
Paula Casas Mogollón, egresada de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda y periodista del diario El Espectador, fue galardonada en la edición número 50 del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Reportaje en Texto, por el trabajo “Las secuelas de la mutilación genital femenina en Colombia”, en el que destacó la historia de la lideresa indígena Claudia Queragama, quien encabeza el proyecto de ley que busca erradicar esta práctica en el país.
Del trabajo realizado por Casas, el jurado del máximo galardón del periodismo colombiano señaló que “al entretejer voces comunitarias, funcionarias del gobierno y movimientos de base, el reportaje aborda un tema urgente y, con pericia narrativa, lo sitúa en diálogo con contextos comparativos latinoamericanos y globales, poniendo sobre la mesa una discusión imprescindible”.
En diálogo con La Sergio, la egresada Paula Casas reflexionó sobre su formación en la Universidad y el papel del periodismo con enfoque de género.responsabilidad ética frente a comunidades vulneradas y los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones de periodistas.
¿Qué significa para usted recibir el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar?
Recibir el Premio Simón Bolívar fue un orgullo muy grande, un reconocimiento de mí para mí, para mi carrera y para el esfuerzo. Hacer periodismo no es fácil, es muy desgastante e implica muchos sacrificios, aunque uno jamás trabaja para un premio, sí es una curita para el alma y para decir que lo estás haciendo bien.
Cuento con un equipo maravilloso en El Espectador, mi sección es de gente muy talentosa con la que compartí antes y con el equipo que está ahora, ellos también son pieza clave de todo este proceso. A lo largo de los diez años que llevo en el periódico, he podido contar con las enseñanzas, las lecciones y el apoyo de ocho editores y editoras, ha sido muy valioso todo el trabajo que ellos han hecho y que han formado en mí.
¿Cómo llegó al tema de la mutilación genital femenina en Colombia y qué la motivó a abordarlo?
Empecé a interesarme por todo el tema de género y busqué qué estaba moviendo la agenda pública en este ámbito, así llegué al tema de la mutilación genital femenina. Me parecía un poco insólito que, en Colombia, en pleno siglo XXI, eso todavía se estuviera practicando. Cuando empecé a averiguar más con mi equipo de trabajo nos dimos cuenta de que había un proyecto de ley que estaba avanzando justamente para llegar a su abolición y que, si bien había casos registrados, era un secreto. Hasta el momento nadie sabe cuántos casos hay, dónde se practica, cuáles son las comunidades más vulnerables y todo ha sido un completo misterio.
Además, tocaba tener tacto para evitar la estigmatización. Muchas mujeres del pueblo indígena Embera estaban siendo estigmatizadas porque en su pueblo se estaba practicando esto sin que ellas lo supieran. Fue un reto bastante interesante.
¿Cómo fue construir la historia de Claudia Queragama y qué aprendizajes le dejó como periodista?
En la construcción de la historia comenzamos por entender el contexto político en Colombia y lo que quería hacer el Congreso, lo que nos llevó a conocer a Juliana Dominico, líder de la gran nación Embera, quien explicó que la diferencia del proyecto de ley actual era la participación con mujeres de la comunidad indígena. En ese proceso, Claudia asumió un papel de liderazgo y compartió que, sin saberlo, había sido sobreviviente, algo que descubrió cuando a su hija le practicaron la “operación”, como se conoce en estos entornos a la mutilación genital femenina, lo que la impulsó a involucrarse en el proyecto.
Inicialmente trabajábamos en un fotorreportaje, nos citábamos una vez por semana para acompañarla en la Unidad de Protección Integral (UPI) del Parque La Florida, donde vive; luego a la UNIMINUTO, donde recibe clases; y al Congreso. Fue muy valioso para nosotros ver cómo, pese a las barreras del lenguaje, Claudia se convirtió en un puente entre su comunidad y el resto de la sociedad, llevando a las mujeres indígenas información sobre los derechos que por mucho tiempo les habían sido negados.
¿Cómo debe abordarse desde el periodismo temas que involucran comunidades históricamente vulneradas?
Uno se tiene que preparar mucho y tener empatía, si uno va con un sesgo, no puede cubrir estos temas. También hay que conocer históricamente lo que han vivido esas poblaciones.
