Vivió una infancia y juventud tranquila en Honda, la ‘ciudad de los puentes’. Su mirada es como un lago de invierno. Pero no siempre fue así. Antes del ataque guerrillero Freddy tenía todas las facultades. Después, solo se quedó con su voluntad inquebrantable, la cual lo llevó a graduarse con honores de abogado Sergista. Fredy Villareal, tiene 30 años, ingresó a las filas del Ejército Nacional a los 16 con un permiso especial y posteriormente se presentó a la Policía Nacional.
Prestando servicio en la Policía, en un grupo operativo cuyo objetivo era erradicar matas de coca, recorriendo el departamento de Nariño, en una emboscada de las FARC, un cilindro estalló muy cerca de la zona de patrullaje ocasionándole serias heridas a él y al resto de policías.
“Ese ataque fue desproporcionado. Fueron 400 guerrilleros contra 45 policías. Teníamos muy pocos recursos porque recién llegábamos”.
En ese “accidente laboral”, como él lo llama, perdió la vista y a su mejor amigo. “Carlos Andrés voló como 38 metros. Imagínese la cantidad de explosivos que había en la zona”.
Fredy y varios de sus compañeros perdieron algo, pero la fortaleza y su dedicación han permitido que poco a poco superen ese episodio y cicatricen las heridas que el conflicto armado dejó.
A los 22 años, Fredy ya se había sometido a una larga recuperación. Un día antes del accidente, estaba de permiso, visitando a su novia, con quien ya tenía planes de boda. Al día siguiente, cuando su prometida lo vio con media cara destruida, decidió terminar la relación de ocho meses. “Quién sabe cómo se imaginó que yo iba a quedar y la ingrata me dejó”.
Ese 16 agosto de 2005 a Fredy le cambió la vida. Enfrentó con valentía a la adversidad y comenzó una serie de largas terapias. Nunca se dio por vencido y siempre confió en sus capacidades. Jamás quiso depender de los demás y con ese pensamiento superó las barreras. Ahora es un ejemplo a seguir.
Estudió en La Sergio Derecho, porque siente que tiene el deber de ayudar a las personas en situación de discapacidad, además que le permite ser una “mano amiga”. Su pasión por esta ciencia se fue nutriendo cuando estaba de servicio en la Policía, en donde aprendió sobre Derechos Humanos, así como conoció varias normas y leyes. Pero fue “gracias a la Universidad y a Tejido Humano que pude estudiar lo que siempre quise”.
Es un hombre con buenos valores gracias a la educación que recibió en casa. Sus padres, quienes llevan más de 35 años de casados, también son de Honda, Tolima, y siempre lo han apoyado en las decisiones que toma. “El sentimiento que tengo por ellos es de mucho amor. Soy quien soy, gracias a mis papás”.
Ahora se defiende solo en la ciudad. Aprendió braille (sistema de escritura y lectura para personas con deficiencias visuales), sabe escribir en un computador, tiene una esposa, que también tiene un problema de vista, y dos hijos: Carlos Andrés, de seis años, y Paula Valentina, de dos.
Actualmente está realizando una especialización en Derecho Administrativo. “Con todo este conocimiento quiero ayudar a mis compañeros que han tenido accidentes”. Matices de un hombre con voluntad de acero.
Arbolea: ¿Cómo ha sido su experiencia en La Sergio?
Fredy Villarreal: Llegué en el segundo semestre del 2007. Debido a mi discapacidad me tocaba transcribir todas las clases desde primer semestre hasta décimo. Le di muy duro al estudio porque tenía una meta: sacar mi carrera adelante.
A: Cinco años después ve su meta cumplida ¿Qué les puede decir a los demás?
FV: Las cosas de la vida se ganan luchando. Con esfuerzo y dedicación todo se puede sacar adelante. Nada es gratis ni fácil en la vida. Si yo pude con mi discapacidad visual, cualquiera puede lograrlo. Todo es esfuerzo y dedicación.
A; ¿Qué es la dedicación para usted?
FV: Es ponerle amor y esfuerzo a las cosas. Pensar siempre en la familia, en el futuro y en las metas. Demostrarles a las personas que uno puede.
A: ¿Qué le enseñó la Sergio Arboleda?
FV: Amor, conocimiento, experiencia, sabiduría, respeto por los demás, que todo se puede con esfuerzo y que la vida es una sola y hay que luchar por ella.
A: ¿Cómo quiere construir sociedad y no sólo ser el ejemplo en La Sergio?
FV: Gracias al conocimiento y los valores que me brindó la Universidad quiero emplearlos para ayudar a las personas más necesitadas. Quiero dar la mano a todos aquellos que lo requieren.
Fredy ahora escucha cada fin de semana fútbol, especialmente a su Atlético Nacional, equipo de sus amores. Vive en el barrio El Tunal, al sur de Bogotá, y mientras todas las mañanas coge Transmilenio para llegar a clases de su especialización, le da gracias a Dios por una nueva oportunidad de vida.