El Semillero de Psicología Clínica y de la Salud, de la Escuela de Psicología de la Universidad Sergio Arboleda, organizó el conversatorio “Salud mental en comunidades indígenas, un espacio para saberes ancestrales” , en el que participaron docentes de La Sergio y representantes de poblaciones autóctonas de Colombia.

La idea de este encuentro académico se centraba en determinar las distintas formas en las que se aborda la salud mental desde la perspectiva indígena, al igual que identificar brechas de atención entre la población urbana y la indígena.

Para brindar un panorama global de la salud mental en Colombia, Nina Ceballos Porto, psicóloga, magíster en salud pública y docente Sergista, explicó que los índices de suicidio en Colombia han ido en aumento desde hace varios años,pero que, con la llegada de la pandemia por Covid-19, este fenómeno presentó un pico exponencial que, infortunadamente, se mantiene en aumento.

Del mismo modo, Ceballos Porto señaló que los trastornos mentales, especialmente la ansiedad y la depresión, se mantienen en aumento en el mundo y Colombia no es la excepción. Sin embargo, las tendencias en salud mental y suicidios en la comunidad indígena colombiana no se miden desde el año 2014 , por lo que es difícil saber a ciencia cierta los impactos reales en esta población minoritaria.

“En Colombia hay poco más de cien comunidades indígenas, de las cuales desconocemos la mayoría de sus características, de hecho, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia – UNICEF, resalta que para conocer los datos reales de suicidio en poblaciones indígenas se debe partir de la cifra actual y multiplicarlo por treinta, pues el subregistro de casos no reportados es demasiado grande”, manifestó la docente Sergista.

Salud mental: perspectiva desde la comunidad indígena

Víctor Quenama Chachinoy es psicólogo egresado de la Universidad Externado de Colombia, representante y nativo del pueblo Cofán, departamento del Putumayo, quien también estuvo presente en el conversatorio y se refirió a las tendencias en salud mental dentro de su comunidad:

“El conflicto armado, la pérdida de territorios y sitios sagrados, la muerte de los sabedores y taitas, y el consumo de sustancias psicoactivas por parte de algunos jóvenes del pueblo ha desencadenado trastornos mentales y de adicción en nuestra comunidad (…). La pandemia también tuvo un papel importante en el aumento de estos comportamientos”, precisó.

El psicólogo nativo enfatizó en que para ‘curar’ los trastornos que se detectan en la comunidad se recurre a la medicina tradicional y a los saberes ancestrales de su pueblo, por ejemplo, baños con plantas medicinales, caminatas por las montañas y sitios sagrados, toma de Yagé, esto, además de la orientación que brindan los taitas de la región.

“Incluso, optar por estas soluciones se ha vuelto difícil, ya que el bejuco para hacer el Yagé está cada vez más escaso, sin mencionar que el procedimiento para prepararlo es de conocimiento de solo unos pocos sabedores de mi comunidad”, agregó.

Por su parte, Carlos Enrique Garavito Ariza, representante del Colegio Colombiano de Psicólogos – COLPSIC y docente de cátedra de La Sergio, destacó la importancia de tratar la salud mental de las comunidades que no residen en las grandes ciudades. “Es realmente triste saber que en municipios como Arauca que, siendo la capital de un departamento, solo ejercen cuatro psicólogos, mientras que en Bogotá y otras ciudades capitales hay miles. La invitación, entonces, es a que cuando se gradúen no se queden en la ciudad, sino que ayuden a quienes más lo necesitan, que es por lo que la gran mayoría decidió emprender esta carrera”, aseveró.

Tanto docentes Sergistas como representantes de las comunidades indígenas coincidieron en la importancia de brindar ayuda a estos pueblos, ya que la psicología como ciencia y disciplina tiene la responsabilidad de atender a las poblaciones y no solo a quienes viven en la ciudad.

“No podemos alejarnos del canon científico aplicable a las comunidades. Por más que esto sea psicología comunitaria, estamos respondiendo a una problemática con cifras reales que impactan a personas reales (…) estos espacios son los que hacen que los psicólogos trabajemos en conexión con la realidad y nos invitan, más allá de la academia, a hacer nuestro trabajo”, explicó Carlos Enrique.

También coincidieron en el respeto que se requiere para abordar estas comunidades que tienen costumbres y saberes considerados patrimonio, pero que, a su vez, necesitan saber cómo atender problemas y conflictos sociales propios del siglo XXI, como es la tendencia creciente de diagnósticos de depresión, ansiedad y tendencias suicidas.

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