacia la población musulmana haya aumentado en la comunidad europea.
En algunos países el electorado ha virado hacia partidos ultra-nacionalistas y gobiernos conservadores hacen calculo político para no perder votantes y margen de maniobra. Medios de comunicación, alineados con las políticas anti-inmigración, y junto con grupos neofascistas xenófobos, también han hecho sentir su descontento con los refugiados.
La ultra-conservadora Polaca
En noviembre de 2015 el partido político Ley y Justicia (PiS), partido de derecha del cual Beata Szydlo, su principal líder, fue elegida como primera ministra polaca. Del mismo modo, su partido logró el control absoluto de las dos cámaras de la rama legislativa y podrá gobernar sin una oposición solida.
Días previos a los comicios, los polacos tuvieron un ojo en Varsovia y el otro en París, donde aun se contabilizaban los muertos por los atentados terroristas del 13 de noviembre; generando que el electorado polaco confirmara su decisión de votar por el PiS. Antes y durante la campaña electoral los grupos ultranacionalista de extrema derecha ya se habían movilizado en varias ocasiones, no solo para poner de manifiesto ir en contra de los refugiados y el Islam, sino de la inmigración en general.
Los líderes políticos del PiS ensalzaron el discurso anti-inmigración declarando que los refugiados estaban provocando brotes de cólera y disentería a los lugares donde llegaban. Este pensamiento, además de calar en la población rural, los citadinos también lo fueron adoptando a medida que se acercaba el día de las elecciones.
Al ser un país profundamente católico, los polacos no ven con buenos ojos la llegada de musulmanes a Polonia. Solo en 2014 recibieron a cien refugiados sirios porque eran cristianos y, al compartir credo, este factor los hacía menos ajenos al país. La sensación de que muchos de ellos les quitara puestos de trabajos y más impuestos hacen que la sociedad se vuelva más xenófoba, según estudio del 2014 de la Universidad de Varsovia.
Miembros de la comunidad europea han calificado de deshonrosa la actitud del gobierno polaco hacia los refugiados. Después de la disolución de la Unión Soviética, Polonia tenía una de las economías mas débiles y con retrasos de infraestructura con respecto a sus vecinos. En los noventa el país cargaba con una deuda tan impagable que los acreedores decidieron condonarle una parte de dicho pasivo; todavía es el día que el país de Juan Pablo II recibe ayudas económicas de La Unión Europea.
Complot y mediatización
Los ataques de Noche Vieja en Colonia (También se reportaron en otras partes de Alemania y Europa) lograron poner un manto de duda sobre la conveniencia de que el estado germano acoja a cientos de miles de refugiados. De los 73 detenidos por estos hechos la policía alemana señaló que gran parte del grupo eran magrebíes.
El número de refugiados dentro del grupo de presuntos delincuentes es incierto y la sospecha de los medios de comunicación es que el gobierno no quiere dar la cifra para evitar el brote de xenofobia en tierras bávaras, aunque los sondeos de opinión pública no reflejen un cambio sustancial de los alemanes con respecto a los refugiados.
También, en 2015, las cifras oficiales indicaron que solo en Alemania se registraron mil ataques a refugiados. El más reciente y que causó la indignación de la comunidad europea, se presentó en una localidad cercana a Dresde. Las agencias de información señalaron que un grupo de habitantes de Bautzen, una diminuta ciudad fronteriza con Polonia y la República Checa, obstaculizó el paso a un cuerpo de bomberos que intentaba apagar un incendio en un viejo hotel habilitado para acoger a unos 300 refugiados.
Según la policía, ante el edificio se habían congregado un grupo de vecinos que festejaban la catástrofe, cuyo origen se desconoce pero que la fuerza pública sospecha que fue provocado. La Policía Federal Criminal, desde el 2015, ha documentado más de 500 ataques a albergues en todo el país. Puede que para Angela Merkel la llegada de refugiados sea el método para rejuvenecer su población y fortalecer la economía, pero como contra partida, puede que el orden público se vea alterado.
¿El ‘Trump’ húngaro?
El presidente húngaro, Viktor Orban, ha decidido someter a referéndum el sistema de cuotas obligatorias de reparto de refugiados acordado en la Unión Europea. Para el conservador es fundamental dar la posibilidad a la gente de que se pronuncie en un tema «tan sensible».
La legalidad del referéndum resulta dudosa porque se anuncia después de que la decisión sobre la distribución de asilados sea firme tras haberla votado los ministros del Interior en septiembre de 2015. La consulta, de celebrarse, el tribunal europeo deberá hacer prevalecer la legislación comunitaria, refrendada por los países miembros, ante una posible negativa a los refugiados por parte del pueblo húngaro.
Además de la imagen de la periodista húngara haciendo zancadilla a un refugiado sirio, mientras este trataba de huir de la policía local en uno de los cercos establecidos por Hungría, Orban ha sido criticado por la severidad con que ha tratado a la población refugiada. Las imágenes que llegan desde Europa muestran a la fuerza pública golpeando, lanzando gas lacrimógeno sin entrar en consideraciones.
La medida del Gobierno conservador de poner cercos en las diferentes fronteras de su país, para evitar el paso de peticionarios de asilo, inició en 2015 cuando blindó sus fronteras, en las que han instalado vallas de alambre, con Croacia y Serbia.
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