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Después de que en 2001, el magnate norteamericano y exingeniero de la NASA, Dennis Tito, se convirtiera en el primer turista espacial y pagara alrededor de 20 millones de dólares a la Agencia Espacial Federal Rusa, la industria aeronáutica comenzó a trabajar en el diseño de aviones espaciales que permitieran a las personas vivir una nueva experiencia más allá de la Tierra, creando así una nueva era del turismo espacial a la que se han unido tres compañías de empresarios multimillonarios.
Las empresas Space X, de Elon Musk; Blue Origin, de Jeff Bezos y Virgin Galactic, de Richard Branson, lideran, por lo pronto, la carrera para hacer turismo comercial espacial. Con los recientes vuelos suborbitales de las compañías de Branson y Bezos, que sobrepasaron la línea de Kármán –frontera del espacio ubicada entre los 80 y 100 kilómetros de altura– se dio inicio a un nuevo capítulo en la historia de la humanidad que permite hacer viajes cortos a personas, que por placer, pagan un millonario tiquete para salir al espacio por cuatro minutos y ver una corta imagen de la superficie de la Tierra.
“Estos proyectos llevan bastantes años de trabajo. Por ejemplo, Elon Musk, de Space X, desde 2002 está desarrollando actividades espaciales para ir de nuevo a la Luna o a la conquista de Marte. Las otras dos compañías también tienen en mente llegar a otras instancias de mayores recursos económicos e inversiones. Podemos decir que Richard Branson empezó a trabajar en su avión espacial desde 2004, lo que significa más de 15 años de dedicación para contar con un instrumento capaz de transportar seres humanos al espacio. Por su parte, Bezos entra más tarde, entre 2008 y 2010, a hacer experimentos, pero igualmente obtiene resultados similares a los de sus dos competidores”, explicó Raúl Joya Olarte, director del Observatorio Astronómico de la Universidad Sergio Arboleda.
En consecuencia, Elon Musk, creador de Paypal, Tesla y Hyperloop, ha fijado sus objetivos más allá de los planteados por sus otros competidores, su propósito es llevar a la primera colonia humana a Marte. Según el diario ABC de España, el multimillonario ha dicho que está “muy seguro” de que podrá enviar a las primeras personas al Planeta Rojo en 2026 o incluso antes.
Para Raúl Joya, si bien estos viajes al espacio están beneficiando directamente a las empresas, significa también una evolución para la industria porque, además de generar empleo, “se pueden crear artefactos más robustos, eficientes, menos costosos y de mayor durabilidad. Y esto se traslada inmediatamente a una mejora en áreas como la medicina, ingeniería, química, entre otras, además de nuevos conocimientos de personas que estuvieron involucradas en estos desarrollos y que pueden generar otras microindustrias y emprendimientos”, señaló.
De acuerdo con el director del Observatorio, este nuevo avance en la investigación espacial también permitirá innovar el conocimiento de los desarrollos tecnológicos humanos para aplicarlos en la vida diaria, por ejemplo, en la reducción del tiempo en los viajes intercontinentales o trasatlánticos.
Las ofertas espaciales que ofrecen Virgin Galactic y Blue Origin tienen algunos puntos que las diferencian. La nave de Virgin no es una cápsula tradicional, se trata del Spaceship, un pequeño avión espacial de motor cohete que no trabaja por sus propios medios sino que es impulsado por el White Knight, un transporte de doble fuselaje que lleva su carga hasta 15.000 metros de altura. Allí se desprende y cae durante unos segundos antes de encender su motor, que le impulsará como un cohete hasta llegar a los 100 kilómetros de distancia entre la Tierra y el espacio. Esta nave tiene ocho puestos: dos pilotos y seis pasajeros.
En cuanto a New Shepard, de Blue Origin, esta es una cápsula con cohete y no un avión espacial, que no necesita piloto y podría alcanzar los 106 kilómetros de altura. Tiene espacio para seis tripulantes y, al ser impulsada desde la Tierra, retorna en caída libre hasta un punto que abre tres paracaídas que permiten que el aterrizaje sea más liviano y soportable para los tripulantes.
“El sistema de propulsión de las dos naves tiene un gran empuje para poder sobrepasar los 80 kilómetros. Esto quiere decir que los viajeros sentirán un gran impacto en la espalda, que será soportable, pero diferente al que acostumbramos a sentir cuando viajamos en un avión normal. En el momento del aterrizaje, experimentarán un vacío, pues pasarán de estar en una microgravedad, donde no se siente nada y estarán flotando, a sentir su propio peso, por lo que es importante que siempre se acomoden en sus sillas en el momento de volver a la Tierra y evitar accidentes”, enfatizó Raúl Joya.
A los viajes que realizaron Richard Branson y Jeff Bezos, se suma la misión de SpaceX, de Elon Musk, programada para septiembre de este año, que alcanzará el espacio orbital, a diferencia de los otros competidores que tuvieron viajes suborbitales. La nave Crew Dragon de SpaceX alcanzará una altitud de 540 kilómetros y orbitará la Tierra cada 90 minutos durante el viaje, que tendrá una duración aproximada de 3 días.
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