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¿QUÉ ES LO VIRTUAL?

El docente de la Maestría en Filosofía y Mundo Digital, Daniel Moreno, indaga en este cuestionamiento filosófico.

Por: Daniel Felipe Moreno Sarmiento

Desenvolvernos en los espacios virtuales, si bien conlleva algunas exigencias, es siempre una experiencia que podemos asimilar y poner en práctica con cierta fluidez, desde que nos acostumbremos al carácter técnico que es requerido por el medio o por el artefacto digital a través del cual nos insertamos en un sistema virtual. Pero con frecuencia enfrentamos cierta inquietud y hasta cierto pasmo cuando nos preguntan: ¿qué es lo virtual? En principio, parece que sabemos lo que es virtual y lo que no, aunque no podemos decir qué es; situación que no sólo resulta paradójica, sino dilemática. Incluso, es usual que muchos lleguemos a pensar que lo virtual es lo opuesto a lo real. De hecho, muchas de nuestras impresiones iniciales en los medios virtuales se efectúan bajo las condiciones de una lejanía que sentimos frente a la realidad de los espacios físicos que compartimos con otros y también bajo las condiciones de una percepción del tiempo muy singulares, hasta el punto de no percatarnos que ya hemos pasado más de lo esperado frente a nuestras pantallas digitales. ¿Qué es entonces lo que altera de esta forma nuestra intuición del espacio y del tiempo?

Si nos entretenemos en la lectura de un buen texto, que nos gusta releer una y otra vez, o si nos hallamos insertos en una grata conversación, ¿no tenemos la leve impresión de haber perdido por algunos instantes la percepción inmediata del entorno más próximo que nos rodea, casi como si nos hubiésemos evadido del mundo?; ¿no son estas experiencias bastante similares a la que nos ocurre con la inmersión vivida en los espacios digitales?; ¿no son las narraciones y los sueños esos lugares en los que se reside sin en realidad residir?; ¿será que esto convierte a nuestras imágenes e imaginarios en esas virtualidades que, de forma constante, han acompañado nuestra existencia?

En este punto es cuando empezamos a entender que nuestras representaciones son tan decisivas que llenan y no dejan de llenar la vida de la cultura/y>. Lo virtual es un fenómeno más que se une al coro de nuestras representaciones, y no por eso es irreal, porque cada signo tiene su propia manera de hacerse presente a nuestro entendimiento. Lo virtual es, por supuesto, un signo que se hace presente para imitar pero también para inventar. Esta representación es la fuerza (virtus en latín, de donde viene la expresión virtual) o la potencialidad dinámica de un signo con carácter estructurante, que conforma la esfera de gran parte de nuestras creaciones culturales.

Consideremos bien lo anterior y tratemos de reflexionarlo: ¿no son también virtuales las imágenes prehistóricas de Altamira, o los mosaicos y vitrales de la arquitectura gótica, así como lo son los universos posibles de la novela moderna, y los mundos digitales de la época contemporánea? Así que puede ser un hecho que lo virtual implique traer a la presencia aquellos mundos que dan sentido y fuerza al horizonte artificial, cuyo carácter traspasa de forma esencial el modo de ser del hombre, que despliega su interior en la objetivización de la cultura.

Nuestros esfuerzos civilizadores ahora nos presentan la exigencia de pensar los sistemas de información, no como estados desmaterializados y etéreos, muchas veces concebidos como irreales y carentes de concreción. Al contrario, los sistemas de información dan justamente forma a los fenómenos virtuales, y permiten la aparición de un entorno artificial que se estructura en red, y no en recintos; donde hay usuarios y no habitantes. Esos espacios donde la corriente fluida de datos hace posible una acción humana directa o indirecta en los medios digitales han ampliado nuestra relación con lo real, ya sea porque la experiencia del entorno virtual está mediada por ordenadores y pantallas que nos permiten vivir una semi-inmersión, o porque la vivencia de lo virtual es más contundente desde el punto de vista perceptivo, gracias a los cascos o audífonos estereoscópicos y a los trajes hápticos que ya han superado los límites de la ficción, y nos transportan a esferas iconográficas que envuelven nuestros sentidos externos e internos en un espacio-tiempo cibernético, en el que se transfigura la realidad cambiante del objeto virtual, haciendo de la inmersión una vivencia más estable y duradera.

Al final, no hay nada de irreal en lo virtual, así como no hay virtualidad en todo lo real. https://www.usergioarboleda.edu.co/posgrados/maestria-en-filosofia-mundo-digital

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