Por: Damarix Pabón Quevedo
Egresada de Política y Relaciones Internacionales de la Sergio Arboleda.
Estamos como nunca, frente a una avalancha abrumadora de candidatos, de políticos que se presentan como “el cambio” y “la esperanza”, candidatos que aseguran alejarse de las maquinarias tradicionales, o que se escudan en la unión para lograr alianzas políticas claves; y claro, también algunos otros que con voz tajante advierten a los colombianos con respecto al oscuro futuro que se avecina, como siempre, buscando un enemigo en común para odiar.
Muchos candidatos siguen escudriñando desesperadamente una forma de simpatizar con los votantes, de conquistar las grandes masas y fidelizar el voto desde ya. A tal punto, que las redes sociales han sido inundadas por videos, memes, fotos, declaraciones, etc. En fin, políticos sedientos de atención para poder llegar a una curul o a la Casa de Nariño. Incluso, vemos candidatos sumándose a tendencias de TikTok, bailando sin ritmo, cantando desafinados y sometiéndose a la burla; todo, con tal de conquistar el voto joven.
¿Y de las propuestas?, más bien poco, porque los debates que hemos tenido la oportunidad de seguir hasta el momento han sido peleas de egos, confrontaciones internas y sillas vacías. Pero concretamente, no se han conocido estrategias que respondan a las necesidades más sentidas de los colombianos. Al final todos llegan a lo mismo y es que el país necesita un cambio, cosa que se evidenció desde el 2021, con las fuertes protestas sociales que vivimos en todo el país.
Desafortunadamente, Colombia pasa por un contexto de fragmentación y polarización política, a tal punto que todos los precandidatos a la Presidencia de la República hacen todo lo posible por desligarse de los extremos (izquierda y derecha), pero al parecer, no les ha dado ningún buen resultado ni sus agresivas campañas de comunicación o los cambios en sus logos o slogans, ni las fotos abrazando niños, tomando caldo o comiendo tamal. Claramente, tampoco han funcionado las feroces acusaciones que van y vienen en Twitter, casi a diario.
Según la segunda Gran Encuesta, realizada por la firma Yanhaas, de cara a las elecciones presidenciales de 2022, los indecisos, que conforman el grupo de los que se expresan a favor del voto en blanco o por la respuesta de no sabe / no responde, corresponden al 27%, mismo porcentaje que tiene el candidato con mayor intención de voto, esto sin lugar a duda pone a temblar las toldas de los distintos movimientos y partidos políticos.
A codazos los candidatos intentan apoderarse de las banderas de la anticorrupción, la unión, el empleo juvenil, la vida digna y la corrupción; haciéndole el quite o no mencionando siquiera, a la implementación del acuerdo de paz, la negociación con grupos armados y las reformas tributarias. Sin lugar a duda, hay temas muy espinosos en los que tanto candidatos a la presidencia, como el congreso, no han querido “meter el diente”, porque saben que eventualmente esto les puede pasar factura a su popularidad, como ya ha ocurrido con tantos otros gobernantes.
Estamos en medio de una de las más rudas contiendas políticas, cuanto menos tiempo quede para el “día D”, más duros señalamientos vamos a ver en medios de comunicación y redes sociales, se van a destapar grandes escándalos políticos, y al final, solo al final volveremos al mismo punto decisorio de los últimos años “votar por el que no sea/no represente o no sea amigo de…”, a menos que, la opción de los llamados “indecisos” siga creciendo y termine arrasando.
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