
Por: Angie Espitia | Docente de Neuropsicología, Escuela de Psicología Universidad Sergio Arboleda
En muchas ocasiones, nos hemos preguntado si será normal que con el paso del tiempo nos cueste más trabajo realizar las mismas cosas que hacíamos antes, olvidamos pendientes, citas y estamos más distraídos.
Tal vez, en nuestras propias familias, amigos, vecinos, hemos notado cómo se normaliza la idea de que envejecer implica pérdida de capacidades, pues se ve la edad como sinónimo de pérdida. ¿Hasta qué punto estos cambios en nuestra cognición hacen parte del proceso de envejecimiento normal?. ¿Cuándo debería preocuparme uno o más cambios en mi memoria o en la de un ser querido?. ¿Qué debería hacer si percibo que esto está afectando mi vida cotidiana?
Estas y otras preguntas hacen parte del estudio de la neuropsicología. Desde este campo, tanto en la investigación como en el ámbito clínico, el interés está cifrado en caracterizar la cognición a lo largo del ciclo vital y en identificar la relación que tiene el cerebro con la conducta y la emoción.
Un punto fundamental de interés en neuropsicología y, en particular, para la línea emergente de la Escuela de Psicología, Universidad Sergio Arboleda, es la prevención y detección temprana de condiciones neurológicas, psiquiátricas o sistémicas que se relacionen con el cambio cognitivo.
Como parte de esta iniciativa, la Escuela cuenta con un convenio de docencia que nos ha permitido formar a nuestros estudiantes, incluso, desde los primeros semestres en la aplicación, interpretación y uso de instrumentos de evaluación útiles, confiables y válidos para el diagnóstico de demencias. Uno de estos instrumentos hace parte de un proceso de investigación desarrollado por Espitia, Duarte & Montañés (2020), el proyecto Neuronorma Colombia, una batería de pruebas neuropsicológicas que fueron normalizadas para la población colombiana mayor a 50 años.
El Neuronorma, en la actualidad, es una batería utilizada por profesionales del área en varias regiones del país y por profesionales de contextos educativos y otros campos de aplicación: en investigación, algunos grupos se han orientado a la detección del deterioro cognitivo leve, a describir perfiles de condiciones psiquiátricas como la depresión, en la diferenciación clínica de pacientes con demencia o enfermedades neurológicas, como el Parkinson y el Alzheimer.
Por supuesto, también es fundamental para el diagnóstico clínico de muchas de las enfermedades o condiciones señaladas previamente. Hoy por hoy, nuestros estudiantes de práctica son formados y entrenados en el uso de la batería Neuronorma y de la unidad de trabajo, que permite la derivación de perfiles clínicos, de tal forma que hacen parte de la creciente cantidad de estudiantes y profesionales cada vez más interesados en el uso de este instrumento.
Asimismo, con la participación de nuestros estudiantes en los contextos de práctica, en particular en la institución de las Hermanas Hospitalarias Clínica La Inmaculada, ha sido posible guiar, coordinar e intervenir a través de procesos de estimulación cognitiva. La estimulación cognitiva permite entrenar y, en ocasiones, rehabilitar capacidades como la memoria, la atención, el lenguaje, la planeación, habilidades motoras y perceptivas. Desde dichos espacios y también desde las necesidades observadas en diversas poblaciones, hemos podido realizar aportes prácticos para los pacientes y sus familias. Es el caso de la guía para cuidadores y pacientes con demencia asociada con la enfermedad de Alzheimer.
Los aportes y procesos formativos que estamos realizando desde la Universidad Sergio Arboleda aún están en crecimiento y hay muchas preguntas por responder, pero, a la vez, hay varias áreas de conocimiento desde las cuales es posible continuar aportando para mejorar el bienestar y la calidad de vida, en particular, en una etapa del ciclo vital como la vejez, que no es sinónimo de pérdida y que por ello demanda de nosotros una atención particular y una serie de estrategias y necesidades a nivel de salud pública.

