Laura Melo, estudiante de Marketing Integral y Negocios Globales de la Universidad Sergio Arboleda, quien realiza sus prácticas internacionales, en el Museo de Mevlana, en Konya, Turquía.

Vivir una experiencia internacional significa un cambio de perspectiva, especialmente cuando se trata de una práctica que implica salir del país, ya que exige al estudiante el desarrollo de habilidades en un ambiente profesional y en una cultura desconocidos. Laura Melo, estudiante de Marketing Integral y Negocios Globales de La Sergio, se postuló para realizar sus prácticas internacionales en Turquía, una vivencia que ahora comparte en entrevista con la ORI.

Qué te impulsó a hacer tus prácticas en el exterior

Aun cuando en Colombia tuve muy buenas opciones, me emocionaba la idea de vivir esta experiencia fuera del país. Siempre tuve en mente que no me importaba el lugar, ya que mi meta es aprender, conocer, ser independiente y valerme por mí misma como adulta. Vivir la interculturalidad y fortalecer mi formación profesional fue lo que me motivó a hacer mis prácticas en el exterior.

¿Cómo fue el proceso para aplicar?

Inicialmente, busqué oportunidades en Estados Unidos y Australia, sin embargo, en el primero, los permisos requerían de un proceso largo y demorado y, en el segundo, las prácticas no eran remuneradas. Fue entonces cuando me acerqué a la ORI, hablé con Victoria Queruz, coordinadora de la oficina, y ella me guio.

Me contacté con AIESEC, que es una organización sin ánimo de lucro, me inscribí en la página web y con bastante tiempo y paciencia apliqué a varias ofertas. Participé en entrevistas con algunas empresas, otras, como las que se encuentran en Turquía solo revisaron mi perfil. Tengo una hoja de vida destacable, pues cuento con experiencia en medios digitales, digital marketing, entre otras áreas, y eso fue lo que les llamó la atención. Actualmente trabajo allí, en “Elmali Makina”, una empresa de metalmecánica ubicada en Konya.

Cómo te ha ido con el idioma

Antes de llegar a Turquía, empecé a estudiar el idioma turco y supuse que podría defenderme, pero al llegar, me di cuenta de la realidad. Ellos hablan muy rápido y algo que caracteriza a los turcos es que siempre están como acelerados, intranquilos.

Actualmente, y sobre todo en la empresa, hablo en inglés con mi equipo, aunque a veces oramos en turco para aprender el idioma. En otros espacios es distinto, ya que, al ser una ciudad tan tradicional, la gente no suele hablar inglés, son pocas las personas que lo hablan, ha sido un tema difícil. He aprendido a usar traductores como Deepl para entender lo que me dicen.

¿… y el impacto cultural?

El choque cultural ha sido grande, es decir, Konya es una de las ciudades de Turquía más “chapadas a la antigua” y aunque el país se identifica como laico, se ora cinco veces al día, pues la mayor parte de la población es musulmana. Hay muchas mezquitas y para llamar a la oración suena un cántico bastante fuerte alrededor de las 7 y 11 de la mañana y nuevamente a las 2, 3, y 6 de la tarde.

Además, en Konya no es normal ni está bien visto que las mujeres trabajen en la industria, aunque por la constante contratación de extranjeros, ellos se han ido adaptando, y yo, por ejemplo, no he sentido ningún tipo de discriminación.

Qué concepto tienes de la gastronomía turca

Siendo sincera, la comida es rica, pero sí ha sido un gran cambio. Mucha comida es picante o con especias, también está la cultura vegetariana y los menús son consistentes con eso. En mi trabajo nos dan almuerzo. Recuerdo que, en mi primer día comí espinacas, pasta en su presentación más simple y yogur. Los turcos normalmente le ponen pimienta, sal y lo revuelven todo. Yo me comí todo por separado y con dificultad, por obvias razones, mi forma de comer atrajo la atención.

Ahora hago mercado y cocino mi comida, porque no siempre le encuentro el gusto a lo que dan en la oficina. Por eso, cocino pastas con pollo, arroz, albóndigas, arepas, es decir, comida colombiana. A pesar de esto, siempre como de todo, no me niego a probar porque de lo contrario no voy a saber lo que me gusta o no.

Eso sí, muchas cosas son difíciles de conseguir. En Colombia uno está acostumbrado a ir al supermercado o a la tienda y encontrar frutas, verduras… todo a la mano, pero aquí lo único que siempre se consigue en las tiendas es tomate, cebolla, banano, pepino cohombro y repollo, por lo que para encontrar variedad de vegetales frescos hay que esperar al fin de semana e ir a una especie de bazar.

Un consejo para los interesados en vivir esta experiencia

Arriésguense, esto es un gran reto. Para quien las predisposiciones suponen un obstáculo, tienen que estar abiertos a las oportunidades que se presentan. Hay que pasar por un proceso de adaptación y puede que al principio uno se sienta extraño, pero considero que hay que vivir la vida al máximo y arriesgarse. Está bien no saberlo todo porque al final uno llega para adquirir nuevos conocimientos y eso va a servir para muchas áreas de la vida. Por eso, hay que saber estar solo, convivir con otras personas, hacerse entender y dar el máximo para que sea la mejor vivencia.


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