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“MI HIJO ESTÁ EN EL CIELO AGRADECIÉNDOLE A SU UNIVERSIDAD”

Cinco familias se reunieron el pasado 14 de septiembre, en una sentida ceremonia de grados póstumos realizada por la Universidad Sergio Arboleda, para recibir el diploma de sus hijos y honrar su memoria.

Melior est finis quam principium, mejor es terminar las cosas que iniciarlas. Eclesiastes 7:8

A Luisa la caracterizaba su sonrisa; a Nicolás, su caballerosidad. Sonia se distinguía por su permanente deseo de mejorar y Natalia, por su ejemplo de dulzura, valor y fuerza. Lo de Cristian era su inmensa humanidad. “Si él iba manejando y veía que una señora de edad cruzaba la calle, paraba el carro y se bajaba a ayudarle”, recordó con orgullo su papá.

Todos persiguieron un sueño: ser profesionales, y aunque su prematura partida les impidió alcanzarlo de manera presencial, sus familias se vistieron con las estolas y los birretes que estaban destinados para ellos, y recibieron el título por que el que tanto se esforzaron esos hijos, hijas, hermanas, nietos, sobrinas, padres, esposos. La meta se logró.

“Pienso que, en cada uno de sus hijos, se han cumplido esas palabras bíblicas: melior est finis quam principium, mejor es terminar las cosas que iniciarlas. A través de este grado póstumo, reconocemos que ellos terminaron lo que soñaron, pero también reconocemos que, al concluir el ciclo de su vida, han pasado a esa otra forma de existencia y están en el corazón de Dios ”, expresó el padre Mauricio Uribe Blanco, decano de la Escuela de Filosofía y Humanidades, quien recitó una oración por la esperanza.

Nicolás, el contador público


Don Fernando Mojica Ríos, padre de Nicolás Mojica Vásquez, fue el primero en subir al auditorio para recibir, de manos del decano del programa de Contaduría Pública, el diploma que, como un testigo, habla del talento y pasión de su hijo por las matemáticas y la contaduría. “Él se entregaba mucho a su carrera, era apasionado por eso. De hecho, el decano me dijo que era un buen estudiante”, rememoró don Fernando, en compañía de su esposa y de la abuela de Nicolás, quien también acudió a la ceremonia de grados póstumos, realizada en el centro de eventos Hall 74.

“Él amaba mucho a su Universidad, quería mucho a sus compañeros, y era muy especial. Le gustaron las matemáticas desde siempre y por eso quiso estudiar Contaduría”, afirmó doña Alcira Vásquez, mamá de Nicolás.


Luisa, la maestra en música


Al compás de una melodía suave interpretada por los docentes de su escuela, los padres de Luisa Janise Gutiérrez Escobar subieron al escenario y tomados de la mano recibieron el diploma que acredita la memoria de su hija como maestra en música. “Esta ceremonia es la materialización de los sueños que uno como padre tiene para sus hijos. Representa todo lo que ella quiso ser. Nosotros la respaldábamos con todo para que ella fuera lo que quisiera”, evocó su padre, don Camilo Gutiérrez Gómez.

Los Conciertos de Brandeburgo, que Johann Sebastian Bach compuso en el siglo XVIII, eran una de las piezas favoritas de Luisa. “También amaba Vivaldi. Era feliz escuchando el violín”, expresó su madre, la señora Lucy Amparo Escobar . “De mi niña recuerdo la alegría, su sonrisa, su bondad. Siempre quería ayudar a todo el mundo, era un ser humano excepcional. Su gusto por la música vino desde muy pequeña”, agregó.


