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EL NUEVO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ES SERGISTA

El egresado de la Escuela Mayor de Derecho, Iván Duque Márquez, se posesionó como nuevo presidente de la República, convirtiéndose en el primer Sergista en alcanzar la más alta posición del poder ejecutivo.

El estandarte de la Universidad Sergio Arboleda brilla hoy en lo más alto, gracias a las calidades de uno de sus profesionales. Iván Duque Márquez, egresado de la Escuela Mayor de Derecho en el año 2000, se posesionó como nuevo Presidente de la República, convirtiéndose en el mandatario más joven del país en el último siglo.

Agosto es especial en la vida de Iván Duque Márquez. En ese mes nació, también se graduó como abogado de la Escuela Mayor de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda y el pasado 7 de agosto recibió la investidura que lo acredita como el nuevo Presidente de la República de Colombia.

Aunque a los 4 años de edad ya decía que quería ser Presidente, cuando terminó el colegio sus sueños volaban muy cerca de la carrera militar. Su otra ilusión era convertirse en centrocampista de América de Cali, al estilo de Roberto Cabañas, el ídolo paraguayo al que tanto admiró y que hizo historia en el equipo colombiano durante la década de los ochenta.

Sin embargo, una luxación en la rótula izquierda, que sufrió en un partido de fútbol en diciembre de 1994, lo sacó del juego castrense y futbolístico. “Cuando me vio el Dr. Malagón del Ejército, dijo: ‘este muchacho no puede enlistarse’. En ese momento yo no me había presentado a ninguna universidad”, y decidió entrar a La Sergio, recordó Duque en su reciente participación en el conversatorio ‘Desde la academia: Los candidatos charladitos’, que lideró la Universidad Sergio Arboleda, en alianza con el portal web La Silla Vacía y el canal RED+.

Así fue como llegó al escritorio de José María del Castillo, entonces vicedecano de la Escuela Mayor de Derecho -actual Vicerrector de Gestión Académica- quien, además, fue el encargado de hacerle la entrevista de admisión. “Me llamó la atención que se presentó con el pelo largo -no era tan largo- pero no era usual que un estudiante de Derecho tuviera el pelo así. Sin embargo, esto nunca afectó su proceso”, recuerda Del Castillo.

Del día de la inducción, indelebles permanecen las palabras de Rodrigo Noguera Laborde, fundador y rector de la Universidad Sergio Arboleda en aquella época: “Esta universidad no es una fábrica de abogados sino una incubadora de humanistas”.

Nosotros escuchábamos al Dr. Rodrigo Noguera Laborde decir: ‘ustedes no van a ser abogados sino jurisconsultos’. Esa vaina a mí me pareció tan rara, tan sofisticada, un término tan antiguo, pero después entendí. La diferencia entre un abogado y un humanista -un jurisconsulto- es la capacidad de entender y la apertura para que todos los temas aporten”, reconoce Duque, muchos años después.

Por eso, confiesa que cuando recibió su título profesional de la Universidad Sergio Arboleda, el 3 de agosto del año 2000, tuvo una sensación extraña. “Yo no tenía claro si realmente era un abogado o qué era lo que era, pero lo que entendí es que la Universidad me había sembrado las huellas de ser un humanista y eso me permitió, después, meterme en temas económicos, de derecho internacional, para luego entrar a temas ambientales. La Sergio lo forma a uno para tener la mente abierta a aprender, entonces ese para mí es el mayor orgullo que me dejó la Universidad”, sostiene.

Álvaro Gómez Hurtado, el “forjador de la historia y el maestro sencillo”

Usted, ¿qué quiere ser en la vida?’ le preguntó Álvaro Gómez Hurtado a Iván Duque, un día antes de entrar a clase de Cultura Colombiana. ‘Servir a mi país’, respondió él sin titubear.

Siempre tuve claro, después de esa conversación con Álvaro Gómez, que lo mío no era el ejercicio del litigio y que poca pasión me despertaban los bufetes de abogados. Lo mío era la hacienda pública, las finanzas, las humanidades, la gerencia; todas las actividades marcadas por la columna vertebral del Derecho. Aunque en el fondo, y quizás en la esencia, lo que había era un amor incontrovertible por la política”, recordó Iván Duque el día que recibió la Orden Universidad Sergio Arboleda en el grado Oficial.

Pero esa no fue la única conversación con Álvaro Gómez que influiría en el curso profesional y humano de Iván Duque.

