Miranda Wang y Jeanny Yao logran desarrollar bacteria que transforma los ftalatos, toxina peligrosa usada para la elaboración del plástico, en productos como dióxido de carbono o agua.
Primero se usa un disolvente sobre el plástico, luego las enzimas catalizan la despolimerización de los productos químicos que son base para la elaboración del plástico, y al final lo descomponen en compuestos más manejables.
El objetivo de Wang y Yao es equipar buques flotantes para limpiar mares, con 150.000 litros de biodigestores. La tripulación de estos buques podrá cargar los tanques con poliestireno y esperar que el plástico se degrade. Otro de sus objetivos, es lograr también que este proceso no dure más de 24 horas.