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De las locomotoras a los pilares

Por Roberto Junguito


El segundo mandato del Presidente Santos o lo que se denomina como la Administración Santos II traerá consigo, según lo expresó el Primer Mandatario en su discurso de posesión el pasado 7 de agosto, un significativo cambio de énfasis en las prioridades de la economía colombiana. Se propone pasar de una estrategia basada “locomotoras” orientadas a acelerar el crecimiento económico como la vivienda, la infraestructura, la agricultura, la minería, la competitividad y la innovación a otra, en cierta manera, más estructural, orientada, según la expresión propia del Presidente, “a re-imaginar el contrato social” y diseñar “un nuevo Pacto Social”, mediante tres grandes pilares que son la paz, la equidad, y la educación, para convertirnos en el país más educado de América Latina para el 2025.

Este gran cambio en la estrategia de desarrollo económico y social presupone que Colombia ya superó los problemas de lento crecimiento de la economía y que las “locomotoras” cumplieron su cometido de llevarnos a un nuevo estadio de crecimiento económico. Esto es, aparentemente cierto, cuándo se considera que el país se sobrepuso a las muy lentas tasas de crecimiento económico registradas en el 2008-2009 y que espera conseguir, en el año en curso, una tasa de crecimiento cercana al 5% anual. Pero, la realidad es que la recuperación del dinamismo de la economía es solo parcialmente explicable por la vía de las locomotoras del Plan de Desarrollo. De estas solo la de la vivienda tomó pleno vapor en el pasado cuatrienio y la minería, sin duda, también coadyuvo a lograrlo, aunque ahora enfrenta problemas del lado petrolero y del carbón. Pero, la realidad y en esto debemos ser plenamente conscientes, es que el éxito de la reactivación ha estado originado, en gran parte, porque la economía mundial y, en particular los Estados Unidos, tomaron políticas de estímulo muy agresivas para salir de la Gran Recesión. Lo que resulta absolutamente cierto es que la locomotora de la infraestructura vial hasta ahora comienza a despegar y, lo lamentable, que las locomotoras del agro, la competitividad y la innovación se quedaron en pañales. Esta situación debe poner en alerta a las autoridades, pues, como lo han venido reiterando los estudios de Fondo Monetario Internacional, y los de la OCDE, Colombia, sigue siendo muy vulnerable a las oscilaciones de la economía mundial, y no ha conseguido mejoramiento de la competitividad y la innovación, además, de enfrentar inmensos obstáculos en el desarrollo de su agricultura.

En este sentido, los tres nuevos pilares sobre los cuales quiere edificar la Administración Santos II su nueva estrategia de desarrollo económico y social: la paz, la equidad y la educación, son fundamentales, pero su puesta en marcha requiere no solo de la voluntad política y el apoyo de los colombianos, pero el respaldo de una economía pujante con locomotoras a pleno vapor que permitan generar los recursos fiscales necesarios para poner en marcha los acuerdos y programas que cada una de estas estrategias trae consigo.

El tema del crecimiento económico requerido de la economía colombiana en los años futuros y la necesidad de una reforma fiscal que complemente los recursos necesarios para la ejecución de los pilares no fue desarrollado en la, por demás, destacada exposición presidencial del 7 de agosto. ¿Cuáles son los requerimientos fiscales y las necesidades presupuestales que se derivan de los acuerdos de La Habana, los objetivos de mayor equidad por medio de los programas de vivienda, desarrollo rural y seguridad social (como salud y pensiones) y el financiamiento de una revolución educativa como la que plantea el Presidente? Algunos cálculos preliminares de FEDESARROLLO y ANIF sitúan las necesidades de recursos fiscales adicionales anuales entre dos y tres puntos del PIB por encima de una de una carga tributaria que no alcanza el 15% del PIB. Es una carga fiscal adicional muy significativa para los colombianos. Esperamos a ver qué propondrá en estos frentes el próximo Plan de Desarrollo Económico y Social.