Cuando entré a la Universidad, quizás por otras razones, pensaba estar en La Sergio solo por un par de semestres y después transferirme a otra Universidad. Un día el Dr. Gómez, que siempre llegaba temprano y caminaba por el lado de la biblioteca, me dijo: ‘joven Duque, ¿Se toma un café conmigo?’ Entramos a la casita antigua y me dijo: ‘No se vaya de la Universidad, ustedes tienen que hacer Universidad, esta Universidad les va a pertenecer a ustedes’”, rememora.

Ese día, además de obsequiarle el libro ‘La Paideia’ del filólogo alemán, Werner Jaeger, Álvaro Gómez le explicó la impronta de los profesionales Sergista.

“Las personas que estudian en la Sergio Arboleda tienen un sello distintivo y lo van a tener siempre y es que esta es una Universidad que le apuesta al humanismo”, fueron las palabras del líder político.

Y, en efecto, Iván Duque se quedó en la Universidad Sergio Arboleda, donde aprendió que en la vida no se debe dar lugar a los dogmatismos, que las ideas políticas valen más por su alcance que por la refinación del lenguaje; a ser desafiante y a defender con vehemencia sus principios. Pero, sobre todo, avivó su amor por el conocimiento.

Álvaro Gómez decía que para ser un buen periodista o un buen abogado nada le puede ser a uno indiferente. Me acuerdo que en su clase de Cultura Colombiana, que tuve la fortuna de heredar, Álvaro Gómez empezaba a hablar de las guabinas, de los pasillos; un día hablaba de vallenato, otro día hablaba de Débora Arango, en otra clase hablaba de los grandes maestros de la poesía colombiana. Y ahí entendí que para el abogado Sergista, tener esa gran influencia cultural nos diferencia. La Universidad nos forma por ese amor por las letras, ese amor por la cultura, y eso es lo que nos agrega valor”.

La muerte de este importante humanista, de quien Alfonso López Michelsen señaló que “a nadie le cabía en la cabeza que algún día dejara de llegar a ser presidente de Colombia”, también estuvo muy cerca. Tal vez a segundos.

Normalmente él llegaba ‘encorbatado’, muy elegante, y ese día iba de ‘caqui’, con una camisa a cuadros, una chaqueta de gamuza. Me acuerdo que nosotros, de atrevidos, lo molestamos. ‘Uy, Dr. Gómez’. Él nos dijo que iba para un asado. Habló con nosotros, bajó al sótano; nosotros nos fuimos para el salón de clases y ahí fue cuando escuchamos las ráfagas de ese día tan trágico”, recuerda Duque.

Iván Duque en compañía del rector de la Universidad Sergio Arboleda, Rodrigo Noguera Calderón.

Iván Duque en compañía del rector de la Universidad Sergio Arboleda, Rodrigo Noguera Calderón.

Las aulas de La Sergio

Iván Duque se precia de tener memoria fotográfica. No solo memorizó los discursos de Jorge Eliécer Gaitán, que recibió como obsequio de su abuela materna cuando apenas contaba con 8 años sino también grabó en su cabeza fragmentos de películas como El club de la pelea, que se cuenta entre sus favoritas.

Por esto, hasta el día de hoy recita de memoria lo que, por ejemplo, debía repetir al entrar a la clase del profesor Raimundo Emiliani: “Obligatio est iuris vinculum, quo necessitate adstringimur alicuius solvendae rei secundum nostrae civitatis iura”. Y a la fecha sigue enunciando de corrido, y sin asomo de duda, la célebre definición de obligación en Derecho romano, formulada por Justiniano.

También recuerda las lecciones de Ramón Bulla Quintana, uno de los docentes fundadores de la universidad, quien les enseñó que “la filosofía es la ciencia que estudia todas las cosas por sus últimas causas y razones supremas mediante la sola luz de la razón”.

Pero, más allá de los fundamentos teóricos, lo que más valoró Iván Duque fue la formación humana que recibió de muchos docentes, como Gregorio Rodríguez. “Él me marcó porque su clase se llamaba Derecho Penal General, pero en realidad si esa clase hubiese tenido otro nombre sería ‘carácter’. Nos enseñó a tener carácter, a defender con verticalidad, con ahínco todos los principios, y eso es algo muy importante que uno debe tener en la vida: carácter con principios”, sostiene.

Precisamente su carácter y su férrea disciplina lo condujeron, sin dificultad, a ser un estudiante destacado. “Iván se salía de su zona de confort, porque en esa época comenzaron a aparecer los concursos universitarios, en los que estudiantes de diferentes instituciones del mundo participaban. Para la segunda convocatoria, recuerdo mucho que Iván fue uno de los primeros que me buscó y me dijo ‘yo quiero ir’. Y por esto digo que salió de su zona de confort porque participar en estos concursos implica más dedicación: cumplir con sus obligaciones académicas y, además, invertir el tiempo libre en la preparación del certamen”, sostiene el vicerrector en gestión académica, José María del Castillo.