Sonia, la especialista en Gerencia de Producción y Operaciones


Dicen que los hermanos gemelos tienen un vínculo muy especial y Diego Arturo Hernández Forero lo ratificó. Fue él quien recibió el título de especialista en Gerencia de Producción y Operaciones por el que su hermana gemela, Sonia Andrea Hernández Forero, tanto se esforzó. “Sonia era una mujer muy alegre, echada para delante y siempre pendiente de mejorar y por eso esta especialización. Este grado es algo muy importante porque significa dejar una huella, aparte de las muchas que nos dejó, es como la consolidación de esta etapa de la vida de ella”, afirmó Diego Arturo.


Cristian, el ingeniero industrial


En el caso de Cristian Andrés Soto Montealegre, un estudiante excepcional de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería, quien, incluso antes de graduarse, ya había obtenido su primer empleo profesional, fueron su hija y su padre, quienes recibieron el diploma. Con la voz quebrada, don Marco Tulio Soto Clavijo recordó a su “cuba”.

“Él nos enseñó tanto… Adoraba a su universidad, él solo hablaba de La Sergio. Precisamente, aquí aprendió a ser tan gran ser humano, que nosotros quedamos sorprendidos. Ese, creo yo, fue un título adicional que él consiguió. Me le quito el sombrero, un gran ser humano, un gran estudiante y le agradecemos mucho, mucho a La Sergio, nos lo sacó adelante y hoy está en el cielo agradeciéndole a su Universidad”, dijo don Marco.


Natalia, la psicóloga


Doña Patricia Mejía de Liévano celebra que su hija, María Natalia Liévano Mejía no le hubiera hecho caso. Había cursado un par de semestres en Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Sergio Arboleda cuando decidió cambiarse a Psicología. “Yo soy egresada de la Javeriana y cuando ella me contó acerca de su decisión, le dije que arreglaría todo para que también ingresara a mi universidad”. Pero la respuesta de Natalia fue contundente. “Me dijo: yo me quedo en La Sergio, y ahora sé que fue feliz”.

Con la estola de su hija en la mano, recuerda a Natalia. “Era una niña que dejó huella en todas partes, era una niña muy especial con todo el mundo, adoraba a la gente, no podía ver a nadie sufrir, siempre estaba encima de todas las personas. Creo que la característica de ella fue hacer el bien a todos”, señaló.

La graduación de María Natalia estuvo marcada por la copiosa asistencia de su familia. Todos la recordaron y celebraron el logro por el que tanto trabajó. “Este es un homenaje que me enorgullece muchísimo, pero a la vez me entristece, porque quisiéramos que estuviera presente. Se lo merecía, luchó mucho”, añadió la mamá de María Natalia.


Vita mutatur non tollitur. La vida no termina, cambia. Agustín de Hipona

Agustín de Hipona decía que la muerte es la separación del cuerpo y del alma, pero que esta última es inmortal. Y permanece a través del legado y los recuerdos, como los que atesoran en sus corazones las familias de Nicolás, Juliana, Sonia, Cristian y María Natalia.

“Nuestros seres queridos, aunque hayan dejado la escena de este mundo, viven en el corazón de Dios, ya no están sujetos a las leyes del espacio, del tiempo, de la materia. Hoy estamos cumpliendo lo que hubiera sido el sueño de cada uno de ellos, en esta vida temporal”, sentenció el padre Mauricio Uribe Blanco, durante la oración por la esperanza.

“Siempre es dura la partida de un ser querido, pero mi experiencia sacerdotal me indica que hay un momento en que debemos hacer un acto de desprendimiento, de entrega de esos seres queridos que ya no están con nosotros. Que hoy, esta ceremonia de grado póstumo sea también un momento en que nosotros los entregamos al corazón misericordioso de Dios, con la confianza de que el grado más importante de su vida, que es concluir nuestra existencia en el encuentro con Dios, ya lo han alcanzado”, agregó.

Felicitaciones, Nicolás, Juliana, Sonia, Cristian y María Natalia. Aunque ya no estén en el plano material los celebramos y honramos su memoria, porque la vida no termina y su esencia permanecerá inherente en el corazón de la Universidad Sergio Arboleda.


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