El 11 de septiembre de 2021 se conmemoran 20 años de uno de los peores ataques terroristas de la historia reciente. Para entender el contexto en el que desencadenaron los sucesos, Diego Cardona Cardona, ex embajador de Colombia en Egipto y Arabia Saudita y docente de la maestría en Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, hace un análisis geopolítico de lo que pasaba en Medio Oriente antes del atentado y cómo la búsqueda de poder en la zona, provocó que los mismos países de occidente, de manera indirecta, crearan un ejército internacional de casi 10.000 militantes de Arabia Saudí, Yemen, Egipto y Afganistán, ambiciosos de poder, cansados de las invasiones de extranjeros y con el objetivo de establecer un califato.

“Si miramos atrás este no fue un simple atentado. Fue un hecho sin precedentes por su magnitud, el uso de armas no convencionales y las víctimas mortales. Fue una insurrección de fundamentalistas, no solamente árabes, sino de todo el mundo islámico, con base en Afganistán, y que formaron un movimiento internacional con capacidad de resonancia en países de Europa y Asia. Al qaeda fue el resultado indirecto de la lucha de los países occidentales contra la invasión de la Unión Soviética en Medio Oriente”, explicó el académico Sergista, quien es antropólogo y abogado, magíster en Estudios de Asia y África, y ex director del Instituto de Altos Estudios Internacionales en Suiza.

De acuerdo con Diego Cardona, los hechos del 11 de septiembre generaron, entre otros, dos cambios importantes: el primero, en cuanto a relaciones internacionales de los países occidentales desarrollados, y el segundo, a nivel global.

El primero tuvo incidencia en la libertad de la ciudadanía; había restricciones en la movilidad y en la información, más estrategias de seguridad y más percepción de inseguridad. El segundo, estaba relacionado con el regreso de los conflictos internacionales después del final de la Guerra Fría. Las personas creían que, con el atentado, la idea de una Tercera Guerra Mundial estaba más cerca.

“Antes de 2001, las personas creían que el gran conflicto había acabado, pero se dieron cuenta que no, y que Al qaeda era un grupo bien financiado, con alcances más grandes. Era una especie de conflicto irregular, no eran ejércitos detectables, sino pequeños grupos que entraban, golpeaban y salían, como unas guerrillas islámicas, pero a nivel global”, explicó el académico Sergista.

El atentado hizo que la política de seguridad de Estados Unidos se robusteciera y que crearan más estrategias para evitar actos similares. Desde George Bush hasta Obama, el país norteamericano invirtió en sistemas avanzados de inteligencia para vigilar las comunicaciones del país y de posibles enemigos, invirtió en armas y trasladó varias bases militares en Medio Oriente para controlar la expansión de militantes musulmanes radicales.

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