Los amigos y el regreso a casa

Iván Duque también resalta el ‘sabor’ de la universidad y la particular influencia cultural de La Sergio. “Teníamos una clase muy diversa, regionalmente, pero principalmente dominada por los estudiantes de la Costa. Los jueves por la noche la Universidad se volvía otra cosa; había buena rumba y cerca de la universidad, ante tanto estudiante costeño, surgió un restaurante que se llamaba La mona, donde vendían arepa de huevo con picado, y patacón con suero y queso costeño”, recuerda.

A la par que moldeaba su vida profesional, Duque encontraba a algunos de los grandes amigos que lo acompañarían en adelante. Uno de ellos fue Francisco Barbosa, también abogado Sergista, con quien forjó su amistad desde el primer día de clase.

Nos conocimos porque un compañero nuestro, Óscar Castaño, empezó a hablarnos y por eso terminaron sacándonos a los tres de la clase”, señala Francisco, quien, además, se convirtió en su copiloto en el camino a la Universidad. En esos trayectos, escuchaban los discursos de Jorge Eliécer Gaitán, e Iván Duque hablaba de sus sueños de país. “Desde ahí me decía y me insinuaba que quería ser presidente de la República”, agrega Barbosa.

Para Iván Duque, su paso por La Sergio fue divertido. “Era como un colegio grande”, observa, y agrega que cuando llegó a la Universidad todavía no existían los imponentes edificios de hoy.

No tardó mucho en irse del país tras obtener su título profesional. “Cuando él se graduó era una persona muy joven. Y de repente me dijo que se iba para Washington a trabajar en un organismo asesor. Eso me llamó mucho la atención porque era una persona muy joven. Pero ratificó, una vez más, que era bastante inquieto intelectualmente”, anota José María del Castillo.

Su vida en Estados Unidos le permitió hacer escuela en tecnocracia internacional, políticas públicas, finanzas, hacienda pública, relaciones públicas y, además, afianzar su perfil académico.

“Avancé en una carrera que me permitió estudiar en las mejores universidades de Estados Unidos, escribir cinco libros y ser columnista de opinión por más de 14 años. Pero debo decir que el orgullo más grande es ser Sergista”

Aseguró Duque en la ceremonia de condecoración, organizada por La Sergio en 2017.

Más de una década después, Iván Duque regresó al país y, por supuesto, a su alma mater, pero esta vez en calidad de docente de asignaturas como Hacienda Pública y la que fue fundamental en su formación con Álvaro Gómez: Cultura Colombiana.

El Doctor Duque antes de ser buen docente es buena persona; nos enfrenta a la realidad nacional y nos invita a la reflexión para que nosotros, como jóvenes, hagamos parte de la solución. Para él es muy importante poder escuchar nuestras opiniones”, sostiene Valentina Mesa, estudiante de noveno semestre de la Escuela Mayor de Derecho, quien tuvo la oportunidad de ver dos asignaturas con el profesor Duque.

Tuvo que dejar a sus alumnos cuando los compromisos de campaña no le dieron más tregua. Pero sabe que Ser Sergista es para siempre, porque “Ser Sergista es una forma de vida”.

En palabras de Rodrigo Noguera Calderón, actual rector de la Universidad, “los colombianos pueden estar tranquilos si Iván Duque es elegido Presidente. Porque se ha formado en los valores esenciales de la vida, es un hombre culto que conoce los problemas nacionales, que tiene la mejor voluntad para solucionarlos y que trabajará con ética liderando un proyecto en el que todos transformemos la sociedad. Esa es la verdadera paz a la cual nosotros debemos aspirar”.

Iván Duque es uno de los miles de Sergistas que han pasado por nuestras aulas y que trabajan comprometidos por trasformar la sociedad, basados en los principios humanistas y en una visión innovadora del mundo. Duque nos define así,

“Lo que realmente me dejó esta universidad para siempre es que me enseñó a ver el mundo con el prisma de entender al prójimo, de entender que la vida es debatir ideas y principios y no caer en estigmatizaciones personales y tratar de entender a la sociedad. Los Sergistas en cualquier profesión deben tener ese prisma, esa herencia. Cuando piensen en el escudo Sergista, piensen en esto: Ser Sergista es amar el conocimiento”

Por ahora, no continuará más en las aulas de La Sergio porque su tarea será cumplir la palabra que le dio a Álvaro Gómez un día antes de entrar a clase de Cultura Colombiana: servirá al país. ¡Felicitaciones, Sr. Presidente! Desde su Alma Mater le auguramos éxitos.