En el mundo de los negocios actual existe una demanda creciente a las empresas para que sean más sostenibles y socialmente responsables. Los estudiantes, empleados y consumidores quieren ver más esfuerzos por parte de las empresas en temas como el cambio climático, la justicia social y la desigualdad en los ingresos.
Como resultado, los programas de MBA se han visto obligados a cambiar sus planes de estudio y enfocarse en preparar a los futuros líderes empresariales para afrontar estos desafíos y oportunidades. Ya no es suficiente con enseñar a los estudiantes a prestar atención a la maximización de beneficios y a la generación de valor para los accionistas.
Por lo tanto, hay un sentido de urgencia en las escuelas de negocios para adaptarse a ese mundo cambiante y cumplir con las expectativas de la sociedad. Las escuelas deben repensar su filosofía y propósito, y adoptar la sostenibilidad y la justicia social como componentes esenciales del liderazgo empresarial actual.
Al tiempo, los programas de MBA se han vuelto menos uniformes, más internacionales y más dispuestos a desafiar la tradición. Su objetivo es garantizar que los graduados se sientan más cómodos con perspectivas diversas, sean más empáticos y más flexibles en su forma de pensar. Esto está en línea con la evolución de las escuelas de negocios, que ahora son plenamente conscientes de su responsabilidad ante los empleados, las comunidades y la sociedad en general.
Sin embargo, la transformación en los programas de MBA aún no ha terminado. Los MBA todavía son considerados como programas elitistas: el costo de asistir a la mayoría de las universidades que los ofrecen es bastante alto, lo que deja por fuera a candidatos de entornos más pobres. Los graduados se ven obligados a buscar empleos bien remunerados que les permitan pagar sus préstamos, pero que no necesariamente sirven mejor sus intereses o los de la sociedad. Además, la mentalidad tradicional de MBA es vista como una que apoya y refuerza la estructura capitalista, perpetuando la desigualdad y afectando el medio ambiente.
El cambio que comienza a verse en la educación gerencial refleja en parte las prioridades de los “millennials” que constituyen una buena parte de las clases de MBA. También ha sido causado en parte por una creciente conciencia del papel de las empresas (y, por defecto, de las escuelas de negocios) en eventos importantes, como la crisis financiera de 2008, las secuelas económicas y sociales de la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.
La educación gerencial también ha pasado de la enseñanza de conocimientos a la enseñanza de las habilidades necesarias para aplicar esos conocimientos en situaciones prácticas. Ya no es suficiente contar a los estudiantes las habilidades que necesitan: las escuelas deben entrenarlos y colocarlos en situaciones en las que puedan aplicar esas habilidades como futuros gerentes.
El desarrollo de habilidades como el liderazgo es un elemento esencial en la educación gerencial. Solía ser parte de las llamadas “habilidades blandas”, ahora más comúnmente denominadas “habilidades gerenciales”. Los MBA son un buen entorno para desarrollarlos.
Existe también una creciente conciencia sobre la necesidad de desarrollar la comunicación y otras habilidades interpersonales; esto ha llevado a las escuelas de negocios a diversificar sus entornos de aprendizaje, con componentes como el tener profesores y conferencistas internacionales, enviar a sus estudiantes a otros países o hacer que trabajen con empresas locales. Sacar a los estudiantes de su zona de comodidad e involucrarlos en experiencias multiculturales trae beneficios a los futuros líderes empresariales.
Los MBA también deben exponer a sus estudiantes no sólo a la diversidad cultural, sino a la diversidad de ingresos. Los graduados de programas MBA de alto rango ganarán salarios considerables y probablemente trabajarán y socializarán con personas que ganan tanto como ellos. Por tanto, los programas de MBA tienen que buscar formas de relacionarlos con personas de ingresos diferentes y conectarlos con el mundo real.
El avance hacia una visión más diversa en los MBA continuará mientras las partes interesadas (estudiantes, comunidades, instituciones) sigan insistiendo en su evolución.
En vista de los cambios señalados, un programa de MBA moderno debería tener las siguientes características:
– Flexibilidad y personalización: Significa ofrecer diferentes formatos, como tiempo parcial, online o híbrido, para adaptarse a preferencias y horarios diversos. Los programas también deben permitir a los estudiantes elegir entre una variedad de materias electivas, concentraciones o énfasis, moldeando el plan de estudios a sus intereses y objetivos.
– Tecnología e innovación: Se debe incluir el uso de herramientas digitales para mejorar la experiencia de aprendizaje y preparar a los estudiantes para los desafíos y oportunidades de la era digital. Algunos ejemplos son: simulaciones online, gamificación, realidad virtual, inteligencia artificial, blockchain y big data.
– Diversidad e inclusión: Los programas deben esforzarse en atraer estudiantes de diferentes orígenes, culturas, géneros y perspectivas, en un ambiente de respeto y colaboración.
– Cuestiones sociales y ambientales: Los MBA deben formar líderes responsables que contribuyan al bienestar de la sociedad. Los programas de MBA pueden abordan cuestiones sociales y ambientales incorporando temas de sostenibilidad, ética, emprendimiento social, inversiones de impacto y responsabilidad social corporativa en el plan de estudios; y brindando oportunidades a los estudiantes para participar en iniciativas comunitarias, sociales o ambientales.
Las características anotadas denotan la evolución de los programas para ponerse al día con las exigencias de un mundo cambiante. Al elegir un MBA para su futuro, pregúntese si los que está considerando cumplen con todas o la mayoría de estas cualidades.
*Director MBA, PRIME Business School, Universidad Sergio Arboleda, Sede Barranquilla.