En los últimos años ha crecido el interés de la comunidad científica, de los medios de comunicación y de la sociedad en general por las implicaciones del desarrollo y evolución de la inteligencia artificial (IA).
Experimentos como los que están mostrando Facebook o Google, por citar algunas plataformas meta, han logrado poner el foco de atención en esta tecnología, abriendo el debate y la discusión en cuanto a la incursión de la IA en la cotidianidad de los seres humanos y, en tal sentido, si realmente supone una gran oportunidad o una inminente amenaza.
Es un escenario optimista, la IA está al servicio de la humanidad y sus perspectivas son asombrosas, increíbles, maravillosas… Imaginemos un ChatGPT evolucionado a tal nivel que pudiéramos preguntarle cómo viajar a las estrellas, más allá de las limitaciones del espacio y tiempo; cómo desarrollar la cura para enfermedades mortales como el cáncer o, siendo más osados, cómo puede ayudar evitar el envejecimiento. Supongamos recrear programas u hologramas de personajes históricos, artistas o a familiares fallecidos y programarlos para que ‘volvieran a la vida’ y vencer así la nostalgia y el recuerdo de los que ya no están… Son solo algunos ejemplos de aplicaciones y avances que ahora soñamos, pero que tal vez no estemos tan lejos de ver, gracias a la IA.
Ahora bien, en un escenario pesimista, las posibilidades son todas y podrían ser resultado de lo que muestre cualquier película de ciencia ficción distópica o apocalíptica… con enemigos por doquier, ávidos de aprovechar los atributos y
potencialidades de la IA para atentar contra el futuro de la humanidad y del planeta Tierra.
Tal vez una IA evolucionada y ‘con conciencia’ –si cabe la expresión– debería dejar ver que la mayor amenaza para la subsistencia de nuestro mundo es, precisamente, la especie humana. Tal vez crezca hasta tal punto la inteligencia, la ‘autoconciencia’ y la ambición de ‘seres’ robóticos autónomos que, por las mismas razones, consideren a la humanidad como ‘enemigo’ para su desarrollo. Tal vez ‘se rebelen’ ante órdenes, requerimientos y mandatos de seres a los que pudieran llegar a considerar como inferiores, emocionales y soberbios… Seres humanos. Y entonces ¿qué le sucederá a la humanidad? Son también preguntas e interrogantes que bien valdría la pena responder.
La intención con este escrito no es otra que una invitación a reflexionar. Con tanto desarrollo tecnológico al servicio de la humanidad, particularmente, la IA puede ser un instrumento para avanzar en la resolución de problemas, conflictos y desafíos más importantes de nuestra era. La energía nuclear, por ejemplo, tiene muchísimas aplicaciones beneficiosas para nosotros, pero también se puede convertir en un arma de destrucción masiva que puede exterminar a las especies vivas y al mundo. En nuestras manos está elegir el camino que debemos recorrer con la IA como instrumento. Ojalá entre luces y sombras sepamos escoger bien