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GLORIA ROBLEDO, LA DOCENTE SERGISTA QUE SIEMPRE BUSCÓ SU VOCACIÓN

La docente de la Escuela de Filosofía y Humanidades ejerció durante tres décadas el Derecho y a sus 46 años decidió ingresar a un aula de clase, para emprender un nuevo camino en la educación universitaria.

Gloria Robledo nunca imaginó que una salida escolar de su hija le cambiaría la vida. La historia empezó cuando María José Robledo Cuéllar visitó el Observatorio Astronómico de la Universidad Sergio Arboleda y compartió con su mamá un folleto del Diplomado en Astronomía que se estaba impartiendo en ese momento en La Sergio. Aunque, en ese momento Gloria ejercía como abogada, decidió inscribirse al diplomado y, meses después, ingresar como estudiante del pregrado en Filosofía y Humanidades.

“Ya tenía 46 años, me daba angustia presentar el examen y que no pasara, me daría mucha vergüenza si eso sucedía, entonces decidí hacerlo sin contarle a nadie, me quedé callada y, en caso de que no me recibieran en el programa, nadie se enteraría. Me inscribí, presenté el examen de admisión y me llamaron a felicitarme porque había ingresado, casi me desmayo de la emoción. Era consciente de que no podía trabajar y estudiar al mismo tiempo, así que decidí vender mi casa para estudiar filosofía y empezar esta nueva aventura”, cuenta la docente Sergista.

Cuando ingresó a La Universidad Sergio Arboleda a estudiar Filosofía su emoción era inmensa por todo lo que estaba aprendiendo, era un mundo nuevo para ella. Cuando terminó el pregrado decidió cursar la doble titulación en Licenciatura en Filosofía y Letras, y obtiene así los créditos faltantes para cursarla obteniendo una calificación de 4.8. Por ese puntaje se ganó una beca para cursar su maestría en Lógica y Filosofía de la Ciencia en Madrid, España

“Estoy convencida que si no hubiera estudiado Filosofía en la universidad, el contacto con los estudiantes sería diferente y personalmente no hubiera sido capaz de educar a mi hija, porque esa brecha generacional que uno tiene con los hijos es muy grande. Entonces, cuando fui alumna y después docente ese vacío se cerró y me dio la oportunidad de estar más cerca de María José y de mis estudiantes para entenderlos en lo académico y en lo personal”, precisa la profesora Gloria.

Su entusiasmo, la enseñanza desde el amor y el cumplimiento de los acuerdos entre docente y estudiantes, le han marcado un norte y, precisamente por ello, para Gloria no hay mayor satisfacción que ver la alegría de sus alumnos. “En los últimos parciales que presentaron nunca fui tan feliz al leer sus artículos porque hablaban de posverdad, un tema que está en auge y que a ellos los mueve y lo viven a diario. Como docente, estos acontecimientos son clave y le añaden valor al ejercicio de la docencia”.

En medio de silencios por los recuerdos que vienen y se van, la docente relata que en un momento en La Sergio se llegó a considerar la idea de retirar del programa académico la clase de latín y griego. Ella fue una de las voceras para evitarlo porque son importantes y de relevancia para el estudiante. Su hija, por ejemplo, estudió dos semestres de Filosofía y tuvo clases que abordaron estas lenguas, lo cual le dio las bases para aprender luego el idioma alemán.

Por todo esto y más, la gratitud de esta docente Sergista para con la Universidad Sergio Arboleda es inmensa. “Todo lo que yo quería aprender en mi vida no lo encontré en otro lado más que aquí y eso mismo le digo a mis estudiantes. Yo quiero mucho a la Universidad porque descubrí lo que realmente quería ser y lo que verdaderamente me hace feliz”.

La profesora Gloria se considera una persona activa y, aunque la docencia es su labor de tiempo completo, también es empresaria. Tiene una fábrica de alimentos, donde se pone las botas y disfruta con esta actividad. Hoy en día es profesora en la Escuela Mayor de Derecho y de la Escuela de Filosofía y Humanidades, y está próxima a ingresar a su segundo año de Doctorado con énfasis en Ciencia y Tecnología de la Universidad de Salamanca en España.

¿Quién es ese docente que ha marcado su trayectoria académica?

Yo diría que Liliana Irizar, principalmente por su amor y arraigo a la filosofía, esa es una fortaleza que ella trasmite a sus estudiantes.

¿Qué recuerdos tiene de la primera clase que impartió?

Esa primera clase me la aprendí de memoria porque me moría del susto de pensar que los estudiantes me preguntaran y no supiera responder; mis primeras clases en la universidad fueron maravillosas porque terminábamos el curso y los estudiantes me aplaudían. Hoy en día, he ganado en tranquilidad y ante las preguntas que me hacen mis alumnos, si hay algo que no sé responder, lo digo abiertamente y les planteo que podemos averiguarlo.

¿Qué le ha enseñado la docencia?

La docencia, así como diríamos los filósofos, me sacia el espíritu. Veo los trabajos de mis estudiantes y mi satisfacción es total, por eso reitero mi gratitud al corroborar que entendieron el objetivo del trabajo, y lo hicieron bien, lo disfrutaron… Eso, básicamente, reafirma mi vocación

¿Qué tema disfruta enseñar?

Enseñando he aprendido muchas cosas. No solo se aprende desde el punto de vista académico sino además como persona, a ser tolerante, a ser respetuoso. Doy la clase de Teoría del Conocimiento en la Escuela Mayor de Derecho y en la Escuela de Filosofía y Humanidades con Introducción a la Filosofía y Cultura I y II, pero sin duda las que más disfruto son las relacionadas con la filosofía pura porque son más estructurales para los estudiantes.
Cuál es esa cualidad que destaca de sus estudiantes

Aprecio que no pierden la capacidad de asombro frente al conocimiento, porque lo que me pasó a mí, cuando empecé a estudiar de nuevo, me llevaba a decir ¿Por qué nadie me había enseñado esto? Y aprendí de muchas cosas que me parecían maravillosas. Por eso, soy abanderada de exaltar la capacidad de asombro, esa es la que mantiene a una persona en permanente construcción.

¿Cómo define el impacto de la tecnología en el ejercicio de su labor docente?

Es maravillosa.

¿Cómo se define como docente?

Soy entusiasta.

¿Cuál es ese personaje de la historia que admira?

Mahatma Gandhi, principalmente por su ideología de la no violencia.

¿Qué libro cambió su manera de pensar?

¿Existe Dios? ¿Qué es? ¿Qué hace?, un libro de Ramón Bulla Quintana, fundador de la Escuela de Filosofía y Humanidades de La Sergio, quien constantemente hablaba de Rodrigo Noguera Laborde como académico, escritor, jurista y filósofo.

Uno de filosofía natural, del profesor Ramón Bulla, ‘¿Existe Dios? ¿Qué es? ¿Qué hace?’, y me pareció tan hermoso porque me parece que la teología natural es increíble porque yo no sabía que había explicaciones racionales para demostrar la existencia de dios, eso no lo supe sino hasta que estudié filosofía.

¿Cómo le gustaría que la recordaran?

Como una persona feliz, que me recuerden porque fui una persona que siempre animó a todos a hacer lo que amaban.


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