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“¿HAY ALGUIEN AHÍ? … EDUCAR A TRAVÉS DE LA PANTALLA”, UNA INVESTIGACIÓN CON SELLO SERGISTA

En un evento virtual, los investigadores del trabajo que indaga por las nuevas prácticas asociadas con el aula de clase, reflexionan ahora acerca de los cambios de estrategias y nuevas dinámicas de interacción en el entorno educativo.

El pasado miércoles 17 de mayo, se realizó el conversatorio virtual: “¿Hay alguien ahí? Educar a través de la pantalla”. En este espacio las docentes investigadoras del programa de Psicología de la Universidad Sergio Arboleda, Laura León y Tania Soriano, junto a Julián Céspedes, de la Universidad Icesi; Sergio Barbosa, de la Universidad del Rosario, y los estudiantes asistentes de investigación, Ana María Sandoval, David Santiago Rojas y Sebastián Cano, expusieron los resultados y las reflexiones de su más reciente trabajo de investigación.

Durante el encuentro se habló de cómo surgió el proyecto, inspirado en la emergencia vivida entre los años 2020 y 2021, debido a la Pandemia por Coronavirus. En esta, resaltaron los investigadores, fue necesario repensar y adaptar las prácticas asociadas con el aula de clase, privilegiando canales virtuales, como medida del aislamiento global obligatorio.

Lo anterior, según explicaron los autores de la investigación, implicó enormes desafíos pedagógicos y didácticos en el quehacer docente. Entre ellos, el no poder establecer contacto físico o siquiera ver “detrás de la pantalla”. La sensación de estar dando una clase para “unos cuadritos negros” sin rostro y, muchas veces, sin voz, implicó esfuerzos para los docentes, incluso, una profunda y sentida reflexión en cuanto a la posibilidad de que la experiencia de la enseñanza y aprendizaje se estuvieran deshumanizando.

Considerando lo anterior, el equipo de investigación del proyecto “¿Hay alguien ahí? Educar a través de la pantalla”, desarrolló una propuesta alrededor de la pregunta ante esta nueva realidad que, aún hoy, está presente en muchas aulas de clase. Para esto, construyeron un ejercicio investigativo a partir de una metodología experimental que se interesó por categorías teóricas, como la emoción que se podía expresar a través de la pantalla, la percepción de la motivación asociada con el hecho de dictar clase, en el caso de los docentes, o atender a la clase, en el caso de los estudiantes, también fue de relevancia la percepción del aprendizaje.

Mediante este estudio, se pudo establecer que no necesariamente hay un proceso de deshumanización en el aula. Y esto es un dato importante, ya que es un tema que plantea enormes desafíos éticos, prácticos y pedagógicos. No se pudo determinar que exista una percepción de aumento del proceso de aprendizaje. Los resultados sí describen una enorme incertidumbre, de ambas partes del proceso, pues al interactuar con el otro sin verlo u oírle, resulta difícil hacerse una imagen de qué se está pensando o sintiendo en la clase.

No se puede establecer con certeza el nivel de atención que los estudiantes podrían tener en el aula virtual. Otra reflexión interesante que deja la investigación es el papel clave de la autonomía y la disposición de los estudiantes para el logro de los objetivos académicos durante este periodo; asimismo, la capacidad de adaptación y la creatividad para ajustar la metodología que tuvieron los profesores, sumaron positivamente en el proceso. Para el desarrollo del conversatorio, y en procura de plantear de manera visual el reto de representar las personas que hay detrás de la cámara, los

ponentes emplearon avatares cercanos a su imagen real, lo que hizo que este escenario resultara muy divertido, posibilitando la exploración de herramientas que permiten, de alguna manera, “construir identidades virtuales”.

El conversatorio permitió el análisis del uso de herramientas digitales para agilizar procesos, especialmente, desde el ámbito de la pedagogía, lo que le facilitó a esta área adaptarse a los cambios y evidenciar la evolución de la ciencia y la tecnología. Asimismo, este espacio fue reflejo de la flexibilidad y facilidad de acceso ante a los espacios virtuales, pues pueden dar un abanico de ventajas relacionadas con efectividad en la comunicación y el manejo de datos, Sin embargo, además de estos aspectos positivos, la virtualidad también plantea ciertos retos por analizar, ya que se requiere la posibilidad de la ampliación de la investigación desde la interacción y dinámicas humanas por estos medios.

Cabe destacar que parte de la evolución de las plataformas y sus usos, han iniciado desde la necesidad del ser humano de adaptarse ante las demandas del entorno, como lo ha sido la misma pandemia por el Covid-19, fenómeno de salud pública que exigió al mundo reestructurar sus formas de aprendizaje, de comunicación, espacios y dinámicas laborales, esto, entre otras disposiciones que exigió y exige el medio, ahora con la modalidad virtual o híbrida como herramientas que da flexibilidad y cubre diversas necesidades.

Estos espacios también representan retos, como se menciona en el conversatorio, donde se dialoga acerca de los cambios de estrategias relacionadas con las dinámicas de interacción, puesto que muchas veces para el docente puede ser complejo desde la pedagogía virtual, teniendo en cuenta la poca fluidez comunicativa que se puede presentar entre el aula y el docente. Lo que puede disminuir la posibilidad de mantener una interacción más cálida y dinámica.

Vale la pena destacar que la participación de los estudiantes asistentes de investigación fue determinante durante el desarrollo del trabajo, según resaltaron los docentes investigadores.


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