¿Cómo influye su formación en la Universidad Sergio Arboleda en el desarrollo del reportaje y en su labor como periodista?
Los aprendizajes que tuve de mis profesores y de mis profesoras es muy valioso para mí. En la Universidad conocí a Jorge Cardona, quien se desempeñó durante mucho tiempo como el editor general de El Espectador y conocí a varias personas y profesores que influyeron en mi carrera, como Héctor Fabio Zamora, que, si bien ya no está entre nosotros, dejó bastantes lecciones en todos los que pudimos tener las clases de él, de Dora Montero también aprendí un montón. La Sergio ha contado con profesores fenomenales que me ayudaron mucho a entender y a enamorarme del periodismo.
Desde las clases sabía que yo quería trabajar en un medio de comunicación, en esa época quería ser periodista deportiva, hoy soy periodista de educación, de ciencia y de salud, pero me lo disfruto cada día.
¿Para usted qué significa ser Sergista?
Fue la puerta que se abrió y me permitió llegar a donde estoy. Si bien la universidad le da a uno unas herramientas y uno tiene que mirar cómo las aprovecha a lo largo de su vida profesional, me permitió conocer a las personas que justamente me abrieron las puertas para poner en práctica esas herramientas. Para mí fue muy valioso lo que aprendí en La Sergio y los contactos que hice, mis profesores fueron clave en todo este proceso.
¿Qué consejo les daría a los estudiantes de La Sergio que quieren destacar en el campo del periodismo?
Que lo disfruten mucho, aunque representa muchos sacrificios de tiempo y a veces uno quiere tirar la toalla, esto es muy gratificante, no por los premios sino por lo que se puede lograr, con las historias se puede transformar vidas. Cuando hice el tema de huérfanos por feminicidio, a Juliana Cely, hija de Rosa Elvira Cely, le daba mucha pena contar su historia, se sentía estigmatizada, había vivido casos de bullying muy fuertes y, a raíz de ese reportaje, ella se dio cuenta de su capacidad para liderar procesos y en el Congreso es una de las líderes clave para el proyecto de ley de huérfanos por feminicidio.
Un llamado también para los jóvenes es el uso de la inteligencia artificial. ¿Cómo vamos a hacer ese uso? Si va a ser una herramienta o si queremos realmente que nos reemplace, si no somos responsables con lo que hacemos y si no tenemos ética, puede haber grandes y graves consecuencias. Les digo que disfruten el periodismo con responsabilidad, con empatía, que es una palabra fundamental en todo el proceso, y con mucha responsabilidad y ética.
¿Quiénes son sus referentes?
Mis referentes en el periodismo son varios y han ido cambiando a lo largo del tiempo. Mi principal referente es Jorge Cardona y lo va a ser así siempre, es una persona y un periodista maravilloso; también Yolanda Ruiz, la admiro demasiado. A lo largo de mi trayectoria he conocido varios periodistas que son mis referentes como Pablo Correa, Elizabeth Otálvaro, María Mónica Monsalve, María Paula Rubiano, Sergio Silva, Nicolás Achury y César Giraldo.
¿Cómo se hace un buen reportaje?
Investigando mucho, buscando a expertos, historias, estudios científicos, y haciendo preguntas, porque a veces no funciona un buen tema si no lo logramos aterrizar a la realidad.
El reportaje de mutilación genital femenina hubiera sido muy sólido con los estudios científicos, con los médicos, con los psicólogos, con las psicólogas y con el Congreso de la República, pero si no aterrizamos eso a la realidad que están viviendo las comunidades en Colombia no hubiera servido de nada. En un buen reportaje es importante contar la historia de la gente.
¿Qué nuevos temas le gustaría investigar próximamente?
Recientemente, en El Espectador, junto a Natalia Herrera, una gran periodista investigativa y con enfoque de género, estamos haciendo un reportaje sobre la maternidad subrogada. Es un tema también muy delicado que se debe manejar con mucho tacto porque trae unas secuelas físicas y psicológicas bastante grandes en las mujeres y a veces no dimensionamos lo que pueden significar.

